domingo 9  de  febrero 2025
OPINIÓN

Chiflado por la radio

Todavía la radio es simple e íntima. Y llegado el caso de que sea comercial, no es un mero negocio. El medio, con su  presencia cercana al siglo, siempre ha tenido al servicio público como atributo

Diario las Américas | FRANK DÍAZ DONIKIÁN
Por FRANK DÍAZ DONIKIÁN

Sí, soy un chiflado por la radio. Apenas suena una de esas publicidades con acento rioplatense sobre autos nipones, me cambio de una a otra estación, y así me entero de  todo un poco.

La radio sigue siendo diversa y especializada, aún cuando el diapasón de escucha se haya reducido por la crisis económica global que parece perpetua. Ya hace algunos años, por ejemplo, varios estados europeos cerraron sus emisiones de alcance mundial por onda corta, debido a urgidos recortes de gastos.

Todavía la radio es simple e íntima. Y llegado el caso de que sea comercial, no es un mero negocio. El medio, con su  presencia cercana al siglo, siempre ha tenido al servicio público como atributo.

Los dos fracasos acaecidos hasta el verano del 2015 por establecer en la 1450-AM una programación destinada a las comunidades hispanas en Miami-Dade, son un recordatorio: la radio es cosa seria y de calidad.

Tampoco la radio es tan frágil y volátil como antes. Al menor giro de un botón, seleccionando a demanda o en vivo por Internet, y a través de un teléfono inteligente, ahora se aprehende la mar de espacios de cualquier lugar y toda ralea.

La radio de mi preferencia es la que acompaña a soñolientos conductores en las mañanas, contándoles cómo gira el mundo, mientras van por esos atestados caminos de Dios. En nuestros contornos Bernadette Pardo, Napoleón Bravo, Rodríguez Tejera y José Alfonso Almora, entre otros, son rostros sonoros en la muchedumbre. Todos están en diferentes antenas,  algunos de ellos hasta en el misma franja horaria, pero con audiencia de sobra para cada quien.

Gusto de las entregas vespertinas, perfectas para soportar el tráfico de vuelta, brindadas en distintos bandos del dial por Agustín Acosta, Pepe Forte y Mario Andrés Moreno, con tremenda retroalimentación vía telefónica o por las redes sociales.

Y en las noches estoy a dos caballos entre Marta Flores y Enrique Encinosa, quienes en sus respectivas plantas y a la hora estelar de la televisión, departen con tantísimos oyentes e invitados de lujo, entre los cuales se cuentan el Dr. Gustavo León e Igor Paklin, ambos versados en temas históricos.

En la radio no hay esos atosigamientos por los cortes como en la TV. Por ende, se lleva mejor el hilo de una entrevista, relato o discusión. Sin embargo, hay programas que todavía interrumpen algo de sumo interés para emitir en definitiva aburridos mensajes públicos o de “autobombo” ante la escasez de verdaderos comerciales.

Es de agradecer que tras muchos micrófonos en el ámbito miamense hayan comunicadores cultos y con oficio, quienes hablan por nosotros o con nosotros. Cuando informan, detallan, y escuchan nuestras opiniones sobre contextos políticos, sociales o económicos, nos dan la oportunidad de ser ciudadanos mientras desempeñamos otros roles.

De tal modo, Miami posee radio y en nuestro idioma, como para escoger a la carta. Empresarios venezolanos han establecido con éxito dos frecuencias, cubriendo el sudeste de Florida. Grupos colombianos y españoles mantienen otra emisora de alta potencia en el mismo espectro. Y desde octubre pasado está al aire Radio Miami, propiedad del periodista dominicano Leonel Peña, bajo el indicativo WOCN en la onda 1450-AM.

Así las cosas, siento que el empresariado de origen cubano se ha quedado a la zaga en materia de medios masivos en general. Hay quienes han amasado sus fortunas dentro del mundo musical o del disco, y en lo particular ni han contemplado a la radio entre sus inversiones.

La radio es un canal de bajo costo para desplegar valores y cultura de todo pueblo, que en el exilio son elementos imprescindibles hasta para sustentar la autoestima. Ante tal razón, una estación identificada con el palpitar de gran parte de una comunidad tendrá seguros índices de escucha, patrocinios y consiguientes ganancias.

Dos emisoras hacen lo posible por representar a los cubanos como la mayoría de los emigrantes latinos en este pedazo de país. Pero ambas tienen una marcada tendencia generacional, en la cual no se ven reflejados los jóvenes.

La generalidad de la emigración cubana no es rica. Pero, existe cuantioso talento artístico e intelectual recién llegado o ya afincado para emprender una nueva empresa radial, venturosa inclusive en lo económico.

Es lamentable que una estación, antiguamente sentida como suya por los cubanos, empezando por el superlativo del mote de antaño; hoy difunda melodías sólo interrumpidas por un espacio informativo captado por la costumbre, algún programa pagado… o sencillamente el silencio.

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