CARACAS.-PEDRO PABLO PEÑALOZA
Especial
Un chiste que se esparció como pólvora en el Whatsapp afirmaba que los venezolanos esperaban con mayor emoción el 5 de enero de 2016 que el 31 de diciembre de 2015. En realidad, se trataba de una broma muy seria. La expectativa por el fin de año fue ampliamente superada por la inquietud que genera el inicio de funciones de la nueva Asamblea Nacional.
Aunque de tanto usarlo ya luce desgastado, el término “histórico” resulta el más adecuado al momento de calificar lo que significa para el país la instalación de este Parlamento. Por primera vez desde su creación en el año 2000, la Cámara estará dominada por la oposición y pasará a ser el único poder público que en 17 años escapa del control chavista.
“Estamos frente a una nueva configuración de fuerzas que, en mi opinión, va más allá de lo coyuntural”, advierte José Vicente Carrasquero, profesor de Ciencia Política. A su juicio, “el Gobierno no ofrece mecanismos para resolver los muchos y muy graves problemas que aquejan al país, y los venezolanos se decidieron por el cambio”.
Carrasquero subraya que el éxito alcanzado por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) en las elecciones del 6 de diciembre, donde conquistó la mayoría calificada de 112 diputados, demostró que sí es posible derrotar al oficialismo en el terreno electoral y, además, permitirá que “por primera vez desde que se aprobó la Constitución de 1999, la AN cumpla con su función contralora sobre el resto de los poderes del Estado”.
Sin restarle brillo al triunfo electoral de la oposición, el profesor Luis Gómez Calcaño aclara que se trata solamente del “primer paso” en un camino que promete ser tortuoso e intrincado. “Faltando apenas horas para la instalación de la AN, hay tantas amenazas que no se puede dar como un hecho que ella ocurra, por lo que la MUD ha llamado abiertamente a la Fuerza Armada a proteger el desarrollo pacífico de la ceremonia. Y este llamado se explica por otro aspecto inesperado del proceso electoral: la percepción (no confirmada) de que el Gobierno se vio obligado a respetar el resultado por la presión directa ejercida por el Ministro de la Defensa y el Alto Mando, opuestos a la alteración o el desconocimiento de la votación”, apunta el investigador del Centro de Estudios del Desarrollo (Cendes) de la Universidad Central de Venezuela.
Gómez Calcaño observa que “paradójicamente, después de haber luchado durante años contra la fusión entre el partido de Gobierno y los militares, ahora la oposición trata de percibirlos como un actor independiente, capaz de jugar el papel de árbitro y garantizar el respeto a los resultados”.
Gasolina para la candela
Para vaticinar que en Venezuela empeorará el conflicto político durante 2016 no hace falta leer las cartas o la borra del café. Basta con revisar los titulares de prensa y los discursos del presidente Nicolás Maduro y el primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello, para llegar a esa conclusión.
“Un Gobierno que no se maneja con respeto a los principios democráticos, buscará la manera de enfrentar las acciones de la AN e incluso impedir o frenar su desempeño. Por su parte, la MUD se considera ganadora de una contienda electoral de mucha importancia y con un claro mandato. Visto esto, vamos a tener una situación de mucha tensión política”, avizora Carrasquero.
El experto en Opinión Pública expresa su temor ante la posibilidad de que en medio de esa confrontación, “los problemas que afectan a los venezolanos queden en un segundo plano, lo que representaría una frustración para el electorado y, por lo tanto, un malestar social que puede derivar en focos de violencia, difícil de controlar”.
“Si se mantiene el conflicto permanente de poderes y se logra paralizar la capacidad de acción de la AN, se puede esperar una profundización de la crisis socioeconómica que se agudiza cada día, y el surgimiento de brotes de violencia social, asociados a la escasez (saqueos), la inseguridad (más linchamientos) y el deterioro de los servicios (protestas y cierres de vías)”, alerta Gómez Calcaño.
El académico del Cendes recalca que la “irracionalidad” exhibida por Maduro y Cabello ha dado pie a la hipótesis de que “sería parte de una conspiración para provocar una crisis política y social tan profunda que diera la excusa para un autogolpe y la instauración de un autoritarismo pleno”. Sin embargo –añade- la actitud de los dos hombres más poderosos del Gobierno también puede leerse como una estrategia para “aumentar los costos entre quienes pudieran estar tentados a desertar de las filas del oficialismo”.
Gómez Calcaño estima que “solo una rectificación profunda de las políticas del Gobierno podría evitar” que Venezuela se hunda en el abismo de la violencia, “pero –enfatiza- ello no es posible si no empieza a manifestarse un sector moderado en el oficialismo que desafíe al dúo Maduro-Cabello con el fin de frenar la autodestrucción del proyecto chavista”.
Ante un escenario tan conflictivo, Carrasquero considera que la oposición debe enfocarse en los problemas que afectan a la ciudadanía, aunque tendrá que incluir entre sus prioridades “lidiar con un Gobierno y unos poderes que se niegan a reconocer a la AN”.
Ese previsible choque de poderes será uno de los grandes desafíos que deberá enfrentar la MUD, de acuerdo con Gómez Calcaño. “Dado que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) ha sido blindado con magistrados de lealtad más que comprobada hacia el chavismo, se acerca un conflicto político que sólo podría ser superado por una prueba de fuerza en la que la Cámara se apoyaría en la legitimidad que le dio su reciente mandato electoral, mientras que el máximo juzgado alegaría su legitimidad jurídico-formal. La opción de resignarse al suprapoder del TSJ no es siquiera concebible para la AN, porque ello significaría un suicidio político”, remata.
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