martes 11  de  febrero 2025
Navidad 2018

¡Noche de Paz, Noche de amor! ¡ALTO AL FUEGO!

Hasta cuándo tantas guerras fratricidas, llenas de odio y canibalismo, por razones ideológicas, religiosas, políticas y raciales. El mundo necesita una esperanza de cambio en progreso
Diario las Américas | PEDRO MENA
Por PEDRO MENA

El 24 de diciembre históricamente es la fecha más venerada del mundo, en especial de los católicos, por el resurgimiento y fortalecimiento de nuestra profunda fe y esperanza en el devenir cotidiano. El nacimiento de Jesús, el hijo de Dios hecho hombre, que vino a la tierra a redimir nuestros pecados, entregando su propia vida, pero a la vez dejando la gran enseñanza de que la muerte también es superable y que solamente es un escalón más a vencer, cuando se tienen claros los principios y valores del amor, la misericordia y la hermandad permanente.

Confieso que desde muy niño mi pasión y alegría por los tiempos de Navidad y de las fiestas pascuales era un punto importante de partida para agradecer a Dios su benevolencia y recibir los regalos del “Niño Jesús” en nuestros dormitorios, o en el arbolito de Navidad o en el pesebre de la casa. Todo un acontecimiento de júbilo y celebración que realizábamos en las calles al lado de nuestros amigos y vecinos, enseñando y mostrando los juguetes regalados y colocados por una “mano divina” en nuestras propias camas. Qué felicidad y qué bella fantasía adornaba nuestras vidas infantiles y juveniles. Tiempos de amor y hermandad.

Con el transcurrir los tiempos, el Niño Jesús fue reforzado con la presencia de las versiones de “San Nicolás, Papa Noel y Santa Claus”, un hermoso personaje, vestido de rojo, con barbas y cabellos largos teñidos de blanco, adornados con espejuelos y una gran barriga, que sobresalía a su humanidad, amarrada a un gran cinturón negro, descollantes de alegría, felicidad y amor al prójimo. ¡Sus características carcajadas o risas y sus jo!.jo.!.jo! eran las tarjetas de presentación, al lado de su trineo cargados de grandes sacos llenos de juguetes y llevados por los 6 hermosos renos, liderado por uno de ellos con una nariz de forma de “faro rojo”, a quien llamaban Rudolf, el cual, buen guía al fin, trazaba y recorría con acierto la ruta universal de la amistad y la alegría.

Sin duda los tiempos cambian y agregan cada vez nuevos elementos motivadores. Lo importante es que sea “Niño Jesús o San Nicolás”, ambos constituyen una parte imborrable de nuestras vidas infantiles y juveniles, por los descollantes colores de su fantasía siempre presente y desbordando emociones incontrolables y fraternas entre los seres humanos, porque todos, incluyendo los “cómplices” padres, disfrutaban a granel estos acontecimientos llenos de dicha, paz y amor fraternos.

Este ambiente propicio, oportuno, y contagiante en todo el mundo, debe motivarnos a quienes tenemos la responsabilidad de escribir en medios de comunicación, a orientar y fortalecer esos valores tradicionales, como un elemento unificador, expresión del amor sembrado por Jesús, para hacer de nuestras vidas el punto de partida para luchar y alcanzar los grandes sueños y anhelos de la humanidad.

Hasta cuándo tantas guerras fratricidas, llenas de odio y canibalismo, por razones ideológicas, religiosas, políticas y raciales. El mundo necesita una esperanza de cambio en progreso, con actitudes más humanas, comprensibles y tolerante, para hacer más felices y alegres a los nuevos viajeros de la historia.

¡Alto al fuego! Toda guerra tiene su tregua, bien para recuperar espacios, reabastecerse, evacuar heridos y tener más provisiones y medicinas, para afrontar con éxito el final y desenlace del conflicto. Esta analogía la aplicamos actualmente para exigirle al liderazgo político mundial, a los medios de comunicación y las redes sociales, a los sectores involucrados en temas belicistas militares, a replegarse por estos días navideños y sentar las bases para la construcción efectiva de una sociedad más libre, más justa, más humana, más feliz, y más unida en la solución de los grandes temas de este siglo, que nos afectan a todos por igual.

Más diálogo, más comprensión, más inversiones en la búsqueda de las soluciones a las graves enfermedades que afectan a la población mundial, como el cáncer, la leucemia, la drogadicción, el tabaquismo y el alcoholismo desenfrenado, y otras enfermedades, así como también el hambre, las migraciones descontroladas de refugiados producto de las guerras fratricidas y de enfrentamientos inútiles, que solo conducen a nuevos y más conflictos estériles, que no alejan cada vez más del concepto humanístico y religioso de la paz, el amor y la esperanza.

A mis compatriotas venezolanos, sumergidos en la mayor crisis humanitaria, social, política y económica de toda su historia, va nuestro mensaje de fe, esperanza y valentía. Tengamos confianza en el renacer de nuestro liderazgo político, en el rescate democrático definitivo del país y la reconstrucción económica, social y política de la Venezuela de siempre. Unidos todos, lo lograremos.

Un mensaje de paz, alegría y amor para todos los hombres de buena voluntad en todo el mundo. Que el mensaje de Jesús al momento de su nacimiento ayude a fortalecer nuestros espíritus y almas, para que la prédica de la unión, la comprensión, el respeto y la tolerancia, nos lleve a un nuevo ciclo de la humanidad, mucho más beneficioso y productivo para todos los seres humanos, de hoy, mañana y siempre. Bendiciones. ¡Dios Bendiga América!

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