Desde hace años se ha visto cómo en Colombia las costumbres políticas han sido difíciles de cambiar; primero porque no ha habido la voluntad de hacerlo por parte de la clase dirigente y segundo porque aquellos que dicen ser democráticos o defender los derechos de ciertos grupos religiosos son los primeros en incurrir en prácticas clientelistas y para nada transparentes. Más exactamente hablamos de Mira y el Centro democrático, quienes, según muchos ciudadanos, los cuales han denunciado dichas prácticas, sacan a la gente de sus templos o casas y los llevan en buses a votar, o como sucedió recientemente, llevaron masivamente en buses a inscribir cedulas bajo mentiras y promesas electorales de un panorama colombiano siniestro. Esto sin hablar del ya mencionado referéndum revocatorio del centro democrático que yo he denominado mentiroso ya que han recorrido no solo diferentes puestos de encuentro de colombianos en el mundo pidiendo firmas bajo la premisa de que si no firman Timochenko será presidente, y de paso, le recogen votos a su movimiento, sino que han regado miedo en la población sobre un escenario bastante improbable en las próximas elecciones presidenciales en Colombia. Este escenario es que Timochenko gane las elecciones a Presidente en estas próximas elecciones lo cual es falso, y más bien yo invito a la gente a que salga a votar masivamente para derrotar al terrorismo en las urnas.
Entonces, el bus electoral hasta la fecha funciona muy bien para Mira y el Centro democrático debido a que a base de mentiras y engaños han consolidado un poder político en el exterior que no se ocupa de las verdaderas necesidades que tiene la diáspora. Mira, manipula su discurso religioso y lleva a sus seguidores como si se tratare de una secta a votar sin ni siquiera preguntar por quien se vota, o peor, sin analizar propuestas. Ya sabemos quiénes son Mira y como descalifican a la gente como lo hizo su máximo líder hace unos años cuando dijo que personas discapacitadas no pueden acceder a ser pastores. Entre otras, curioso que a pesar de que la constitución colombiana habla de la separación de la iglesia y poder político, sin embargo Mira es una iglesia y utiliza ese mensaje religioso para manipular a sus seguidores y adquirir un poder político que no se entiende. O son iglesia o son un movimiento político, pero no las dos. Por otro lado está el Centro democrático que también es fiel a la política del clientelismo y del bus electoral para poder consolidar sus propuestas que nunca abogan por la diáspora, y de ahí, que su candidato en el exterior no tenga tarjetón y va en coche, porque cuando la gente salga a votar no votarán por él sino por el movimiento y obviamente por Uribe, pero no por el candidato que proponen porque la gente ni siquiera le conoce. Es hasta cómico, el candidato solo repite que es el de Uribe en el exterior pero cuando se trata de mostrar propuestas y gestión yo me pregunto si son de él o de Uribe, seguramente de Uribe.
Dicho esto, me pregunto si los colombianos en el exterior realmente se montarán en el bus electoral del MIRA y del Centro democrático, o si por el contrario buscaran nuevos liderazgos que lleven a los colombianos en el exterior a surgir con inclusión social pero con mano dura con los fenómenos de violencia en Colombia. ¿Sera aún momento de seguir en lo mismo de siempre y viviendo de lo que un culto diga o la sombra de un expresidente? ¿No será momento de elegir gente joven, con determinación y que realmente quieran mejorar las condiciones de los colombianos en el exterior? Yo claramente pienso que es hora de renovar, yo por mi lado no me monto ni me montaré en el bus electoral de estos movimientos, perdón, empresas electorales que solo buscan su interés personal y no el colectivo. Es hora de un cambio y de los 26 candidatos que hay para elegir el representante de los colombianos en el exterior, sin duda se debe escoger entre 21, porque votar por Mira y el Centro democrático es condenar a la diáspora a no tener la representación que necesita para avanzar hacia una comunidad fuerte en el exterior.