domingo 16  de  marzo 2025

La extrema necesidad de pensar por libre

Andan estos días revueltos los próceres del columnismo español. Se rasgan las vestiduras ante el crecimiento de VOX, el partido liderado por Santiago Abascal.
Diario las Américas | ITXU DÍAZ
Por ITXU DÍAZ

Andan estos días revueltos los próceres del columnismo español. Se rasgan las vestiduras ante el crecimiento de VOX, el partido liderado por Santiago Abascal. Las puritanas del feminismo se llevan las manos a la cabeza, quedando al borde de santiguarse, algo que solo le impide el marxista que –lo sepan o no- llevan bajo la piel lila. Dicen cosas abominables de VOX, anuncian catástrofes fascistas como si no supieran que el cuento del Lobo Facha, con el que llevan años rompiéndonos la cabeza a todo los que nos negamos a votar a la izquierda, aburre ya hasta las propias gallinas, a cuyo resguardo pusieron hace tiempo a la zorra independentista, al alimón con la comunista y la terrorista. Tanto ruido contra VOX, escándalo jamás armado contra los totalitarios catalanes o los chavistas de Podemos, me ha llevado a preguntarme qué es exactamente lo que les tiene tan nerviosos.

Después de leerme buena parte de las intervenciones de los líderes de VOX, sus contadas entrevistas en la prensa –“No moleste, Cuatro” es una forma inédita de hacer política dando la espalda a los mass media-, sus artículos a favor y en contra, y su programa, he adivinado el problema. ¿Qué les diferencia de otros partidos? Que dicen lo que piensan. No pasan por el aro de lo políticamente correcto, no están dispuestos a pedir perdón si sus convicciones no coinciden con el pensamiento único progre. Es decir: están como cabras.

Hablan con naturalidad de la defensa de la nación española frente a la amenaza independentista, denuncian que la ideología de género es una imposición desde las aulas hasta el calabozo, y exhiben algo que hasta la llegada de aquel ministro del PSOE de los “papeles para todos” habría de considerarse de sentido común: que los inmigrantes no están eximidos de cumplir la ley en España. En lo económico, quieren bajar los impuestos, en lo burocrático, reducir la Administración, y en lo educativo, favorecer la libertad de elección de los padres frente a la imposición arbitraria del Estado. No rasquen, no hay más.

Tiene razón Santiago Abascal cuando dice que, independientemente del resultado del 28 de abril en las urnas, VOX ya ha cumplido su papel: poner sobre la mesa asuntos que estaban prohibidos en el debate político; so pena de etiquetarte de fascista/machista/cavernícola/ultra, y hundirte la vida personal y profesional: ahí tienen a los hijos menores de políticos vejados en los colegios catalanes, a los profesionales suspendidos por actuar en conciencia, o a los columnistas que más de una vez hemos sido apartados de nuestra tribuna por ejercer la libertad de pluma más allá de Chueca. Temas trascendentales, profundamente ideológicos, sobre los que solo se ha producido una imposición de media España frente a la otra, poniendo en grave riesgo la convivencia, la Constitución, y destruyendo enfermizamente el buen nombre de España en la Historia.

El trabajo de VOX está hecho. España lleva más de tres décadas secuestrada ideológicamente por unos medios de comunicación mayoritariamente en manos de la izquierda, desde que aquellos que trajeron a España el porno y el feminismo –increíble pirueta moral- decidieron comprar Antena 3 Radio para cerrarla y taparle la boca al añorado Antonio Herrero y la libertad que representó. Todo lo que vino después fue peor. Periódicos, radios, televisiones e instituciones públicas que han pasado el rodillo mañana, tarde y noche sobre la libertad de pensamiento de los ciudadanos, para convencer a los españoles de cosas de las que, al menos la mitad, nunca han estado convencidos: desde los beneficios incuestionables de la ley de violencia de género hasta el desprecio por valores cristianos como la defensa de la vida, o la bondad de una ley de memoria histórica que azuza el fantasma guerracivilista. Una democracia madura puede debatir, argumentar y poner en tela de juicio todas estas políticas, dejando libertad a los votantes para que elijan la opción que consideren más oportuna. ¿Tanto miedo les da la libertad? Obviamente sí.

Con la aparición de VOX en la escena, hoy los demás partidos han de argumentar y entrar en debates que sí existían en los bares y en las casas, pero que estaban prohibidos en el parlamento. Además, hoy millones de españoles tienen una voz que también les representa a ellos. Y en eso consiste la democracia. Que columnistas otrora brillantes desprecien ahora a esos millones de españoles, diciendo que son solo una panda de “borrachos”, es la confirmación de lo necesaria que era la aparición de una alternativa al monopolio ideológico de la izquierda en España, incluso para evitar su propia ruina intelectual.

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