sábado 10  de  mayo 2025
CONTACTOS DIPLOMÁTICOS

Conversaciones EEUU y Venezuela, ¿posibles con un gobernante autoritario "buscado"?

Los contactos para canje de presos en el marco diplomático no se alteran por el hecho de exista una recompensa por Nicolás Maduro, según experto en negociación

Por María Inés Lombardi

MIAMI.- Las conversaciones entre EEUU y Venezuela para acordar un canje de presos políticos del régimen de Nicolás Maduro por otros delincuentes encarcelados en El Salvador, en el marco de la diplomacia, pueden concretarse solo si el gobernante de Caracas muestra credibilidad, sin dilaciones ni concesiones de otro tipo, ante la administración de Donald Trump.

Esas conversaciones “son viables, siempre y cuando entiendan que se enfrentan a otra contraparte, a otra administración”, afirma el diplomático y experto en conflictos y negociación, Juan Antonio Blanco.

Mauricio Claver-Carone, enviado especial de Trump para América Latina, tras la salida de Richard Grenell, conduce las conversaciones con representantes de Maduro para que este libere entre 29 y 50 presos políticos extranjeros en Venezuela, entre ellos nueve estadounidenses, a cambio de 250 venezolanos señalados de narcotráfico, recluidos en la cárcel de máxima seguridad habilitada en el Salvador por el presidente Nayib Bukele.

Claver-Carone “conoce perfectamente” cómo funcionan los regímenes de Cuba y Venezuela. Por tanto, no es persona “a la que ellos puedan marear la perdiz”, destaca Blanco.

“EEUU no va a aceptar dilaciones ni el argumento de concesiones financieras para lograr la liberación de los presos. Lo único que Maduro puede conseguir es mejorar la pésima imagen internacional que tiene. En la relación de presos de 5 a 1 podría apostar a ganar un poco más de crédito sin perder su base social, pero no ganará nada fuera del trato específico del canje. Eso se lo puedo asegurar”, añadió Blanco.

No hay eventualmente otro obstáculo para que las conversaciones avancen, según el experto. Ni siquiera que Maduro permanezca como “buscado” en la página oficial del Departamento de Estado de EEUU con una recompensa por su captura de 25 millones de dólares, desde enero.

“Eso no altera las conversaciones; se han desarrollado con Hamas que es una organización terrorista, incluso más que el régimen venezolano”, apunta.

El especialista en negociación advierte que EEUU, al igual que con el régimen venezolano, “debe tener una claridad casi académica de qué puede hacer o no, y no dejarse arrastrar por un discurso emocional que puede innecesariamente excluir opciones que pueden dar ventajas”.

Acuerdo a prueba

Blanco, en primer lugar, remarca que EEUU y Venezuela adelantan una conversación, no un diálogo ni una negociación, una diferenciación clave en procesos diplomáticos.

“Aquí se está hablando sobre una cosa puntual que es lo que define una conversación, y esta consiste en explorar la posibilidad de llegar a un acuerdo sobre el canje de narcotraficantes por presos, aunque el régimen de Maduro puede pretender otra cosa”, aclara. “El canje que se ofrece es el de los presos, no hay otro”.

Para Blanco, lo elemental en un proceso diplomático como este es saber en qué medida puede ser conducido a buen puerto, “porque todas las dictaduras no negocian de buena fe”.

Esa es la forma típica de proceder de Cuba, Venezuela, Nicaragua, y de Rusia, evalúa.

“Todos esos regímenes tienden a abusar de los procesos de negociación con tácticas dilatorias para evitar la imposición de sanciones y crear expectativas de que podrían modificar su conducta en el futuro si la otra parte accede a concesiones que muchas veces son difíciles de aceptar”.

Menciona como ejemplo el Acuerdo de Barbados (octubre de 2023) sobre el cual las delegaciones de la oposición y del régimen de Venezuela, con la de EEUU, mantuvieron un diálogo en el que se fijaron condiciones de elecciones libres y respeto a los resultados, que luego Maduro no cumplió.

“A pesar de eso y de las dilaciones, obtuvieron todas las concesiones por adelantado. Lo vimos luego con las elecciones que ganó limpiamente la oposición en las peores condiciones, porque le pusieron trabas tremendas, y aunque pudieron demostrar que vencieron, el régimen no ha hecho nada por cambiar su conducta”.

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El Acuerdo de Barbados, precedido por el diálogo entre el delegado de Maduro, Jorge Rodríguez y de la oposición, Gerardo Blyde, en Ciudad de México, en agosto de 2021.

El Acuerdo de Barbados, precedido por el diálogo entre el delegado de Maduro, Jorge Rodríguez y de la oposición, Gerardo Blyde, en Ciudad de México, en agosto de 2021.

Conversaciones, credibilidad

Ante esto, Blanco asegura que en un proceso no hay problema más terrible que un negociador sin credibilidad, que no cumpla los acuerdos.

“Cómo recuperar una imagen mínima de credibilidad para que luego se sienten a negociar es una cosa que les puede interesar tanto a La Habana como a ellos”, dice.

Para el régimen de Maduro liberar a 50 personas de los más de 900 presos políticos, 17 extranjeras y nueve norteamericanas entre ellas, todas detenidas sin derechos, les sirve de poco, apunta Blanco.

“Solo puede servirles para ganar imagen de compasivos, pero a ellos no les interesa eso, sino obtener concesiones económicas, y están tratando de llevar el proceso a eso”.

En cualquier caso, considera que lo que resulte de estas primeras conversaciones entre EEUU y Venezuela puede ser un paso hacia el desarrollo de procesos diplomáticos similares con Cuba y Nicaragua, donde crece la cantidad de presos políticos, en medio de la represión.

“Sirven para bien y para mal. Si resultan exitosas y dignas de ser acuerdo, sería una referencia positiva en el futuro para los otros dos regímenes; pero si fracasan las negociaciones, también repercutirán. Todo depende del comportamiento de Maduro”.

Maduro, buscado

Tras analizar las condiciones mínimas que debe tener un proceso diplomático de conversación y luego de negociación, el experto resalta la importancia de “conocer muy bien” la naturaleza de la contraparte con la se negocia, su lógica, sus tácticas, su conducta.

EEUU lo tiene claro, indica. Esto, a pesar de las críticas que han generado los anuncios de la Casa Blanca de que se ha estado “negociando” directamente con países como Irán o con organizaciones terroristas como Hamás.

Y también con Maduro, a quien el Departamento de Estado mantiene como “buscado” como líder del Cártel de los Soles vinculado al narcotráfico y sobre quien pesa una recompensa de 25 millones de dólares.

El gobernante autoritario de Venezuela, además, está acusado desde 2020 por narcoterrorismo y conspiración para importar cocaína, posesión de ametralladoras y dispositivos destructivos, en un proceso federal del Distrito Sur de Nueva York, según la información oficial.

“Eso no altera las conversaciones ni otorga ningún tipo de legitimidad a la contraparte con la que se trata, como es el caso de Maduro. Se está conversando sobre algo muy puntual que obviamente depende de que él le dé una solución al problema”.

Tampoco – advierte- arroja sombras sobre las conversaciones.

“EEUU se ha sentado a conversar con Hamas”.

En marzo pasado, la Casa Blanca informó que el enviado especial de EEUU para Medio Oriente, Steve Witkoff, estaba al frente de conversaciones con Hamas para la liberación de rehenes y poner fin al conflicto con Israel en la Franja de Gaza.

Soluciones, objetivo de EEUU

Blanco descarta cualquier tipo de suspicacia sobre la decisión de EEUU.

“Yo creo que hablar con un enemigo tan despiadado como Maduro, por razones absolutamente comprensibles, a veces nubla emocionalmente el raciocinio que debe primar en el hecho de que se converse, y eso no significa que se esté reconociendo a la contraparte como buena persona ni que se lancen por la ventana todas las acusaciones anteriores”.

Eso significa única y exclusivamente, afirma, que se ha encontrado un punto donde se puede conversar para ver si se le puede dar a ese asunto específico una solución.

“Esos regímenes son gánsteres que tienen atrapados a sus pueblos y negocian para su beneficio privado, y según como son se aplica algo sin lo cual no se logran resultados: el uso o amenaza creíble, convincente, de la fuerza, sea económica, política o incluso militar, incluso, que les hace entender que en realidad se negocia su existencia”, indica Blanco.

“Si esto no se hace con esos regímenes que creen que pueden sobrevivir a todo no se sabe por qué retorcida lógica, entonces se sienten impunes y alargan las negociaciones que se quedan más bien en conversaciones”.

Blanco opina que EEUU debe tener en estos casos “una claridad casi académica” para saber qué hacer y no dejarse arrastrar por el discurso emocional que “puede innecesariamente excluir opciones que dan ventajas”.

“Lo que se aspiraría es a que se resuelvan puntos concretos que cambiaría la relación entre las dos partes y pasen de una simple conversación puntual a un diálogo más amplio, pero nada de eso está prometido”, apunta.

FUENTE: Entrevista Juan Antonio Blanco, diplomático;

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