Artemisa, la localidad más afectada en la isla, mostraba escombros, lodo, afectaciones a estructuras físicas, tendido eléctrico en el suelo y más desesperanza ante la peor crisis registrada en la nación insular
Un joven camina afuera de una casa dañada y rodeado de agua de lluvia tras el paso del huracán Rafel en Batabano, provincia de Mayabeque, Cuba, el 7 de noviembre de 2024.
AFPLA HABANA.- La isla aún no se había recuperado de los embates del huracán Óscar cuando llegó Rafael, dejando aún más caos entre la población. Viviendas demolidas, una nueva ola de apagones, inundaciones y la falta de acciones rápidas para la contingencia forman el panorama que se muestra solo días después de la tormenta.
La dictadura, a través del Instituto de Meteorología de Cuba (INSMET), registró vientos sostenidos de hasta 185 kilómetros por hora y lluvias intensas que alcanzaron los 200 milímetros. Las localidades de Alquízar y Güira de Melena, en Artemisa, fueron particularmente las más afectadas, con barrios enteros bajo el agua, rodeados de escombros y cultivos dañados.
El huracán Rafael, que ingresó el miércoles 6 de noviembre en horas de la tarde con la fuerza de un ciclón de categoría 3 de las 5 en la escala Saffir-Simpson, se llevó a su paso gran parte del estadio de béisbol de Artemisa.
Por su parte, el hospital de la provincia sufrió daños moderados en su infraestructura, incluida la pérdida de ventanas, lo que obligó al personal sanitario a mantenerse en alerta para salvaguardar a los pacientes que se encontraban recibiendo atención médica.
El sector agrícola también se vio afectado. Se registraron pérdidas significativas en Güira de Melena, donde numerosas plantaciones quedaron parcialmente destruidas, con árboles arrancados de raíz, canales de riego obstruidos y caminos rurales intransitables.
De acuerdo con datos de la prensa oficial de la dictadura cubana, el fenómeno meteorológico afectó a más de cuatro millones de cubanos, y se estima que se intensifiquen las labores de evaluación de los daños en viviendas y entidades públicas una vez que el huracán haya abandonado el territorio.
Ramas caídas, tejados destruidos y fachadas de viviendas en ruinas forman el paisaje en Artemisa. La carretera que conecta La Habana, la capital cubana, con esta localidad amaneció el jueves con torres de alta tensión tiradas en el suelo y sus estructuras de metal retorcidas.
Nada parece salir bien para los cubanos. En los últimos meses, la crisis alimentaria se ha agravado, los apagones son constantes y el dinero escasea. La represión aumenta ante cualquier grito de libertad. A esto se suma la tragedia de reponerse de los estragos causados por las torrenciales lluvias y las ráfagas de viento.
"Ahora, se va el huracán y tenemos otro apagón; o sea, que no vamos a tener agua. ¿Cómo vamos a cocinar, qué agua vamos a tomar?", dijo una ama de casa de 49 años, frente a su casa en Candelaria, un poblado de 20.000 habitantes a 40 km de playa Majana, sitio por donde entró Rafael, en declaraciones a la agencia de noticias AFP.
“No hay esperanza. Cuando se han vivido tantas cosas horribles en esta vida", agrega la mujer, recordando que es el segundo apagón general en menos de tres semanas. “¿Qué país puede desarrollarse así?”, reflexionó.
En La Habana, los habitantes amanecieron con palas y cubetas en sus manos, en un afán por limpiar y despejar las calles de toda la basura que dejó el ciclón.
El Centro Nacional de Huracanes (NHC), con sede en Miami, alertó que Rafael "sigue alejándose del oeste de Cuba", por lo que es posible que persistan marejadas ciclónicas, vientos y lluvias.
El servicio eléctrico volvió a fallar. A escasas semanas de haber vivido un apagón total por varios días, el Servicio Eléctrico Nacional (SEN) de la isla sucumbió nuevamente ante los vientos huracanados.
El Ministerio de Energía y Minas del régimen cubano explicó que, además de la complejidad técnica para el restablecimiento, enfrentan la tarea de reparar físicamente cables y postes dañados por los fuertes vientos.
“Se trabaja en la creación de subsistemas eléctricos en el centro y el oriente de Cuba. En occidente, este proceso será más lento, ya que se deben revisar las líneas y las instalaciones eléctricas necesarias”, señaló el MINEM en redes sociales, pidiendo paciencia a los habitantes.
En un comunicado emitido por la Unión Eléctrica (UNE) y reseñado en la prensa, se informó que, cuando los vientos del huracán Rafael alcanzaran los 60 kilómetros por hora, “se realizaría la desconexión controlada de los circuitos de distribución en aquellas zonas afectadas (…) para evitar accidentes y fallos en las redes eléctricas”.
Al conocer esta medida, los pobladores no dudaron en cuestionarla. Mientras tanto, la UNE anunció que los apagones abarcarían poco más del 47% del territorio nacional en el horario pico (tarde-noche) del miércoles.
Actualmente, la afectación diaria del servicio eléctrico mantiene los valores máximos previos al apagón nacional que ocurrió del 18 al 22 de octubre.
Rafael es el segundo huracán que golpea a Cuba en lo que va del año. A principios de octubre, el huracán Óscar impactó el extremo nororiental de la isla, dejando un saldo de ocho fallecidos, dos desaparecidos, daños en 12.000 viviendas y la pérdida de 13.000 hectáreas de cultivos.
FUENTE: REDACCIÓN
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