El agujero de la capa de ozono de este año sobre la Antártida es uno de los más grandes jamás registrados. Así lo muestran las mediciones del satélite Copernicus Sentinel-5P.
El orificio de la capa de ozono alcanzó un tamaño de 26 millones de kilómetros cuadrados el 16 de septiembre de 2023, según la Agencia Espacial Europea (ESA)
El agujero de la capa de ozono de este año sobre la Antártida es uno de los más grandes jamás registrados. Así lo muestran las mediciones del satélite Copernicus Sentinel-5P.
El orificio alcanzó un tamaño de 26 millones de kilómetros cuadrados el 16 de septiembre de 2023. Lo que los científicos llaman una "zona de agotamiento de la capa de ozono", es aproximadamente tres veces el tamaño de Brasil, asegura la Agencia Espacial Europea (ESA)
El agujero de la capa de ozono es un fenómeno que se produce en la capa de la estratosfera, que se encuentra entre los 10 y los 50 kilómetros de altura. En esta capa, la concentración de ozono es mucho menor que en el resto de la atmósfera.
El ozono es un gas incoloro que forma una tenue capa en la atmósfera y absorbe los componentes dañinos de la luz solar, conocidos como "ultravioleta B" o "UV-B", protegiendo a los humanos de los riesgos de contraer cáncer de piel o cataratas, entre otras enfermedades.
A lo largo de los años, se han realizado numerosos estudios sobre el agujero de la capa de ozono. Estos han proporcionado información sobre las causas, la evolución y las consecuencias de este fenómeno.
En tal sentido, el Magíster en Educación Ambiental y profesor en Ciencias Naturales, mención Ciencias de la Tierra del Instituto Pedagógico de Caracas, Venezuela (UPEL), Víctor Manuel Reyes explicó a DIARIO LAS AMÉRICAS que habría que diferenciar entre dos aumentos. “El primero fue el incremento del agujero de la capa de ozono experimentado desde mediados del siglo pasado hasta finales del mismo, que estuvo asociado a fuentes de emisión y aplicaciones de los HCFCs y CFC. Situación que se ha venido superando sistemáticamente desde finales del siglo pasado”.
Asimismo, destacó que se ha demostrado que el agujero de ozono tiene fluctuaciones o una variabilidad anual. “Entre los meses de noviembre a julio se registra una mayor presencia de ozono, repercutiendo esto en una disminución del área denominada agujero de la capa de ozono. Sin embargo, entre los meses de agosto a octubre, se ha apreciado que el tamaño del agujero va a depender del comportamiento de la temperatura en la estratosfera. Los registros indican que los máximos del agujero generalmente se presentan entre mediados de septiembre y mediados de octubre”.
Según la ESA, la variabilidad del tamaño del agujero de ozono está determinada en gran medida por la fuerza de una fuerte banda de viento que fluye alrededor de la zona antártica. Esta fuerte banda de viento es una consecuencia directa de la rotación de la Tierra y de las fuertes diferencias de temperatura entre las latitudes polares y moderadas.
Reyes indicó que “existe la operación de un mecanismo de control climático natural. Cuando las temperaturas en la estratosfera comienzan a subir en el hemisferio sur, en los meses de sol alto, el agotamiento del ozono se ralentiza, la circulación atmosférica polar se ve debilitada y finalmente se rompe. Sin embargo, para finales de diciembre y principios de enero los niveles de ozono se incrementan y se tildan de normales”, sostuvo.
Aunque puede ser demasiado pronto para discutir las razones detrás de las concentraciones actuales de ozono, algunos investigadores especulan que los patrones inusuales de ozono de este año podrían estar asociados con la erupción del Hunga Tonga-Hunga Ha'apai en enero de 2022, señala una nota de EuropaPress.
Antje Inness, científica senior de CAMS, dijo que “la erupción del volcán Hunga Tonga en enero de 2022 inyectó una gran cantidad de vapor de agua en la estratosfera, que solo llegó a las regiones del polo sur después del final del agujero de ozono de 2022”. Sin embargo, señalaron que el impacto exacto de la erupción de Hunga Tonga en el agujero de ozono del hemisferio sur todavía es un tema de investigación en curso, debido a la ausencia de casos anteriores en los que se inyectaran cantidades de vapor de agua en la estratosfera en observaciones modernas.
“El vapor de agua podría haber provocado una mayor formación de nubes estratosféricas polares, donde los clorofluorocarbonos (CFC) pueden reaccionar y acelerar el agotamiento de la capa de ozono. Que también puede contribuir al enfriamiento de la estratosfera antártica, mejorando aún más la formación de estos terrones estratosféricos polares y dando como resultado un vórtice polar más robusto”, explicaron los expertos de la ESA.
Mientras que Reyes expuso que últimamente se ha destacado la posible influencia tanto de los incendios forestales como de las erupciones volcánicas "y la dinámica química que se establecería con la incorporación de vapor de agua y otros aerosoles. También se ha señalado lo perjudicial para el ozono que resultan algunos fungicidas de suelo que contienen bromuro de metilo. Por tanto, la vigilancia debe ser permanente".
El especialista aclaró que desde los años 60 del pasado siglo se observó el incremento del agotamiento de la capa de ozono experimentado, “que estuvo asociado a fuentes de emisión y aplicaciones de los HCFCs (hidroclorofluorocarburos) y CFC (clorofluorocarburos), empleados en los equipos operativos de refrigeración, pero también en pinturas, aerosoles y barnices, entre otros. El desarrollo industrial posterior a la segunda guerra mundial impulsó el uso de estos compuestos, y el consecuente deterioro atmosférico”.
En la década de 1980, los científicos descubrieron que el agujero de ozono estaba creciendo a un ritmo alarmante. En respuesta, se firmó el Protocolo de Montreal en 1987, un acuerdo internacional que prohíbe la producción y el uso de CFC.
Para esa época, el uso generalizado de clorofluorocarbonos dañinos en productos como refrigeradores y latas de aerosol dañó el ozono en lo alto de nuestra atmósfera, lo que provocó un agujero en la capa de ozono sobre la Antártida.
En respuesta a esto, en 1987 se creó el Protocolo de Montreal para proteger la capa de ozono eliminando progresivamente la producción y el consumo de estas sustancias nocivas, lo que está dando lugar a una recuperación de la capa de ozono
en relación con esto, Víctor Manuel Reyes precisó que el Protocolo de Montreal se ha orientado a la eliminación de los HCFC (hidroclorofluorocarburos), y CFC (clorofluorocarburos), “lo cual era la medida necesaria a finales de los 1980 del siglo pasado, pero el protocolo no consideró inicialmente restricciones sobre la utilización de los HFC (hidrofluorocarburos), ya que no se ha demostrado que estos deterioren la capa de ozono, y por lo tanto no entraban en la materia del tratado".
A su vez, recordó que en el año 2016, una ampliación del Protocolo (Enmienda de Kigali), consideró a los HFC debido a su impacto en el efecto invernadero de origen antrópico. “Esta enmienda precisaba que, en las tres décadas posteriores a la formalización del mismo, debería observarse una reducción del 80% de la producción y el consumo estimado de HFC. Esto obligará a los productores de acondicionadores de aire y demás artefactos a la sustitución de estos compuestos por refrigerantes alternativos, debiendo ajustarse a lo regulado por el Protocolo de Montreal”, planteó.
Claus Zehner, director de la misión de la ESA para Copernicus Sentinel-5P precisa que “basándose en el Protocolo de Montreal y la disminución de las sustancias antropogénicas que agotan la capa de ozono, los científicos predicen actualmente que la capa de ozono global volverá a alcanzar su estado normal alrededor de 2050”.
Por su parte, Reyes manifestó que aunque resulta prematuro hablar de predicciones detalladas a lo largo del año. “si tenemos argumentos para señalar que existe una tendencia hacia la disminución de la extensión del agujero en la capa de ozono.
“Se han realizado estimaciones que cuantifican la disminución de las sustancias antropogénicas que impactan negativamente la capa de ozono en un 1% anual. Esto da pie para predecir un escenario de eliminación total de los HCFC para el 2030, estimándose que la capa de ozono pudiese alcanzar su estado normal hacia mediados de siglo”, agregó.
El experto detalló también, que el Protocolo de Montreal fue firmado por 197 países, incluido China, que ha sido cuestionado sobre sus políticas de compromiso con este protocolo. “Se ha señalado que el país asiático ha practicado una política externa de ratificación del compromiso, pero puertas adentro hace caso omiso de lo establecido en el Protocolo de Montreal, evitando así tener que realizar nuevas inversiones para sustituir los CFC y los HCFCs”, enfatizó.
Especificó que esta crítica surge a pesar del esfuerzo financiero del Fondo Multilateral para la Aplicación del Protocolo de Montreal y de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, "para apoyar los proyectos de eliminación gradual de las sustancias que agotan la capa de ozono (SAO)”.
Al mismo tiempo, resaltó que otra crítica similar se ha hecho a países que utilizan en sus sectores agrícolas fungicidas que incorporan bromuro de metilo, "situación resaltada en países vinícolas del cono sur, por ejemplo. Otra crítica se ha orientado hacia países petroleros del Medio Oriente, África y el continente americano, así como también a países del sureste asiático y a los dos coreas”.
A su juicio, esto indica que aún se vive en una fase de concienciación sobre el problema, “y que a pesar del esfuerzo internacional, aún persisten asimetrías a nivel mundial”.
El especialista finalizó haciendo un llamado a seguir impulsando evaluaciones de la sostenibilidad que contemplen desempeños y métricas ambientales a lo interno de los países, “pero también exigencias para las operaciones comerciales internacionales. Aún nos falta un largo camino por recorrer para pasar de las estimaciones a la concreción de las metas establecidas en el Protocolo de Montreal y en la Agenda 2030”.
@Lydr05
FUENTE: Con información de la Agencia Espacial Europea (ESA) y EuropaPress