ARNALDO DÍAZ BORGES
Especial
Pamplona, situada al norte de España y a cerca de 400 kilómetros de Madrid, multiplica en estos días su población de casi 200.000 habitantes, al recibir a turistas nacionales y extranjeros que vienen atraídos por los toros, el alcohol, el baile y la música
ARNALDO DÍAZ BORGES
Especial
Ernest Hemingway corrió por primera vez el encierro de los Sanfermines el 7 de julio de 1924. Lo acompañaba su amigo Donald Ogden Stewart. Otros dicen que nunca corrió el encierro por miedo. Sin embargo, el testimonio gráfico de la Biblioteca John. F. Kennedy de Boston muestra al autor de “El viejo y el mar” con las vaquillas que se sueltan después de terminar el encierro en la Plaza de Toros de Pamplona.
Un año antes, el 6 de julio de 1923, el Nobel de Literatura, acompañado de su primera mujer Elizabeth Hadley Richarson, había conocido Pamplona y la Fiesta de San Fermin. Hemingway busca el material taurino necesario para una serie de doce reportajes breves que envía al periódico Toronto Star. Dos años después regresa a Pamplona con la idea de retomar la información y escribir una novela. Esta vez lo anima la escritora estadounidense Gertrude Stein. Durante esas fiestas comenzó a escribir la novela “The Sun Also Rises”, que en su versión castellano se tituló “Fiesta”.
Con motivo de la adaptación al cine de la novela “Fiesta”, realizada por Henry King en 1956, llegaron por primera vez las cámaras a Sanfermin. El rodaje del filme se prohibió en España y, gracias a una treta del productor Tedy Villalba, se lograron las imágenes reales de los Sanfermines que aparecen en el largometraje. El resto de las escenas, con actores, se grabaron en los estudios de Hollywood y en Morelia, México. La película, protagonizada por Ava Gardner, Errol Flynn, Tyrone Power y Mel Ferrer, nunca se estrenó en España durante el franquismo.
Ernest Hemingway y su novela “Fiesta” son los máximos responsables de la popularidad mundial de los encierros y las juergas de Sanfermin, especialmente en Estados Unidos. De hecho, “Sanfermin era un acto festivo casi íntimo, con contadas y esporádicas visitas de gentes llegadas de otros puntos del planeta, generalmente excéntricos aventureros en busca de un espectáculo, el encierro, del que vagamente habían oído hablar alguna vez. Hemingway se encargó de transmitir la buena nueva al gran público”.
En julio 1959, Hemingway volvió a ocupar la habitación 217 del Hotel La Perla, de Pamplona. Fueron sus últimos Sanfermines. Alli reafirmó que: “La gente buena, si se piensa un poco en ello, ha sido siempre gente alegre”.
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