CARACAS/ESPECIAL.- La premisa sobre la que el gobierno de Nicolás Maduro se ha ido moviendo, donde presumiblemente se podría conciliar la “normalidad” o “estabilidad” económica con un modelo político de autoritarismo cerrado que quebranta abiertamente las garantías democráticas, no parece viable.
Ante un inminente periodo de aislamiento de la región, Maduro ha vuelto a tocar la puerta de los BRICS (Nombre que recibe el grupo conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) como estrategia para eludir las consecuencias de mantenerse en el poder después del 10 de enero de 2025 aunque no haya logrado demostrar a la comunidad internacional que ganó la elección presidencial celebrada el 28 de julio.
Los países que integran al grupo BRICS engloban a más del 40% de la población mundial y representan alrededor del 26% de la economía global. Este grupo ofrece un foro alternativo para los países fuera de los canales diplomáticos que se consideran dominados por las potencias occidentales tradicionales.
Inicialmente, el BRICS surgió como un grupo de países con economías emergentes. Sin embargo, los integrantes del grupo se convirtieron en la última década en una instancia que busca consolidar un modelo geopolítico alternativo al de las siete principales economías del mundo (G7). Venezuela, ahogada en una nueva recesión, ve en este grupo una alternativa a sus problemas financieros y especialmente, una opción para evadir las sanciones comerciales impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea.
Esta no es la primera vez que Maduro ve al BRICS como una tabla de salvación. El pasado año, mientras mantuvo relaciones fluidas con el presidente Luis Ignacio Lula Da Silva, aprovechó su visita a Brasil para reiterar su intención de incluir a Venezuela en el grupo de economías emergentes. En estas reuniones, el mandatario venezolano explicó a sus pares que requería más apoyo económico y comercial en vista de las sanciones que mantienen los Estados Unidos contra Venezuela.
Más distancia
A partir de la invasión a Ucrania, la distancia entre Occidente y los países BRICS se ha incrementado. Ninguno de los integrantes del grupo participa en las sanciones contra Moscú.
No obstante, la petición de Maduro de incorporar a Venezuela al BRICS fue rechazada. Sin embargo, a partir del 28 de julio y ante la posibilidad que el país sufra un nuevo periodo de asilamiento, el gobierno venezolano ha insistido en la posibilidad de su ingreso al grupo.
De hecho, Yvan Gil, canciller del gobierno de Maduro, anunció recientemente que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, invitó a Maduro a participar en la cumbre BRICS que se efectuará el 23 y 24 de octubre en la nación euroasiática.
No obstante, a diferencia del último año, las relaciones entre Maduro y el presidente de Brasil se han deteriorado notablemente, especialmente después que Lula Da Silva sostuviera que no puede reconocer, sin que se presente evidencia que la respalde, la victoria de Maduro en la elección presidencial y por ende su continuidad en el poder a partir de enero.
La primera petición formal para integrarse al grupo de BRICS fue presentada por el gobierno de Maduro durante los primeros días de agosto de 2023. La petición se discutió en la cumbre del grupo que se desarrolló en Johannesburgo entre el 22 y 24 de agosto del pasado año.
En esencia no existen criterios claros para admitir a nuevos integrantes al grupo, salvo que se trate de economías grandes, en rápido crecimiento y con alto nivel de desarrollo económico. Ninguna de estas tres condiciones las cumple Venezuela lo que provocó que la petición de ingreso fuese rechazada.
En el pasado, para justificar el ingreso de Venezuela al BRICS, Maduro prometió poner a disposición del grupo los yacimientos de petróleo del país.
Problema inflacionario
Según el más reciente informe de la firma CarpeDiem “las victorias que con altísimo costo el gobierno de Maduro ha conseguido en la lucha contra la inflación y en el despertar de las inversiones comerciales domésticas, pueden verse revertidas. Por una parte, los equilibrios que sostienen la disminución de la inflación son frágiles, por otra, los efectos de las políticas de apertura del gobierno hacia el sector privado se desvanecen en la medida que una canal fundamental para las decisiones de inversión, como es la confianza en las instituciones, desaparece del horizonte”
La firma sostiene que “en los últimos 12 meses los esfuerzos de las autoridades monetarias por anclar el tipo de cambio para disminuir las presiones inflacionarias han sido exitosos (…) el tipo de cambio oficial sólo se ha depreciado 5,8%, cuando en los 12 meses anteriores la depreciación registrada fue de 74,8% la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo se mantuvo cerrada (nunca mayor al 6% al menos hasta marzo de este año)”.
No obstante, advierten que problema es que mantener el tipo de cambio oficial anclado en el promedio de 36,06 Bs/US$ (como en los últimos 12 meses), se hace cada día más difícil, pues el paralelo se escapa y en agosto está 16% por encima del oficial, aunque en algunas cotizaciones diarias se ha puesto hasta 20% por encima. Las razones son obvias. Cuando no hay oferta suficiente en el mercado para atender una nerviosa demanda, ésta se desplaza al paralelo (un mercado con menos dotación).
Aunque la firma reconoce que “las inversiones petroleras son bastantes indiferentes al tipo de régimen político (autoritarismo o democracia)”, también indica es que son “sensibles a la legitimidad de quien gobierna y a las prácticas que aseguran un mínimo estado de derecho”.