sábado 9  de  marzo 2024
Cuba

Un negocio prohibido que opera bajo el amparo del apellido Castro

Los derechos que concede en Cuba pertenecer a "la familia real", permiten que un nieto del fallecido Fidel Castro opere una discoteca en la barriada de Miramar donde no hay límite de horarios, ni para en el consumo de alcohol u otras sustancias
Diario las Américas | JUAN JUAN ALMEIDA GARCÍA
Por JUAN JUAN ALMEIDA GARCÍA

Pertenecer a la familia Castro en Cuba es igual a ser portador de una patente de corso en tiempos modernos. De ese derecho supremo podrían servir de muestra los descendientes de esa dinastía, sobre todo los que portan en sus partidas de nacimiento los apellidos Castro Soto del Valle o Castro Espín, pero el ejemplo más reciente de las prerrogativas que concede el pedigrí de la familia real cubana, podemos ubicarlo en el negocio privado que opera en la exclusiva barriada de Miramar, en La Habana Sandro Castro Arteaga.

Además de un reconocido Dj, el joven es hijo de Alexis Castro Soto del Valle y nieto del exgobernante Fidel Castro, y aunque en medio de una exagerada campaña contra las drogas, la prostitución y el fraude, el pasado 15 de septiembre de 2016, el Gobierno de la capital suspendió “temporalmente” la emisión de licencias para la apertura de nuevos restaurantes privados; ese mismo mes, e ignorando las orientaciones de Isabel Hamze, vicepresidenta en funciones del Consejo de la Administración Provincial, se emitió un nuevo permiso para el bar-restaurant-discoteca que opera Sandro.

Ubicado en la intercepción de 7maA y 70, en Miramar, Fantasy, que antes fue un restaurante de comida italiana, es ahora una discoteca de moda, el lugar donde la élite juvenil disfruta la noche habanera sin horario, ni fecha en el calendario, como dice la tonada, ni reparos en el consumo de cualquier líquido o sustancia. El local se reserva el derecho de admisión y tiene un límite de capacidad para 90 personas, aunque la cifra supera, por mucho, el número de sillas establecido por la ley para restaurantes privados.

El sector restaurantero, dentro del cuentapropismo, comenzó como paliativo para solucionar la economía familiar. Hoy suman más de 1.700 restaurantes privados a todo lo largo del país. Las discretas reformas impulsadas por Raúl Castro, el evidente auge del turismo y el acercamiento con Estados Unidos, sin dudas benefician estos pequeños negocios.

“Si te gusta lo cool, la exclusividad y alternar con los famosos, Fantasy es lo que buscas. Tiene varios ambientes, buena música y un público muy exigente. La decoración no es gran cosa; pero es el lugar es perfecto para organizar cualquier evento porque, dentro estás protegido y a la vez, fuera de la ley. Fantasy es el paraíso para los amantes de la fiesta”, asegura un joven asiduo. Y asegura: en el país del control, eso está descontrolado.

Otro joven cubano, residente en Miami, que estuvo recientemente de visita en la isla, asegura que asistió un par de veces a la discoteca Fantasy y que el requisito para que te permitan la entrada es tener “pinta de que tienes dólares suficientes para pagar. Si no, no eres bien recibido”.

“La entrada es por reservación previa, pero si llegas y alguien ofrece más dinero, corres peligro de perder tu mesa. Los tragos individuales tienen un costo promedio de entre 3 y 4 dólares, una botella puede costar 85 dólares”, acotó el joven de Miami que visitó el lugar.

Ante un engaño de tal dimensión, el pasado 24 de octubre, La Habana reinició el otorgamiento de licencias para la apertura de restaurantes privados, aunque continúa advirtiendo a los nuevos propietarios que deben cumplir con las regulaciones establecidas para el horario de cierre (3:00 am), el respeto a las normativas que regulan el bullicio en la ciudad, la no contratación de artistas, así como la prohibición para el consumo y expendio de drogas, ejercicio de la prostitución y el proxenetismo.

También anunció que cada trimestre se harán controles ritunarios a viejos y nuevos negocios, en los que intervendrán “diferentes factores” [como identifican eufemísticamente a los diferentes cuerpos represivos del régimen] para velar por el cumplimiento de las normativas. Además se creó en cada territorio un grupo de atención a esta nueva forma de gestión no estatal.

Pero Fantasy escapa a todo control. No califica al rigor porque de día es pizzería, por la noche, centro nocturno, y esta combinación provoca cierta “distorsión” en la conceptualización de su verdadero uso y propósito.

“Donde manda capitán, no hay espacio para los soldados. Nadie puede ir en contra del hijo de Alexis Castro Soto del Valle. El escándalo es insoportable, ponen la música a todo lo que da, los muchachos salen y se fajan, los camiones descargan mercancía a cualquier hora del día o la noche; la policía está ahí pero no puede hacer nada. Miramar es un barrio residencial, hemos enviado montón de cartas con quejas; pero ninguna autoridad se arriesga a tomar medidas. Sandro es nieto de Fidel, y eso basta”, dijo un vecino de Fantasy que como otros, y para variar, prefiere mantenerse en el anonimato.

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