Los esbirros terminan siempre por parecerse. No importa si estás en Nicaragua o en Corea del Norte, al final terminan exhibiendo el mismo color y las mismas justificaciones para reprimir.
Los esbirros terminan siempre por parecerse. No importa si estás en Nicaragua o en Corea del Norte, al final terminan exhibiendo el mismo color y las mismas justificaciones para reprimir.
Ayer la seguridad del estado nicaragüense nos estaba cazando, literalmente cazando, en el aeropuerto internacional de Managua.
Aun así a mí no me detectaron en el primer control, pero al camarógrafo de pelo largo y señas particulares sí le fueron arriba.
Sin disimular y antes de pedirle los documentos ya le decían: "¿Tú eres César, verdad?". Yo me acerqué a ver qué pasaba y entonces también me detuvieron.
El circo estaba mal ensayado, la idea era acusarnos de no tener el examen de COVID pero no le habían explicado al médico del lugar que no entendía lo que pasaba y terminó escapando de la oficina.
Entonces decidieron que la línea aérea era la que debía decir si estábamos en regla.
El funcionario de Avianca nos dijo que todo era un cuento, que nos esperaban desde la mañana y que la idea era deportarnos lo antes posible.
Comencé a reclamar una explicación de lo que pasaba y los esbirros se comunicaban por teléfono con alguien que les insistía en que me dijeran que Nicaragua es un país soberano. La situación se subió de tono y el cámara comenzó a grabar con su teléfono, lo que los puso extremadamente nerviosos, no querían que los retratáramos.
De nada sirvió que pidiéramos hablar con un jefe o un supervisor, los tipos vestidos de civil y sin identificación alguna nos insistían en que eran los meros jefes.
Me ofendieron y les ofendí, me faltaron el respeto y les dije hasta del mal que morirían. Entonces me dijeron que me llevaban preso pero en realidad nos llevaron a empujones al avión.
El oficial de Avianca nos llevó los tickets al asiento y nos pidió perdón, nos dijo que tenía pena por el gobierno de su país.
Terminamos en El Salvador, donde las autoridades migratorias nos atendieron como profesionales y nos ayudaron a resolver dónde pasar la noche.
No me explico cómo los esbirros de Nicaragua tenían nuestras descripciones y nombres, tampoco me explico qué peligro representamos un periodista y un camarógrafo que llegan a ese país cumpliendo todos los requisitos legales.
Nicaragua es un apéndice cubano, de los represores de la isla, del absurdo de la inteligencia cubana.