Cinco días después del inicio de las manifestaciones antigubernamentales en Cuba, contrarrestadas violentamente por las fuerzas represivas de la dictadura, el sucesor designado Miguel Díaz-Canel anunció migajas aduanales para ganar, tal vez, tiempo y militarizó las calles para dar una imagen de falsa calma. Este cóctel, unido a las duras sanciones de hasta 20 años que pide la fiscalía para los arrestados, el corte de la internet y la crítica internacional, hace que muchos se preguntan, ¿hasta cuándo? ¿Y ahora qué?.
“Hay un desgaste político y social... Hay mucho disgusto”, dijo Abel Alba, un ingeniero civil de 50 años.
Las protestas comenzaron el domingo. Miles de personas se lanzaron a las calles con demandas que iban desde el hartazgo por las colas y la escasez de alimentos y medicinas pasando por los cortes de luz y la falta de respuestas del gobierno hasta un cambio de modelo político. El pueblo se aupó en el pedido de libertad.
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Miles de personas se lanzaron a las calles con demandas en Cuba
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En un primer momento Díaz-Canel reaccionó, como siempre en el manuel de las justificaciones castristas, buscando culpables y señaló a la asfixia ocasionada por las sanciones de Estados Unidos a la isla, el golpe económico de la pandemia de coronavirus y supuesta una campaña contra el gobierno lanzada en las redes sociales por grupos cubano-estadunidenses.
Los tenues permisos a los viajeros para importar alimentos y medicinas sin límite y la inscripción de emergencia para la libreta de abastecimiento -que cada cubano recibe- de quienes estuvieran fuera de su localidad de origen, generaron más incomodidad que soluciones.
“La ausencia de política es una política. El gobierno cubano acaba de demostrar que siempre pudo permitir la entrada de alimentos y medicinas sin límite de cantidad ni cobrarle aranceles y prefirió no hacerlo durante más de un año de pandemia”, escribió en su cuenta de Twitter el director del periódico digital independiente, El Toque, José Jasan Nieves. “La gente les dobló el brazo”.
Lo que sí dejaron claro es que todos los funcionarios de la jerarquía comunista no están dispuestos a hacer cambios en el modelo político de la isla.
Sentada en una calle adonde trabaja como vendedora ambulante Marlén Rodríguez, de 66 años, se mostró el viernes poco optimista. “No hay medicinas, no hay nada, no hay comida... esto está en el tope”. Y otros han repllicado: "No luchamos por comida o medicamentos, luchamos por acabar con la dictadura"
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No hay medicinas, no hay nada, no hay comida... esto está en el tope”
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Las denominadas "Brigadas de respuesta rápida" salieron y permenacen en las calles y en algunos lugares se enfrentaron con los manifestantes, armados de palos y piedras. De igual manera agentes del régimen dispararon a mansalva contra la multitud pacífica.
El viernes la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la chilena Michelle Bachelet, pidió la liberación de los manifestantes y de varios periodistas independientes reportados en redes sociales como todavía bajo custodia policial,
Los cubanos en el exilio planean una flotilla, viajes a la Casa Blanca a manifestarse, piden intervención. Hay denuncias de las atrocidades que cometen contra los detenidos en la isla, el clima de terror y estrategias represivas. El cubano no debería abandonar las calles. La comunidad internacional debería hacer más. ¿Dónde está el Papa?. La semana que viene será decisiva. Pero al menos el pueblo comprendió, que como Fuenteovejuna, si se unen, pueden lograr que la dictadura recule, agobiada por las consecuencias de su desgobierno.