martes 20  de  mayo 2025
OPINIÓN

Inteligencia artificial, modelos climáticos y el riesgo de repetir sin pensar

Un análisis preciso para contar las cosas como son

Por Mookie Tenembaum

En 2023, un estudio basado en datos satelitales de la NASA reveló que la Antártida había ganado hielo entre 2021 y 2023, a pesar del aumento global de las temperaturas. La información parecía contradictoria, incluso provocadora para la narrativa dominante del cambio climático. Sin embargo, lejos de generar debate público o una revisión abierta de los modelos, la noticia pasó casi desapercibida. Apenas algunos medios especializados la mencionaron, y lo hicieron acompañándola de múltiples advertencias: que era una anomalía, que no refutaba el calentamiento global, que era algo pasajero. Ningún titular celebró el hallazgo como un dato relevante que mereciera atención. Y sin embargo, lo era.

Este silenciamiento no fue casual. Los grandes medios, temerosos de que sectores negacionistas exploten cualquier grieta en el relato dominante, lo ocultaron. En vez de confiar en la inteligencia del público, eligieron gestionar su percepción. Así, lo que debería ser una conversación científica abierta se transformó en una operación de control narrativo. Si el hielo crece, pero se dice que es un espejismo, si los datos contradicen los modelos, pero se descartan como ruido estadístico, ¿dónde queda la ciencia? Porque la ciencia no es defender una teoría hasta la muerte. La ciencia es observar, registrar, dudar, revisar. Y sobre todo, contar lo que se ve, incluso si incomoda.

Lo más preocupante es que esta lógica de pensamiento dirigido es asimilada por los sistemas de inteligencia artificial. Estas herramientas, que muchos presentan como el futuro del conocimiento, se alimentan de los datos que les damos. Si la mayor parte del corpus de entrenamiento repite una visión única y excluye lo que la contradice, la inteligencia artificial no hace más que amplificar ese sesgo. Se vuelve un espejo del consenso, no de la realidad. Un sistema así no corrige nuestros errores: los petrifica.

La historia está llena de ejemplos donde lo improbable terminó siendo cierto. La redondez de la Tierra fue en su momento una provocación contra el sentido común. Si los modelos climáticos fallan ante eventos que no pueden predecir ni explicar, lo que corresponde no es taparlos, sino analizarlos. Si las proyecciones no previeron una ganancia de hielo, entonces esa ganancia debe tomarse en serio. No como un obstáculo, sino como un insumo valioso para mejorar el entendimiento.

Lo que genera desconfianza en la población no son las contradicciones, sino la forma en que se manejan. El ocultamiento, la sobreexplicación forzada, el miedo a contar algo que pueda malinterpretarse: todo eso alimenta la sospecha de que “hay algo más”. Si queremos un futuro donde la gente confíe en la ciencia y en los gobiernos, el camino no es protegerlos de la verdad, sino darles toda la información y dejar que piensen. Porque cuando se calla una anomalía, no se defiende una teoría: se abandona la ciencia.

Las cosas como son.

Mookie Tenembaum aborda temas de tecnología como este todas las semanas junto a Claudio Zuchovicki en su podcast La Inteligencia Artificial, Perspectivas Financieras, disponible en Spotify, Apple, YouTube y todas las plataformas.

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