@IlianaLavastida
Tras el anuncio del proceso de acercamiento entre Cuba y EEUU en diciembre de 2014, la mayor de las Antillas se convirtió en el destino del momento.
Sin embargo, o quizás por todas esas razones, quienes nunca han padecido una realidad similar, experimentan un deseo incontenible de conocer de cerca a ese animal exótico y prehistórico del Caribe y van a Cuba.
Ahora, con la reanudación de los vuelos regulares tan anunciados y celebrados, así como con el abaratamiento de los boletos aéreos entre EEUU y Cuba, además de los famosos y los políticos, el número de turistas que fijan el destino de sus vacaciones en la isla es cada vez más creciente y es ahí donde se origina el problema crucial de esta nueva etapa.
Cuba no está capacitada con una estructura de terminales aéreas, ni un desarrollo tecnológico que le permita asimilar esa llegada cuantiosa de viajeros de un solo golpe.
Así lo refleja un artículo publicado el 7 de septiembre en The Wall Street Journal que cita la opinión emitida por Peter Cerda, vicepresidente regional de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, quien ha trabajado con las autoridades cubanas y las líneas aéreas estadounidenses para concretar la frecuencia de vuelos entre ambos países. "No va a ser una experiencia fabulosa”, reconoció Cerda, pero no va a ser mala”.
A la vez advirtió, "Tarde o temprano, la tecnología que damos por sentado ahora… tendrá que ser puesta en marcha en Cuba."
Y ese es precisamente el lado flaco que más golpea la eficiencia en el proceso de recepción de la llegada de viajeros a Cuba. Tal y como lo describe el mencionado artículo en el portal digital del medio estadounidense, unido a las demoras para el procesamiento de documentos, teniendo en cuenta las complejidades de las regulaciones de inmigración fijadas en la isla.
El resurgir de los viajes entre ambos países, según lo menciona The Wall Street Journal, parece ser un proceso sin retroceso, para el cual las aerolíneas están mostrando su mejor disposición y por lo que incluso están creando mecanismos, como llevar mecánicos y oficiales de seguridad en la tripulación, así como resguardarse con algunas piezas de repuesto.
El mayor reto a partir de este momento quedará en la parte cubana. Ahora el pretexto no podrá ser que el país se encuentra aislado ni bloqueado.
Con el incremento de visitas que todavía muchos de este lado del estrecho critican y consideran incomprensible, todo lo que hasta ahora constituyó un misterio y sirvió de argumento para justificar políticas fracasadas en la isla irá quedando al descubierto.
No significa que el contacto con turistas, ni la tecnología de punta, ni la llegada de personas de libre pensamiento provocarán en Cuba de repente los cambios que la creciente lucha opositora no ha logrado. Sin embargo, lo que sí resulta innegable es que para la entrada de dólares a la que el viejo sistema no puede resistirse, con la afluencia cada vez mayor de vuelos, no sólo serán adelantos tecnológicos los que se impongan como necesidad en ese país al que sus gobernantes han pretendido mantener estancado en el tiempo.