sábado 8  de  febrero 2025
MÚSICA

Ferlo, un cantaor que deja su alma en las tablas

El joven venezolano, que busca abrirse paso en la Capital del Sol, es un apasionado del flamenco y cree fervientemente qu el género vivirá por siempre
Por GEYSELL CISNEROS

MIAMI.-Aunque la geografía quiso que Ferlo naciera en Palo Negro, un pueblito en las afueras de Maracay, Venezuela, el destino le regaló un alma gitana y auténtica que descubrió en el cante flamenco, una fuerza capaz de convertirlo en un artista.

“Mi historia en el mundo de las artes comienza a los cuatro años cuando mi padre me lleva a una plaza de toros y después a ver un espectáculo de flamenco. Desde ese momento quedé fascinado con el baile, el cante y lo que transmitía todo eso”, explicó a DIARIO LAS AMÉRICAS.

El cantaor, que también fue torero, explica por qué decidió enfocarse en el arte del flamenco y dejar de lado la vida de banderillero.

“Le cogí más amor a las tablas que al ruedo, me da más felicidad y menos miedo estar en el escenario. A partir de los 11 años comencé a escuchar mucha más música española fuera de mi casa, en donde nunca se tocó. Allí reinaba la música nacional y de la época”, resaltó.

A pesar de no haber nacido en el seno de una familia con costumbres ibéricas, para Ferlo, su cercanía con este ámbito es algo mágico.

“Creo particularmente que es un regalo. Cuando no tienes escuela de algo, no tienes una raíz de donde puedas absorber ese duende, esa pasión flamenca, entonces Dios te toca y te dice: tú llévalo y búscate, invéntate”, comentó.

Mientras crecía comenzó a descubrir nuevos lugares y personas que lo llevaron por el camino del arte.

“En mis tiempos libre asistía a una finca en la que la ganadera era una artista que cantaba divinamente, yo la escuchaba y comencé a imitarla hasta que me escuchó cantando y me sugirió que me dedicara a eso. Desde ahí comencé a buscar el flamenco y aprendí muchas cosas a través de internet, en donde tuve la posibilidad de conocer el flamenco desde sus inicios hasta el día de hoy”, resaltó.

Sobre sus preferencias, Ferlo explicó que la música es la fuerza esencial, y que los géneros no son más que caminos que le gusta explorar.

“Canto de todo: boleros, baladas, pero siempre con la pincelada flamenca, que es lo que soy yo”, ratificó. “Siempre me ha gustado la calle, donde creo que están los mejores, y me siento un artista bohemiamente urbano”, agregó.

Si bien el flamenco continúa vigente en el ámbito musical, el intérprete considera que deberían existir más oportunidades.

“Para nosotros los flamencos, como es un género que se escucha poco en los medios de comunicación, nos es más complicado abrirnos hacia el mercado, porque hay otros géneros que ahora dominan el monopolio de la música. Es una lucha, pero creo que cuando se tiene talento Dios te pone todo y pasan las cosas”, aseveró.

Cantar es su pasión, por lo que le es difícil decidirse por un artista o género específico.

“Me considero un intérprete, no soy compositor. Me gusta cantar temas del Trío Matamoros, de Cuba, desde Lágrimas negras hasta Javier Solís y Chavela Vargas, o mi artista favorito Juan Moneo, El Torta, una institución del canto. Me gustan mucho las rancheras pero siempre con estilo aflamencao”, acotó.

Antes de subir a las tablas, Ferlo también tiene su ritual y lo practica con gran ahínco, porque sabe que encarará a su mayor crítico: la audiencia.

“Soy muy gitano, me tomo dos copitas y voy arriba. Soy un bohemio también, tengo que estar en un punto muy específico para poder interpretar mi arte. Me transformo, aunque me aterro del miedo minutos antes, cuando veo al público que espera y que tiene la potestad de calificar la actuación. En el escenario tienes que ser el mejor”, afirmó.

Pero no todo en el camino del cantaor para ser un artista más completo ha sido victorioso. Años atrás, cuando emprendía su primer viaje a España para estar más cerca del flamenco y aprender nuevas técnicas, el destino le jugó una mala pasada y fue deportado a su país natal.

“Hay que volver, me dije. Si no se pudo en una, será en otra hasta que se logre. Las cosas cuando son grandes no pueden ser fáciles porque si no, no tienen un sabor grato en los labios. Después de 12 horas preso en Barajas me devolvieron, pero poco tiempo después regresé y tuve la posibilidad de conocer Córdoba”, expresó.

Aunque este revés le dejó una huella, también fue una lección que lo hizo más fuerte.

“Fue una de las experiencias más hermosas que he vivido, aunque también fue muy duro porque yo era un chaval con 20 años, no sabía del mundo ni de nada, y llegar solo, sin el cobijo de tu hogar es difícil. Pero ponerme ahí, descubrir ese canto auténtico de los gitanos, me enamoró perdidamente, es un vicio mortal”, resaltó.

Su arte se basa en la responsabilidad y este principio lo extiende a sus colegas, con quienes pretende reavivar las virtudes del cante.

“El flamenco es patrimonio de la humanidad y creo que los intérpretes que hacemos esto debemos tener un gran compromiso. Espero que podamos extender el género y que comience a abarcar nuevos espacios para que la gente joven se sume”, explicó

Todo su esfuerzo se concentra en ser cada día mejor artista y mostrarle al mundo que las metas se pueden alcanzar.

“Mi sueño más grande es materializar todo ese arte y la lucha que he llevado. También me gustaría, como artista, aportar algo al género. Y si eso abre las puertas a más personas que vengan a hacer algo por la cultura, pues me sentiré honrado”, añadió.

Ferlo se presenta cada miércoles a las 9 p.m., en el Hotel Vintro de Miami Beach y en el restaurante La Bodeguita, en Hialeah, y también en otro escenario de la Capital del Sol.

“Estoy en un movimiento urbano que se llama La bohemia, que acoge a muchos artistas emergentes y que se presenta en el club Barú del Doral, un local magnífico para percibir el arte. Es una iniciativa muy importante porque se unen cinco o seis artistas con gran talento y asisten muchas personas del medio artístico”, puntualizó.

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