lunes 17  de  marzo 2025

No hagas planes

La actuación comenzará en cualquier momento y mientras los demás padres han tomado sus asientos, él y yo seguimos a su lado, ella no quiere que nos separemos

Despierto a las nueve de la mañana. Voy a buscarlo, veo que ya está despierto, bañado y cambiado. Corro a la ducha, me visto de prisa, en media hora debemos estar ahí. Es la graduación de nuestra hija, en realidad se ha terminado el año escolar y van a darle un diploma. n

Salimos de la casa, llegamos al colegio, estacionamos con dificultad, nos sentamos a esperar que nos llamen para entrar al salón. Vemos desde la ventana que los niños están parados frente a un número de sillas en donde deben sentarse los padres. Ella está de pie, tranquila, parece relajada. Esperamos un poco más, mientras van llegando los padres de los demás niños. Cuando ya estamos todos, nos hacen entrar al salón. n

Ella voltea y nos busca con la mirada. Él se acerca a darle un beso y ella se emociona y llora un poco, luego me acerco yo, pero creo que es un error, porque mientras los padres se van sentando en sus sillas, ella ya no nos deja ir de su lado. La actuación comenzará en cualquier momento y mientras los demás padres han tomado sus asientos, él y yo seguimos a su lado, ella no quiere que nos separemos, ha dejado su puesto y ya no quiere ni siquiera pararse en la pequeña cartulina azul que lleva escrita su nombre. Trato de tomar mi asiento, pero él sigue a su lado, ella me pide que vuelva, él también, no puedo contradecirlos. De pronto la actuación de fin de año es una fila de niños cantando una canción sobre un arcoíris y dos adultos arrodillados al lado de una niña que ya no quiere cantar, solo quiere sostener las manos de sus padres. Los demás padres filman la actuación (en la que hemos terminado participando nosotros) desde las cámaras de sus celulares. n

Termina la canción y todos aplauden y ella nos mira muy seria, no parece cómoda, no sé por qué está así. Hace un mes vine a la actuación por el día de la madre y ella cantó y estuvo contenta, por eso le dije a él que viniera esta vez, pensando que disfrutaría de verla cantar y recibir su diploma. Pero no, la vida es impredecible y siempre tuerce los planes. n

Luego viene el momento de la entrega de diplomas. Todos los niños salen del salón y él sale con ella y se sienta afuera, a su lado, él ya no tiene ganas de entrar, ella no le suelta la mano. Los demás niños se ponen una especie de toga blanca y unos sombreritos de graduado. Ella no quiere ponerse nada. Trato pero me dice que no quiere. Los niños vestidos de blanco hacen una fila y la profesora adentro va llamándolos uno por uno. Le toca el turno a ella, la llaman, volteo y los miro sentados y les digo tenemos que entrar, ella dice que no, él me dice que no, les digo el diploma, le van a dar el diploma, u00a1hay que entrar!, y me siento la bruja de la historia. Vamos los tres, sugiero luego. Él se para resignado, y entramos los tres agarrados de la mano y todos nos aplauden fuerte, porque nos tienen cariño supongo, yo en parte estoy afectada porque me da pena que termine el año escolar, me da pena el cambio de profesoras y de amigos, me da pena, me cuesta acostumbrarme al cambio, incluso cuando no me incluye del todo. n

Entramos tomados de la mano los tres y nos dan el diploma, le alcanzo mi celular a alguien y nos toma fotos. Luego salimos y ellos vuelven a sentarse donde estaban. No están dispuestos a entrar de nuevo. En realidad es ella quien no quiere hacer lo que todos están haciendo: cantar, vestirse de blanco, no quiere participar y eso me duele. Me traspasa de un modo difícil de explicar. n

Entro y veo que las profesoras han preparado sándwiches y refrescos y eso solo me deprime más. Él no suele levantarse tan temprano y no es el tipo de persona que se siente cómoda rodeada de mucha gente. Yo tampoco. Entonces salgo y les digo, está bien nos vamos, y ellos se paran de prisa, todavía tomados de la mano, y yo agarro la mochila de ella y una bolsa que me alcanza la profesora con sus trabajos y su libreta de notas. n

Subimos al auto y volvemos a casa. En el camino, ella vuelve a reír bajando la ventana y diciendo que se le vuela el pelo, no parece darse cuenta de lo que acaba de suceder. Al llegar él se va a dormir un poco más, ella se va a su cuarto de juegos y yo me echo en mi cama, trato de dormir, pero no puedo. Me quedo triste, sin saber bien por qué estoy tan afectada. Es una tristeza que viene de la culpa o del miedo. No lo sé. Es uno de esos días en los que uno ha dormido poco y todo afecta más. n

Me siento a editar un video, sin saber editar, me siento a tratar de editar. Luego voy a mis clases de yoga. Al final de la clase, mirando el cielo, pienso que nada es tan grave como parece y que mañana tendré una nueva oportunidad para hacer mejor las cosas.

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