WASHINGTON.- EFE
En el estudio de la Universidad de Oxford participaron veinticuatro voluntarios con parálisis cerebral, todos ellos con afectaciones en las extremidades superiores
WASHINGTON.- EFE
La aplicación directa de un sistema de electrodos podría acelerar la recuperación de las personas con parálisis cerebral, según un estudio que publica este miérc oles la revista Science Translational Medicine.
La aplicación de una corriente eléctrica en el cuero cabelludo para estimular las áreas del cerebro dañadas podría ayudar a las personas que han sufrido un derrame cerebral, según este nuevo estudio de la Universidad de Oxford (Reino Unido).
La investigación, liderada por la profesora Heidi Johansen-Berg, y el doctor Charlotte Stagg, del departamento de neurociencia clínica de Oxford, analizó el uso de la corrientes transcraneales de estimulación directa (tDCS, por sus siglas en inglés).
La aplicación se hace de forma constante en la cabeza del paciente, aunque a niveles muy bajos de corriente eléctrica, según explican los científicos.
"Para los pacientes con parálisis cerebral, una rehabilitación más extensa e intensa, les lleva a una gran recuperación", señaló Johansen-Berg.
Veinticuatro voluntarios con parálisis cerebral participaron en el estudio, todos ellos con afectaciones en las extremidades superiores.
Los pacientes se dividieron en dos grupos para recibir diferente rehabilitación motora: mientras en un grupo se implementó el tratamiento pionero conocido como tDCSm, el otro grupo siguió el tratamiento a base de los electrodos tradicionales.
Después de tres meses de rehabilitación, el grupo que recibió el reacción más favorable a las medidas clínica fue el expuesto al tratamiento experimental, en comparación con el grupo de control.
"Los pacientes que recibieron el tratamiento de tDCS podían mover mejor las manos y los brazos, con movimientos como levantar las extremidades, estirarse para alcanzar o agarrar objetos", explicó Johansen-Berg.
Los límites del tratamiento son ahora de presupuesto y logísticos: "los costes y la disponibilidad de personal", señaló la investigadora.
Sin embargo, el equipo de Oxford confía en que la implementación del nuevo tratamiento avance con el tiempo.
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