La reciente reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en Pekín, auspiciada por el régimen comunista chino, evidenció la creciente dependencia económica de algunos gobiernos latinoamericanos, particularmente el régimen cubano, respecto a la potencia asiática. La asistencia de presidentes como Lula da Silva (Brasil), Gustavo Petro (Colombia) y Gabriel Boric (Chile), junto con representantes de otros países de la región, marcó un intento de diversificar las relaciones internacionales y buscar alejarse de los Estados Unidos, pero también puso de manifiesto una búsqueda pragmática de financiamiento, a menudo a expensas de las soberanías nacionales.
La participación del canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, fue particularmente reveladora. Sus declaraciones, cargadas de una retórica que buscaba la aprobación del gobierno chino, contrastan fuertemente con la realidad socioeconómica y política de Cuba. El discurso oficial, que celebra la cooperación entre ambos países, ignora sistemáticamente las limitaciones y las consecuencias negativas de esta relación.
A continuación, analizaremos de forma crítica cuatro afirmaciones clave del canciller cubano en Pekín, destacando su carácter engañoso:
- "La cooperación ha posibilitado implementar proyectos de alto impacto socioeconómico."
- Esta afirmación es, cuanto menos, inexacta. Si bien China ha financiado proyectos de infraestructura en Cuba, su impacto real en la mejora de la calidad de vida de la población cubana es muy cuestionable. La crisis económica crónica que sufre la isla, la peor de su historia, caracterizada por la escasez de alimentos, medicamentos y la persistencia de apagones eléctricos, contradice la idea de cualquier "alto impacto socioeconómico". La falta de transparencia en la gestión de estos fondos, así como los recibidos de otras instancias, añadiendo que la ausencia de mecanismos de rendición de cuentas hace imposible una evaluación objetiva, pero la evidencia empírica sugiere que los beneficios han sido limitados a la jerarquía militar y no han logrado acercarse a resolver los problemas estructurales de la economía cubana.
- "Basado en el respeto mutuo, el desarrollo sostenible y el beneficio recíproco."
Esta declaración ignora la naturaleza asimétrica de la relación entre China y Cuba. Los préstamos y las inversiones chinas, a menudo con condiciones poco transparentes, han generado una profunda dependencia económica de Cuba. La falta de equidad en la relación se evidencia en la incapacidad de Cuba para generar riqueza propia y en la continua necesidad de financiamiento externo, fruto de la destrucción de la economía cubana desde la implantación forzada del comunismo. Además, la noción de "desarrollo sostenible" resulta contradictoria en un contexto de crisis económica y ambiental. La falta de inversión en energías renovables y la degradación ambiental, resultado de décadas de políticas económicas insostenibles, contrastan con la retórica oficial del régimen cubano.
- "Con absoluta consideración y respeto para nuestra cultura, nuestra independencia."
Si bien China no impone abiertamente condiciones políticas como el FMI y otras instancias financieras, su creciente influencia en áreas como la vigilancia digital, la infraestructura tecnológica y la censura plantea serias preocupaciones en relación con la soberanía cubana. La exportación de tecnologías de control social por parte de empresas chinas representa una amenaza a los derechos humanos y las libertades individuales. El discurso oficial de "respeto" contrasta con la realidad de una creciente dependencia tecnológica que limita la autonomía de Cuba.
El respeto que menciona Rodríguez Parrilla es inexistente, a China no le ha podido importar menos la cultura hispanoamericana, ha invertido en la promoción de su propia identidad, y de la independencia, ha hecho todo lo contrario, al hacerlos dependientes de la propia China.
- "La política exterior estadounidense promueve la guerra comercial y arancelaria a nivel global."
Esta afirmación presenta una visión simplista y parcial de las relaciones internacionales. Al atribuir la responsabilidad de las tensiones comerciales exclusivamente a Estados Unidos, el canciller cubano ignora el papel de China en la configuración de un orden económico global cada vez más complejo y competitivo. Además, esta declaración sirve como una cortina de humo que oculta las deficiencias internas del sistema económico cubano y su dependencia del apoyo externo.
La postura anti americana del régimen cubano no es de extrañar, pero contradice de inmediato la postura victimista del embargo, al ir a pedir que continúen las donaciones, regalos y financiamiento a su régimen desde China.
Como Conclusión: El discurso del canciller cubano en la CELAC representa un intento de perpetuar una narrativa que oculta la realidad de la dependencia económica de Cuba respecto a China. La retórica oficial, cargada de afirmaciones engañosas y parciales, busca justificar la situación actual y obtener un mayor apoyo financiero, sin abordar los problemas estructurales del sistema económico cubano y sin reconocer la falta de respeto a la soberanía y los derechos humanos.
El uso de la mentira, y la lisonja como mecanismos diplomáticos, no tendrá muchos efectos, ya que están tratando de contar cuentos chinos a China.
René F. Bolio
Presidente de la Comisión Justicia Cuba