viernes 29  de  marzo 2024
TENSIÓN

Envío de destructor a aguas en disputa agrava tensiones entre EEUU y China

Al margen de la normativa internacional, el trasfondo del asunto es la desconfianza de Washington en que las construcciones que Pekín lleva a cabo en las islas (el arrecife Subi tiene capacidad para funcionar como pista de aterrizaje), tengan fines militares y no civiles, como asevera China

PEKÍN.-EFE

Las tensiones entre China y EEUU por el Mar de la China Meridional se agravaron este lunes, después de que un buque militar estadounidense navegara por aguas cercanas a las disputadas islas Spratly y Pekín asegurara que se "reserva el derecho" de actuar si este tipo de misiones continúan.

"Nos reservamos el derecho a tomar acciones futuras", subrayó hoy un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Lu Kang, en una rueda de prensa en Pekín.

Lu hizo estas declaraciones después de que el destructor lanzamisiles USS Lassen, escoltado por aviones de vigilancia de la Marina de EEUU, navegara varias horas dentro de las 12 millas náuticas que rodean al arrecife de Subi, en las Spratly, archipiélago cuya soberanía se disputan China, Taiwán, Vietnam, Malasia y Filipinas.

China "vigiló, siguió y advirtió" sin éxito, según el portavoz, al USS Lassen cuando éste se acercó a esas aguas, una acción que Washington venía anticipando desde hace tiempo y que no se prevé que sea la última.

Pese a no ser una sorpresa, pues Washington había avanzado desde hacía semanas que preparaba esa misión, la presencia del destructor agudiza las tensiones y evidencia las distintas interpretaciones de las dos potencias sobre la ley marítima internacional, según la cual los países pueden reclamar hasta 12 millas náuticas (22 kilómetros) de las aguas que rodean a su territorio.

Si éste es el argumento de China para justificar su protesta, también lo es el de EEUU para defenderse, al argüir que la ley no contempla como territorios soberanos islas artificiales como el arrecife Subi, que permaneció durante mucho tiempo sumergido hasta que Pekín inició un proyecto de drenado y construcción en 2014.

Al margen de la normativa internacional, el trasfondo del asunto es la desconfianza de Washington en que las construcciones que Pekín lleva a cabo en las islas (el arrecife Subi tiene capacidad para funcionar como pista de aterrizaje), tengan fines militares y no civiles, como asevera China.

"Por supuesto tienen objetivos militares", reconoce a Efe Zhu Feng, experto en las relaciones entre China y EEUU de la Universidad de Nankín, pero añade que las construcciones de China "no han causado ningún impedimento a la libertad de navegación".

"A China, como primera potencia comercial, eso no le interesaría en absoluto", matiza Zhu, al indicar que países vecinos han llevado a cabo acciones similares durante mucho tiempo sin que se condenen de la misma manera.

El ministro chino de Asuntos Exteriores, Wang Yi, advirtió hoy a EEUU de que no debería "crear problemas de la nada" y Lu señaló que Pekín ya ha enviado formalmente protestas a la embajada de EEUU en la capital china y también través de su legación en Washington.

"Las construcciones se realizan en nuestro territorio", apuntó Lu, que instó a Washington a "echarse atrás" y abstenerse de futuras acciones.

Además, en lo que pareció una amenaza velada, dijo que "sería una pena que China acelerara y fortaleciera sus construcciones", un escenario que expertos como Zhu no creen probable, aunque sí que, como dice Pekín, éstas continúen a su ritmo.

Ante esta perspectiva y dado que el Pentágono explicó que esta es sólo la primera de una serie de operaciones para ver hasta dónde está dispuesta a ceder la Administración que preside Xi Jinping, cabe plantearse cuáles son las posibilidades reales de un conflicto entre las dos potencias mundiales.

Expertos como Zhu descartan que esa opción sea del interés de ninguna de las naciones y considera que el "problema es que el siguiente paso de China dependerá de lo que haga EEUU".

Demasiada incertidumbre para que haya pasado sólo un mes desde que Xi viajara a EEUU y buscara junto a su homólogo, Barack Obama, mecanismos de confianza para, en teoría, evitar episodios como éste en las aguas del Pacífico, a las que el Pentágono quiere tener trasladada la mayoría de su flota para 2020.

Entre tanto, Benigno Aquino, el presidente de Filipinas, que reclama también la soberanía de parte de las Spratly, secundó hoy el envío del buque de guerra de EEUU y dijo que "todo el mundo da la bienvenida a un equilibro de poder en la zona".

Una zona marítima que China prácticamente reclama en su totalidad, y que, según parece, seguirá siendo el escenario de las principales fricciones entre las dos potencias y de las enemistades entre la segunda economía mundial y sus países vecinos. 

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