Quien ha pisado Venezuela o conoce algún venezolano puede que descubra que una de las principales características de este pueblo es el humor. Muchas veces esa virtud es la que le ha restado dramatismo a algunas de las situaciones intensas por las que últimamente el pueblo venezolano ha atravesado.
Hasta hace algunos años –antes de que el chavismo entrara de lleno al poder y socavara las bases de la sociedad–, Venezuela era un hervidero de humoristas: programas como Bienvenidos traspasaron fronteras; Radio Rochela transmitido por RCTV, canal cerrado por el chavismo, es el más antiguo de su tipo en el planeta y es incluso anterior al legendario Saturday Nigth Live de la televisión en EEUU.
En la prensa circulaba El Camaleón, un suplemento editado por El Nacional en el que varios humoristas hacían alarde de un humor con inteligencia.
Las mofas al Gobierno estaban, pero el Gobierno las respetaba o al menos fingía que lo hacía. En 1998 había dos programas que se burlaban de la entonces alcaldesa y candidata presidencial Irene Sáez (Miss Universo 1981). Sáez, sin ningún tapujo, y para sorpresas de muchos, apareció en ambos canales para burlarse de sí misma.
Hoy en día hacer humor en el “país más feliz del mundo” es toda una proeza, que lo digan Rayma Suprani, Emilio Lovera, Claudio Nazoa, Laureano Márquez, Eduardo Sanabria “Edo”, Ernesto Weil y Fernando Pinilla, quien ilustra la edición de hoy. Sus burlas y críticas han tratado de ser acalladas desde Miraflores.
Dicen que el humor es siempre una muestra de inteligencia. Quizás por eso Maduro no lo comprende.