martes 11  de  marzo 2025
CUBA

El crimen que aún sigue impune

No cesan las voces que imploran el inequívoco derecho a juzgar a quienes conspiraron o cometieron el horrendo asesinato de los cuatro pilotos de Hermanos al Rescate hace 29 años

Diario las Américas | JESÚS HERNÁNDEZ
Por JESÚS HERNÁNDEZ

MIAMI. - Corría el 24 de febrero de 1996 cuando Armando, Carlos, Mario y Pablo volaban en pequeñas avionetas sobre el Estrecho de Florida, en busca de refugiados cubanos que navegaban en precarias embarcaciones hacia las costas de Estados Unidos. Minutos después, fueron pulverizados por aviones de guerra de Cuba ante la mirada atónita del medio mundo.

Eran los Hermanos al Rescate que, bajo la dirección del activista prodemocracia en Cuba José Basulto, realizaron decenas de vuelos humanitarios sobre las turbulentas aguas del estrecho y fueron propuestos para el Premio Nobel de la Paz.

Entonces, miles de cubanos realizaban la peligrosa travesía, muchas veces rodeados de hambrientos tiburones o amenazados por fuertes tormentas.

Cuando Hermanos al Rescate divisaban a los refugiados, les lanzaban botellines de agua y algunos alimentos, mientras avisaban a la Guardia Costera para que fueran a rescatarlos.

De esta manera, miles de vidas fueron salvadas de haber perecido en las bocas de tiburones o las profundidades del mar.

Los deseos de huir de la dictadura en la isla podían más que los temores de morir en alta mar. Estados Unidos los recibía, les permitía entrar, hasta que el gobierno de Bill Clinton limitó la entrada a quienes llegaran a tierra estadounidense en 1995 y Barack Obama después suprimió el ingreso por completo tras un controversial acuerdo con Cuba.

Las pruebas

El derribo de las avionetas fue condenado por varios países. Incluso el Consejo de Seguridad de Nacional Unidas deploró el hecho, con la esperada objeción de China y Rusia que se abstuvieron en firmar la resolución.

Cuba alegó que las pequeñas aeronaves habrían violado el espacio aéreo y lanzado octavillas antigubernamentales en La Habana unos días antes, y acorde al informe publicado por la Organización de Aviación Civil Internacional (ICAO, por sus siglas en inglés), la Fuerza Aérea de Cuba fue ordenada “interceptar los vuelos posteriores y derribarlos, hubieran ingresado o no al espacio aéreo cubano”.

De esta manera, cuando las avionetas de Hermanos al Rescate se encontraban al norte del paralelo 24, que marca el límite de las aguas territoriales cubanas; la Fuerza Aérea Cubana ordenó el despegue de dos aviones de guerra, un MiG-29 y un MiG-23, y minutos después, según revela el audio que se hizo público se autorizó el derribo de los pequeños aviones Cessna. Más tarde, el dictador Fidel Castro aceptó públicamente que dio la orden del derribo, pero nunca pudo ser juzgado.

El Gobierno de Cuba sostiene que las avionetas fueron derribadas en aguas territoriales, pero la ICAO afirma que las avionetas no violaron el territorio marítimo y que fueron abatidas en aguas internacionales.

El derribo fue casualmente presenciado desde del buque crucero Majesty of the Seas y el barco pesquero estadounidense Tri-Liner, así como desde la tercera avioneta de Hermanos al Rescate, al mando de Basulto, que logró escapar.

Las pequeñas aeronaves estaban incluso cerca del barco pesquero, que anotó entonces la posición registrada de nueve millas al norte de territorio marítimo cubano.

Además, el reporte investigativo arrojó que los tripulantes de las pequeñas aeronaves ni fueron contactados ni prevenidos, como indica el principio básico de la ley marítima internacional, promulgada por la ICAO.

De esta manera, dos cubanoamericanos nacidos de padres exiliados, un exiliado traído de pequeño y un cubano que arribó como balsero a Estados Unidos fueron asesinados: Carlos Costa, de 29 años, Mario Manuel de la Peña, 24; Armando Alejandre Jr., de 45 y Pablo Morales, 29.

Reacciones

En Miami, el exilio cubano cerró filas bajo la voz del cofundador y líder de la Fundación Nacional Cubano Americana de Jorge Mas Canosa: "Que dos aviones de combate del Gobierno de (Fidel) Castro derriben dos aviones civiles desarmados con banderas estadounidenses en una misión humanitaria debe considerarse un acto de guerra contra Estados Unidos”.

Entonces en Estados Unidos gobernaba el presidente Bill Clinton (1993-2001), y aunque su administración llevó el asunto a la Naciones Unidas, en la voz de la entonces secretaria de Estado Madeleine Albright, cuando pronunció aquello de “this is not cojones. This is cowardice”, y dictó sanciones contra el régimen de Castro, se impuso la paciencia diplomática.

De hecho, la escritora Lily Prellezo entrevistó a más de 100 personas asociadas con Hermanos al Rescate para plasmar la historia del grupo humanitario y publicó en inglés Seagull One: The Amazing True Story of Brothers to the Rescue (University Press of Florida, 2010), o la asombrosa verdadera historia de Hermanos al Rescate.

En esta publicación, Prellezo refleja las memorias de la organización solidaria que salvó de la muerte a 4.200 balseros cubanos en el Estrecho de Florida, compuesta por cerca de 20 nacionalidades, hombres y mujeres, que denotaron la semblanza multicultural de Miami para salvar las vidas de personas que probablemente nunca conocieron después.

De las acusaciones oficiales y manejos diplomáticos, Maggie Alejandre Khuly, hermana de Armando, manifestó, durante una entrevista con DIARIO LAS AMÉRICAS: “Podemos decir que el Gobierno de Estados Unidos no tuvo voluntad política para hacer justicia. Optaron por sobrellevar la situación lo mejor posible para no perjudicar las relaciones internacionales. Prefirieron enfocar el caso como un problema de derecho internacional, y ahí quedó”, señaló.

En efecto, la falta de voluntad política continuó sucesivamente gobierno tras gobierno durante los 29 años transcurridos.

No obstante, durante la presidencia de George W. Bush “hubo cierta disposición para llevar a cabo un proceso judicial justo”, alegó Miriam de la Peña, madre de Mario.

De la Peña recordó que hubo una condena al derribo de las avionetas en el seno de la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas, así como el veredicto de culpabilidad en un juicio civil contra el Gobierno de Cuba.

Entonces, el cubano Gerardo Hernández, cabecilla de la Red Avispa de espionaje cubano en EE UU, fue condenado por conspirar para materializar el derribo de las avionetas.

Sin embargo, Hernández, que fue sentenciado a dos cadenas perpetuas, junto a otros cuatro integrantes de la red de espionaje, obtuvo el perdón del presidente Barack Obama, como parte del proceso que restablecería las relaciones diplomáticas con Cuba en el 2014.

Tras 29 años del horrible suceso, los familiares de Armando, Carlos, Mario y Pablo refuerzan sus ansias para juzgar a los militares cubanos por su participación en la consumación del hecho.

“Habrá justicia. Algún día un tribunal internacional atenderá el caso y habrá justicia”, resaltó De la Peña.

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