Medellín está enclavado en el valle de Aburrá, en la cordillera central de los Andes. Le nombran “la Ciudad de la eterna primavera”. Pero no sólo por la gama infinita de verdes de su increíble vegetación y su envidiable clima es que impresiona la capital del departamento de Antioquia, de la nación colombiana.
Desde los inmensos caseríos construidos montaña arriba como un verdadero desafío a la caprichosa geografía, hasta los pintorescos poblados que parecen sacados de una postal y también las barriadas exclusivas donde radican importantes centros de negocios, hoteles y grandes complejos residenciales, todo en Medellín confluye de manera armónica.
Y es que además del gracejo de los paisas que constituye un rasgo identificativo del lugar, la pulcritud de sus calles, los jardines floridos en la mayoría de las casas y el notable orgullo de los naturales del lugar por la pujanza económica de la zona lo convierten en un sitio mágico.
Si la llegada es el transporte aéreo, cuando el avión sobrevuela Medellín, hay un momento donde fácilmente se puede apreciar que los macizos montañosos superan la altura de las nubes.
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Vista desde el metrocable.
ILIANA LAVASTIDA
Hay que estar dispuestos a recorrer grandes distancias cuando se llega como visitante por primera vez a la capital antioqueña, porque hay mucho qué ver en el recorrido entre un municipio y otro.
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Comuna 13, uno de los poblados construidos montaña arriba.
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Pero Medellín ofrece mucho más que su vegetación exuberante; no por gusto está considerada como una de las mejores ciudades para vivir en Sudamérica y la segunda ciudad en importancia de Colombia, tras su capital, Bogotá.
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Réplica de un pueblito paisa.
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Distingue también como un lugar donde se combinan el desarrollo con la sustentabilidad y cuidado del medio ambiente. Por ejemplo, en todas partes, los envases dispuestos para recoger basura permiten separar los desechos del material reciclable.
Si tuviera que definir con qué colores se identifica Medellín, se podría decir que es verde por sus extensos paisajes, pero también, en las áreas más pobladas, las edificaciones recrean las diferentes tonalidades de la arcilla, gracias a la existencia de una treintena de minas de donde se extrae el material de construcción.
La ciudad se erige en epicentro de negocios cada año cuando acoge a la feria Colombiamoda. En el departamento de Antioquia históricamente han radicado importantes textileras, ello unido al talento de excelentes diseñadores, atrae cada temporada a los más notables exponentes de la industria del vestir.
Otro orgullo de Medellín es la Feria de las Flores, también con frecuencia anual. No en balde sus pobladores mencionan que en la región no falta evento importante para servir de atracción a los turistas.
Una vez allí, las opciones para trasladarse son variadas. La importante urbe cuenta con un sistema de transporte público muy bien organizado en el que destacan el metrocable y el tren urbano. Ambos interconectados de manera tal que con un pago basta para hacer uso de ambos y enlazar diferentes destinos.
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Escultura de Fernando Botero en el centro urbano de Medellín.
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En el centro de la ciudad, otro sitio de visita obligada es el parque donde se exhiben muchas de las emblemáticas esculturas de Fernando Botero, el artista colombiano originario de Medellín, reconocido internacionalmente por los volúmenes irreverentes y exaltados de sus piezas apegadas al estilo figurativo.
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El Peñol de Guatapé, macizo rocoso con una elevación de 220 metros.
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Y en un paraje más distante del ambiente citadino de esa urbe, a 79 kilómetros de la bella Medellín, se encuentra Guatapé, el municipio donde está enclavado un gigante peñón, que se eleva a 220 metros de altura y es el atractivo más conocido de la zona.
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Embalse de Guatapé, visto desde la cima del Peñol.
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Desde la cima del Peñol de Guatapé, al que se llega únicamente con el ascenso de 750 escalones, se divisa un gigantesco embalse, que además de generar energía hidroeléctrica para una buena parte del país y con capacidad de exportar este recurso, también le ha concedido a la zona el calificativo de fortaleza turística.
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Una auténtica bandeja paisa.
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Tres días de visita en Medellín no resultan suficientes para recorrerlo en su totalidad, pero sí basta esa breve estancia para quedarse con el deseo de volver y escuchar las voces amables de sus pobladores, quienes con una sonrisa espontánea muestran hospitalidad al viajero con la musicalidad de una frase común: ¡adelante, bien pueda!