sábado 16  de  marzo 2024
AMÉRICA LATINA

Cuba: La fiebre del dólar o paraíso de salarios perdidos

El valor real de los salarios que paga el estado decrece en la misma medida que la sobrevaloración de las divisas eleva la inflación
Diario las Américas | IVÁN GARCÍA
Por IVÁN GARCÍA

LA HABANA.- En las dos horas que Jorge Antonio estuvo conduciendo su Lada 2107 de la era soviética con destino a Pinar del Río, 175 kilómetros al oeste de La Habana, la autopista estaba desierta. “En la carretera solo vi carros de patrullas [de Policía]. Y los apagones se extienden por toda la provincia. Mis parientes me cuentan que solo hay electricidad cinco o seis horas al día. Es abusivo. La poca comida que la gente guarda se echa a perder, los mosquitos te acribillan y los niños no pueden dormir debido al terrible calor”, dice y añade:

“Los pinareños, que siempre han tenido fama de ser nobles y con buen carácter están echando espuma por la boca. Las producciones de arroz, viandas y tabaco decrecen por falta de combustible y fertilizantes. El descontento es tremendo. De mantenerse el actual panorama, la gente se va a tirar pa’la calle a protestar”, predice.

Múltiples disparates

La feroz crisis económica en Cuba es una combinación letal de múltiples disparates. La primera y principal causa: el sistema político nunca funcionó. La economía estatal planificada tampoco. El descomunal aparato burocrático, enemigo acérrimo de las reformas, frena e impide los cambios profundos en las descapitalizadas empresas.

La Isla funciona según códigos medievales. El Estado, al igual que un déspota señor feudal, se apropia de los beneficios productivos sin rendir cuentas a la ciudadanía.

Si de acuerdo con las teorías marxistas, en el capitalismo los dueños se apropian de la plusvalía, en el socialismo cubano de compadres, patrocinado por el partido comunista, las ganancias las administra el gobierno de acuerdo con sus intereses.

Hoteles sí, hospitales no

Nadie puede oponerse a que el régimen priorice la construcción de hoteles de lujo, aunque permanezcan con una ocupación del 20 por ciento, compren autos de patrullas policiales y material antidisturbios en vez de adquirir ambulancias y remozar los desvencijados hospitales.

En los últimos doce años, en Cuba se han gastado casi 20.000 millones de dólares en construir hoteles, campos de golf y centros turísticos en vez de invertirlos en la agricultura, ganadería y pesquería. Desde 2018, salvo excepciones, las cosechas han descendido de un 15 a un 30 por ciento. Igual ha ocurrido con las producciones de las industrias lácteas, cárnicas y pesqueras.

“Si existe justicia, algún día debieran ser juzgados los ministros que prefirieron gastar 2.000 millones de dólares en comprar alimentos en el exterior en vez de producirlos en Cuba. Luego vienen esos descarados, barrigones a reventar, a querer exigirles a los guajiros que produzcan más sin darte fertilizantes ni combustible. Y te venden un tractor y otros aperos de labranza en divisas. Es lógico que lo poco que se cosecha, se tenga que vender carísimo”, afirma un agricultor de Artemisa.

El pecado de ganar dinero

Bryan, criador de cerdos, explica a DIARIO LAS AMÉRICAS que el culpable del déficit de carne de puerco en Cuba es el gobierno. "Hay un montón de instituciones del Estado que son como sanguijuelas. Cuando ven que un campesino o el dueño de un negocio tiene un éxito relativo, allá van a supervisar las causas y ponerte trabas. Hasta 2018, la producción de carne de cerdo estaba creciendo. Ese año se llegó a establecer un récord productivo de 190.000 toneladas de carne porcina. Lo sensato era seguir incentivando la producción, pues la carne de puerco es junto al pollo la proteína fundamental de la mayoría de los cubanos. ¿Qué hicieron? Elevar los impuestos y los controles a los criadores de cerdos. Efectuaron operativos policiales y encarcelaron a varios. ¿Qué pasó? Que la gente dejó de criar puercos y la producción cayó en picada. En 2018 una libra de puerco costaba 25 pesos, ahora cuesta 350 y sigue subiendo, pues se produce un 60 por ciento menos que hace cuatro años. Queda claro quién es el culpable”.

Los altos impuestos y controles absurdos, entre otras muchas trabas, son las causas del descenso en las producciones agrícolas, ganaderas y pesqueras. La industria azucarera, que forma parte de nuestra identidad como nación, solo produjo medio millón de toneladas. En 1871, con apenas un millón de habitantes, en plena guerra contra el colonialismo español, tecnología atrasada y trabajo esclavo se elaboraba más azúcar.

El déficit de combustible es una de las causas para que la economía local se encuentre paralizada. Gustavo, economista, apunta que “las dificultades para producir abarcan a todos los reglones, excepto el turismo. Fábricas, complejos lácteos, centros de elaboración de alimentos, empresas de servicios y transporte están paradas o trabajando a un tercio de sus posibilidades. La falta de combustible es clave. Pero no es la única causa. Se necesitan inversiones, divisas para adquirir materias primas y ya escasea la mano de trabajo profesional porque decide emigrar o buscar una opción laboral más lucrativa".

Tormenta perfecta

En su opinión, si a eso se le suma el embargo económico de Estados Unidos, los efectos de la pandemia que generaron un déficit en las cadenas de producción y los altos precios del petróleo, "se puede asegurar que estamos viviendo una tormenta perfecta. A esos factores externos, se le añaden los internos, que, a mi juicio, son muchos más perjudiciales, pues impiden que se desaten las fuerzas productivas. Las malas estrategias del gobierno son como verter combustible al fuego. La tarea ordenamiento fue un fracaso. Elevar los salarios sin ofertas de bienes y servicios propició una inflación galopante anunciada de antemano. Las 63 medidas para reactivar la producción agrícola no van a funcionar, pues no acaban de liberalizar la producción agrícola y legalizar la propiedad de la tierra. La apertura de MIPYMES [Medianas y pequeñas empresas] llega tarde y mal aplicados esos conceptos. Es un conjunto de sucesos y despropósitos los que han provocado la peor ola inflacionaria que hoy vive el país”.

Salarios devorados

Los trabajadores cubanos han visto cómo la inflación devora sus salarios y ahorros. Ana, enfermera, apunta que “en enero de 2021 mi salario de 4.400 pesos era equivalente a 110 dólares, ahora que el dólar vale 130 pesos en el mercado negro, no me alcanza ni para comprar 35 dólares”.

Gerónimo, jubilado, tenía guardado en el banco 12.000 pesos. "Pero después de la tarea ordenamiento, ese dinero es una calderilla que se puede gastar en una noche en un paladar [restaurante privado]. Cuarenta años de sacrificios y mis ahorros tirados a la borda por culpa de los disparates de estos gobernantes”.

El sábado 13 de agosto, en el mercado informal de divisas, el dólar y el euro se cotizaban a 130 pesos, mientras que la Moneda Libremente Convertible, MLC, divisa creada por el régimen, estaba a 131. El lunes 15 de agosto, el dólar y el euro seguían a 130, pero el MLC había subido a 133 pesos. Para el economista Gustavo, “cada vez que se revalorizan las divisas, sube un diez por ciento el precio de los alimentos, porque casi todos se compran en las tiendas MLC y luego se revenden o son robados de empresas estatales y adoptan las tasas del mercado negro. Desde mi punto de vista fue tremendamente irresponsable, por parte del ministro de economía Alejandro Gil, autorizar la compra de divisas en los bancos sin abrir un mercado de ventas, y ha quedado en manos del mercado informal fijar las nuevas tasas de cambio”.

La economista Rafaela Cruz, en un artículo en Diario de Cuba vaticinó que de mantenerse el actual panorama el dólar, para fines de año podría cotizarse sobre los 200 pesos. Esa revalorización de la divisa genera más pobreza y nuevas subidas de precios. En menos de dos meses una caja de pollo congelado subió de 2.500 a 7 mil pesos. La libra de carne de cerdo de 200 a 350 pesos, la libra de harina de 50 a 150 pesos y la libra de azúcar blanca de 60 a 110 pesos.

Hasta cuando los abusos

El anciano Gerónimo se pregunta: “¿Hasta cuándo los cubanos vamos a aguantar estos abusos? No puede ser que tipos como Marino Murillo, Alejandro Gil o Díaz-Canel prometan cosas que luego incumplen y no les pase nada. En cualquier país un gobierno así tendría que renunciar”.

Jorge Antonio, quien lleva ocho horas haciendo cola para llenar el tanque de combustible de su automóvil, apunta: “Son muchas cosas. Apagones, no hay comida ni medicamentos y el dólar, que no es la moneda con que el Estado te paga, sube por día. La vida en Cuba es cada vez más dura. No hay quien aguante esto. Algo tiene que pasar”.

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