El más importante garante de un estado democrático es la separación de poderes y en Cuba no existe tal delimitación. Los poderes ejecutivo, legislativo, y judicial están cosidos al mismo entramado político-ideológico. La conjunción de esas tres fuerzas bajo el dominio de una misma persona, deja a los demás componentes sociales expuestos a los caprichos, al despotismo y a la arbitrariedad de quienes ejercen el poder. Esa manera de proceder, sin el contrapeso de los medios de comunicación, el llamado "cuarto poder", propicia que el Estado en Cuba despliegue una autoridad ilimitada en cada decisión que toma.
Dadas las características del sistema electoral cubano habría que agregar que el dominio de las urnas es uno de sus fuertes y que está intrínsecamente regulado por los tres grandes poderes. La organización institucional del Estado está concebida para que la ley, el gobierno y la justicia actúen monolíticamente.
El poder del proceso electoral
El proceso de elecciones generales en Cuba convocado para octubre, verá su colofón en febrero de 2018. Todo indica que el actual mandatario, el General del Ejército Raúl Castro Ruz, no será reelegido como Presidente del Consejo de Estado y de Ministros de Cuba por una simple razón: porque así lo decidió él mismo.
Si no ocurre un giro de última hora, será la primera vez que en la Cuba autodenominada comunista el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC) no sea el Presidente del Consejo de Estado. Será una situación inédita que derivará cientos de análisis cuando se comiencen a seguir con lupa los movimientos, comunicaciones y transferencia de funciones entre dos órganos que aunque aparentan ser distintos, son uno mismo.
Desde que Fidel se autoproclamara primer ministro entre 1959 y 1976 y después fuera investido presidente, elección tras elección hasta 2008, las elecciones en Cuba son más previsibles que el final de una película pornográfica. Durante todo ese tiempo, Fidel, además, ejerció como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. También mandaba sobre el ejército. Más grave que esta sucesión de cargos al más alto nivel es que él mismo fungió como primer secretario del PCC desde 1965 hasta el año 2011.
Cuando la enfermedad asedió y venció al Comandante en Jefe, Raúl Castro fue elegido para ostentar todos los cargos de su hermano, como si de una herencia se tratara. La secuencia descrita representa la intríngulis del poder absoluto.
Pero esta es solo la punta del iceberg del cuerpo argumental que explica que la separación de poderes en Cuba es una entelequia.
Hagamos un recuento de cómo se ordena el poder en Cuba según los propios argumentos del régimen:
- La Asamblea Nacional del Poder Popular es el órgano supremo del poder del Estado. Representa y expresa la voluntad soberana de todo el pueblo.
- La Asamblea Nacional del Poder Popular es el único órgano con potestad constituyente y legislativa en la República.
- La Asamblea Nacional del Poder Popular se compone de diputados elegidos por el voto libre, directo y secreto de los electores, en la proporción y según el procedimiento que determina la ley.
- La Asamblea Nacional del Poder Popular es elegida por un término de cinco años.
En este punto del reglamento aclaran que éste término sólo podrá extenderse por acuerdo de la propia Asamblea en caso de guerra o a virtud de otras circunstancias excepcionales que impidan la celebración normal de las elecciones y mientras subsistan tales circunstancias.
- La Asamblea Nacional del Poder Popular, al constituirse para una nueva legislatura, elige de entre sus diputados a su Presidente, al Vicepresidente y al Secretario. La ley regula la forma y el procedimiento mediante el cual se constituye la Asamblea y realiza esa elección.
- La Asamblea Nacional del Poder Popular elige, de entre sus diputados, al Consejo de Estado, integrado por un Presidente, un Primer Vicepresidente, cinco Vicepresidentes, un Secretario y veintitrés miembros más.
- El Presidente del Consejo de Estado es jefe de Estado y jefe de Gobierno.
- El Consejo de Estado es responsable ante la Asamblea Nacional del Poder Popular y le rinde cuenta de todas sus actividades.
Este jeroglífico institucional funciona como un circuito cerrado. Comienza donde termina y viceversa. Muestra a la legua que el poder en Cuba recae en una misma persona, el Primer Secretario del Partido. Esa es la razón por la que Cuba puede permitirse unas elecciones sin Raúl Castro y soportadas por un pueblo colmado de necesidades básicas. Las principales columnas del sistema no se podrían venir abajo debido al simple padecimiento del cubano común, pues eso es lo que viene pasando desde que se disolvió el bloque socialista en 1990. Podría pensarse que necesidades tras necesidades, humillaciones cotidianas tras humillaciones cotidianas, el pueblo sigue votando a los mismos.
¿Acaso es así? Obviamente no. En Cuba no existe el voto directo, se elige a representantes que luego eligen a otros representantes y así sucesivamente hasta llegar al que será el presidente del Consejo de Estado, entidad suprema que regula al Parlamento y designa la Comisión electoral Nacional. No existe una fórmula de voto realmente participativa o realmente secreta.
Por otro lado, si un ciudadano no participa, no vota, o vota en blanco, podría verse de frente con la justicia, o con esa otra represión sutil en la que el poder tiene todos los mecanismos para no dejar prosperar al indómito. Sin las garantías constitucionales de poderes cuyos márgenes sean claros, el ciudadano siempre será un individuo indefenso frente a quienes ostentan el poder. Las instituciones serán débiles frente a quienes ostentan el poder. Mientras, el Estado omnipresente y omnipotente se alimenta de la indefensión y la debilidad.
Ningún sistema democrático moderno es perfecto. Todos son perfectibles y por tal razón, cada uno de ellos evoluciona hasta lograr líderes colectivos que mejoren constantemente la representación del pueblo. Cuba siquiera se ha mirado por dentro para hacer una reflexión sobre el aislamiento al que somete a sus propios electores, con tal de que no aprendan o comprendan cuales son sus verdaderos derechos una vez cumplidas todas sus obligaciones.
La isla requiere un Estado regentado por órganos con un estatus jerárquico simétrico, con suficientes garantías para que los llamados “poderes” actúen de forma independiente, sin presiones, sin chantajes, sin compromisos y sin amenazas.
En Cuba, la fiscalía General de Estado está sometida a la Asamblea General de Poder Popular, que está sometida al Consejo de Estado, que está sometida al Partido gobernante.
Eso es porque el poder absoluto del partido único, el Partido Comunista de Cuba está asociado al poder legislativo y, a este a su vez es el encargado de establecer los sutiles o fragantes mecanismos de represión contemplados o no por la ley.
En la próxima entrega: Cuba. Elecciones sin separación de poderes II
FUENTE: REDACCIÓN