La Piedad es una obra de juventud del aragonés, según ha señalado Miguel, realizada durante la etapa zaragozana del pintor, después de un período de formación en Roma, que se suma al otro lienzo del artista que destaca en la colección de la institución: San Gregorio Magno, Papa.
Importancia de la obra
El fundador del museo, el II Márques de la Vega-Inclán, entendía que Goya era el antecedente del romanticismo, razón por la cual incluyó la representación de San Gregorio Magno en las salas del museo estatal desde su creación hace 100 años.
En ese contexto, La Piedad, según ha manifestado la directora del museo: "habla de un período muy concreto y muy desconocido del autor."
"Normalmente la literatura posterior ha relacionado a Goya, sobre todo los momentos últimos de su trayectoria, con el arranque de una nueva modernidad, de un nuevo estilo pictórico. Sin embargo, los pintores románticos, la primera generación, la segunda generación de pintores románticos, conocieron al Goya neoclásico, incluso al Goya Rococó", agregó.
Así, la nueva obra expuesta por el Museo Nacional del Romanticismo hasta ahora solo había participado en una exposición celebrada en 2015 en el Museo Goya, en la Colección Ibercaja de Zaragoza, Goya y Zaragoza (1746- 1775). Sus raíces aragonesas. El cuadro, como ha especificado la directora del museo, se dio a conocer en 2011 en un estudio de Arturo Ansón Navarro y fue sometido a diversos estudios técnicos en el Museo Nacional del Prado en 2013.
En ese contexto, fue el Museo del Prado, a través de una radiografía, el que descubrió un dibujo subyacente en el lienzo. Como ha señalado Miguel, La piedad esconde un mensaje oculto, pues el artista reutilizaba muchos lienzos. "Se trata de un hombre de cuerpo entero, muy probablemente un San Joaquín, que está barbado y tiene un ángel, situado debajo de una base de preparación rojiza".
Características de La Piedad
La obra, de pequeño formato (83,5 x 58 centímetros), conserva la tela y el bastidor originales y se estima que podría haber sido concebida para la devoción doméstica y encargada por algún miembro de la Iglesia o de la burguesía zaragozana del último tercio del siglo XVIII.
De este modo, constituye una muestra representativa de una de las temáticas menos tratadas por el pintor aragonés, la pintura religiosa, al igual que el citado San Gregorio Magno, como ha añadido Miguel durante la presentación del cuadro.
Goya realizó La Piedad en Zaragoza, después de regresar, en 1771, de su viaje de formación a Italia. La influencia de dicha estancia es palpable en el cuadro, donde se aprecia la inspiración de modelos como, por ejemplo, los de Carlo Maratti, Annibale Carracci o Miguel Ángel.
Asimismo, aunque la figura de Jesucristo, rememora más a las obras de Miguel Ángel, según la directora del museo, la figura de la Virgen, con la expresión, mirada al cielo, manto azul y tónica rosa, recuerda a las demás pinturas que el artista crea en Zaragoza.
En concreto, se trata de un periodo en el que realizó importantes encargos como el de la basílica de Nuestra Señora del Pilar o el ciclo de pinturas murales sobre la vida de la Virgen de la Cartuja de Aula Dei. En esos años, también realizó pequeños cuadros de temática religiosa destinados a la devoción particular, como esta Piedad, cuya datación se ha ajustado entre los años 1772 y 1774.
La obra, presentada es sencilla, ya que se trata de composición triangular en la que destaca el dramatismo. "Es una pintura especialmente dramática que quiere contextualizar ese dolor de la Virgen y pone además los símbolos de la pasión al pie", añadió la directora del museo.
Programa El Museo Presenta
La presentación del cuadro en la Sala del Encuentro se enmarca en el programa El Museo Presenta, un modelo de exposición con el que la institución hace partícipe al público de sus más recientes iniciativas: adquisiciones, restauraciones o nuevas visiones sobre sus colecciones.
Comenzó su andadura en 2019 con la compra y restauración del Retrato de Francisco Aranda de Federico de Madrazo. Tras varias ediciones, más recientemente sirvió para dar a conocer otra relevante adquisición para el museo por parte del Ministerio: un estuche con dos pistolas de duelo y sus accesorios del prestigioso armero Eusebio Zuloaga.
En el caso de La Piedad, se trata de un montaje expositivo ad hoc, al final del recorrido permanente, que permite, como ha indicado la institución, hacer énfasis en la obra, profundizar en el contexto en el que fue realizada y subrayar la importancia de esta adquisición en particular --y de Goya en general-- para el Museo Nacional del Romanticismo.
100 años del romanticismo
La presentación de esta obra de Francisco de Goya es una de las actividades destacadas con las que el museo invita al público a celebrar su primer centenario. Precisamente, en el año de su creación, 1924, según ha destacado la directora del museo, el historiador del arte Manuel Bartolomé Cossío (1857-1935) dirigió una carta a su fundador, el II marqués de la Vega-Inclán.
En ella, expresaba la necesidad de la presencia del genio de Fuendetodos en el entonces Museo Romántico con estas palabras: "Romántico o no, si sus cuadros no abrieran las puertas del museo, por él vagarían a todas horas eternamente los fantasmas de Goya".
Una centuria después, cuando finalice esta muestra, La Piedad pasará a integrarse en su exposición permanente, formando parte de la estancia de esta casa-museo destinada a la devoción familiar, el Oratorio. Así, como ha manifestado la institución: "contribuirá a completar el discurso de esta sala, en diálogo con el monumental lienzo de Goya que la preside: San Gregorio Magno". De hecho, Cossío definió al artista aragonés como el romántico quizá más glorioso y original.
FUENTE: Europa Press