domingo 8  de  diciembre 2024
CUBA

Régimen castrista arremete otra vez contra los taxistas

Los conductores que prestan servicio dentro de la capital cubana corren el riesgo de perder sus licencias ante la intransigencia del régimen de Castro
Diario las Américas | IVÁN GARCÍA
Por IVÁN GARCÍA

LA HABANA. Poco después de la cinco de la mañana, antes de caminar medio kilómetro hasta la casa del dueño de un Ford con chasis de 1948, Reinerio, 56 años, apura su pan con tortilla y el habitual café fuerte del desayuno.

El propietario del Ford se lo alquila por 600 pesos diarios (unos 27 dólares al cambio) y con él conduce durante 12 horas por las irregulares calles de La Habana.

El automóvil fue fabricado en los talleres de Detroit con la chatarra del armamento de la II Guerra Mundial. En Cuba los viejos carros americanos son conocidos como 'almendrones' y han ocupado portadas de revistas y han sido objeto de comentarios por parte de políticos extranjeros que abogan por reformas económicas en la Isla.

Pero pregúntenle a cualquier dueño de estos cacharros del siglo pasado lo que han tenido que inventar para mantenerlos rodando y conocerá que las carencias engendran creatividad. Gracias al talento de los mecánicos locales, la colección de Ford, Chevrolet, Cadillac, Chrysler y otras marcas de hace 60 o 70 años, hoy sirven de taxis en la ruidosa, sucia y desvencijada capital cubana, que a pesar de la desidia estatal, se resiste a perder su encanto.

El negocio

No pocos conductores le han puesto motes a sus vehículos. “A mi Ford yo le digo 'la ONU', pues tiene piezas de al menos 15 países”, dice Sergio, el dueño del auto que se lo alquila a Reinerio.

“Tengo dos autos y un jeep que rento como taxis. Por los carros, de cinco plazas, cobro 600 pesos diarios, de lunes a sábado, el domingo es para el chofer. Si él quiere trabajar ese día, la ganancia es suya. El jeep, de diez asientos, lo alquilo por mil pesos diarios. Solo tengo tres choferes, gente de toda mi confianza. Ellos deciden cuantas horas quieren trabajar. El combustible lo compran ellos”, detalla Sergio.

Reinerio revisa el motor, el combustible y el aceite antes de sentarse detrás del volante. El interior del auto está tapizado en negro con bordes blancos. Pegado al cristal delantero una bandera de Estados Unidos y un crucifijo plástico. Cuando llega a la Calzada de Diez de Octubre, comienza a recoger pasajeros. Es el momento de encender el equipo de audio, casi siempre con un insoportable reguetón a todo volumen.

“Trato de no matarme trabajando. Hay días buenos y días malos. Como promedio, manejando 12 horas diarias, obtengo 600 pesos de ganancia. Pero cualquier botero (taxista), sea dueño del auto o se lo alquile a alguien, sabe que tiene que tener una reserva para cuando el carro se rompa o necesite comprarle neumáticos o piezas de repuesto. En mi caso, esos gastos son a la mitad con Sergio, el dueño”, dice Reinerio.

Antecedentes

Antes de ser taxista particular, Reierio manejaba una 'guagüita' en una empresa estatal. Su salario era de 300 pesos (menos de 14 dólares). "Actualmente, con el dinero que gano, mi familia desayuna, almuerza y come, además de garantizarle ropa y aseo. Una vez al año rento una semana en un hotel todo incluido de Varadero o un cayo. ¿Tú crees que eso sea un lujo? Compadre, eso es lo más normal del mundo en cualquier país donde uno se parte el lomo pinchando”, señala Reinerio.

Cuando se le pregunta sobre las nuevas medidas que el Estado pretende implementar a los taxistas privados en La Habana, afiliarlos a cooperativas de transporte vendiéndole el combustible a precios subsidiado y las piezas de repuesto (si las hay) , con un 20 por ciento de descuento, iracundo, Reinerio responde:

“Nueve de cada diez taxistas no van afiliarse a ninguna cooperativa. Socio, es que este gobierno nunca ha sido bueno. Es una manera de controlarte. Nos tienen miedo. Los taxistas les hemos salido contestones y la mayoría no se ha dejado meter el pie y seguimos cobrando las tarifas que entendamos. Yo prefiero comprar el combustible en el CUPET y hacer las carreras fijando el precio que estime conveniente. Eso de venderte piezas con el 20 por ciento de descuento es un chiste de mal gusto. En las tiendas por divisas venden las piezas para autos a precios que están gravados con impuestos como del 300 por ciento, y a no ser por una urgencia, los taxistas compramos las piezas y neumáticos a personas que las traen del extranjero y las venden muchísimo más baratas que el Estado”.

El trabajo privado nunca ha sido bien visto por la autocracia de los hermanos Castro. La independencia económica, la posibilidad de ahorrar dinero y no estar afiliado a un sindicato -que es lo más parecido a un capataz-, transforma al hombre o mujer que hasta ese momento ha sido obediente, adoctrinado y dependiente de un salario estatal para comer, vestirse o recrearse, en un ser humano libre.

Al régimen verde olivo esa autonomía le preocupa. La mayoría de los 900.000 cubanos que hicieron turismo en su propio país y los más de 700.000 que viajaron al extranjero en 2016 y con su esfuerzo se pagaron un crucero o una estancia en Punta Cana, son trabajadores particulares.

Desde luego, es un mito eso de que ganan dinero a chorros. Imposible, con los impuestos leoninos y las fiscalizaciones de corte policial. Pero los más de 560.000 cuentapropistas, perciben que viven mejor dependiendo de ellos mismos.

Sus salarios triplican los sueldos estatales y no tienen que asistir a las tediosas reuniones de centros laborales del Estado para recordar el 91 natalicio del difunto Fidel Castro o firmar un panfleto en apoyo a la dictatorial Asamblea Constituyente convocada por el impresentable presidente venezolano Nicolás Maduro.

“Más nunca le trabajo al Estado. Si quieren quitar los taxis privados, van a tener que quitarse la careta y no inventar más cuentos ni mecanismos de camuflaje, cuyo objetivo es amaestrarnos. El gobierno siempre busca la forma de jodernos”, subraya Reinerio, mientras dribla un reguero de baches en la Calzada Diez de Octubre.

La docena de taxistas consultados para DIARIO LAS AMÉRICAS sospechan que el gobierno pretende desmantelarlos utilizando como pretexto la compra ilegal de piezas y combustible a organismo del Estado y por supuestamente infringir las normas del empleo privado, declarando gravámenes inferiores a los que corresponden.

“Este gobierno no ha durado 60 años por gusto. Tienen buena memoria y no se les olvida el amago de huelga que quisimos hacer los taxistas y que no nos hemos plegados a sus dictámenes”, expresa Reinerio.

Ahora, presienten los taxistas, el régimen va contra ellos.

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