La noticia llegó algo tarde para el relevista Devin Williams, quien tuvo que afeitarse la barba hace algunas semanas luego de que los Yanquis de Nueva York adquirieran sus servicios vía cambio desde los Cerveceros de Milwaukee; sin embargo, el derecho tendrá la oportunidad de dejarla crecer nuevamente, gracias a la modificación que realizó el equipo más ganador de la Serie Mundial con respecto a su tradicional política sobre el vello facial.
Hal Steinbrenner, director general del equipo neoyorquino, anunció el viernes que los jugadores y miembros del cuerpo técnico podrán "tener barbas bien arregladas a partir de ahora".
Williams, reconocido como uno de los mejores relevistas de los últimos años en las Grandes Ligas, reconoció después del canje que no se había afeitado la barba completamente en por lo menos unos seis años.
"En las últimas semanas, he hablado con un gran número de exjugadores y jugadores actuales de los Yanquis —de varias épocas— para conocer sus perspectivas sobre nuestra política de vello facial y aseo personal", explicó Steinbrenner en un comunicado. "Agradezco sus comentarios sinceros y diversos. Estas conversaciones recientes son una extensión de un diálogo interno que ha estado en curso desde hace varios años", agregó.
Al final, el ejecutivo señaló que la decisión definitiva recayó sobre sus hombros y por eso optó por la modificación.
"En última instancia, la decisión final me corresponde a mí y después de una cuidadosa consideración, hemos decidido modificar nuestras expectativas para permitir que nuestros jugadores y el personal uniformado tengan barbas bien arregladas a partir de ahora. Es el momento adecuado para dejar atrás la comodidad familiar de nuestra antigua política".
Historia de la regla
La política de aseo personal de los Yanquis se remonta a la compra del equipo por parte del fallecido George M. Steinbrenner. Según la leyenda, se originó en 1973, cuando el expropietario observó a su equipo en la línea de la primera base durante el Día Inaugural contra los entonces Indios de Cleveland.
Para ese entonces, se decía que Steinbrenner no podía reconocer a los jugadores por sus rostros y, en su lugar, se fijaba en su cabello y vello facial. Luego, anotó los números de los peloteros en un papel y se lo envió al mánager de turno, Ralph Houk, ordenándoles que se cortaran el cabello.