El Presidente pareció estar más dentro de un guión teatral hollywoodense que hablándole al pueblo de Estados Unidos. Su presentación estuvo dirigida en todo momento a covencer a los votantes de su supuesto vigor físico y mental, y pasar un necesario examen público después de sus recientes y graves errores cognitivos, que saltaron todas las alarmas dentro y fuera de Washington.
Biden evitó dar cifras de llegadas de inmigrantes que ya superan los 9 millones y mucho menos adentrarse en el escabroso tema de inmigración que puntea en todas las encuestas como la demanda más urgente de los estadounidenses. Lo que hizo fue desviar la atención hacia el expresidente Trump y hacia un proyecto de ley que aboga por el mismo desorden y descontrol en la frontera, de ahí el rechazo rotundo del presidente de la Cámara de Representante, Mike Johson, a discutir el plan.
"No demonizaré a los inmigrantes diciendo que están envenenando la sangre de nuestro país", señaló.
El demócrata llamó a la Cámara de Representantes, bajo control de los republicanos, a aprobar un proyecto de ley bipartidista que permite "restringir" el flujo de migrantes en la frontera con México, "favorece" las expulsiones aceleradas y "endurece" el estándar de las llamadas entrevistas de miedo creíble para solicitar asilo.
Lo anterior demuestra nuevamente que Biden, con todo el poder legal de cerrar la frontera para la seguridad nacional como mismo la abrió desde el primer día de su mandato, no lo quiere hacer y desvía constantemente la atención al responsabilizar a los republicanos, quienes exigen una inmigración ordenada y respetuosa de la Ley y la Constitución del país; no el desastre que mantiende la administración Biden.
La Casa Blanca ha derrochado en la frontera sur del país más de 600.000 millones de dólares en costos directos e indirectos y del bolsillo de los contribuyentes.
El discurso del jefe de la Oficina Oval representó además el camino sin salida que tiene ante la desaprobación a su gestión que supera el 70% en encuestas hechas incluso entre votantes y jóvenes demócratas sólamente.
No queda dudas, que a partir de ahora, Biden apelará a todos los panfletos posibles para intentar cambiar la opinión actual de los votantes en su contra.
"Asumí el cargo decidido a ayudarnos a superar uno de los períodos más difíciles de la historia de nuestra nación (...) No aparece en las noticias, pero en miles de ciudades y pueblos, los estadounidenses están escribiendo la mayor historia de recuperación jamás contada", dijo Biden.
Millones de norteamericanos, si les interesó el discurso del Presidente, debieron adentrarse en el estupor de las declaraciones sobre la economía cuando más del 64% de los consumidores no llega a fin de mes con sus ingresos, que se han reducido en más de un 30% a causa de la peor inflación en las últimas casi cinco décadas.
Ahora, una persona paga en muchos productos más del doble que durante los picos de la pandemia de COVID-19 en 2020 bajo el gobierno del presidente Donald Trump, en plena recesión por la crisis sanitaria.
Desde su primer día en la Oficina Oval, Biden y sus más de 74 órdenes ejecutivas en menos de dos semanas destruyeron todo el beneficioso trabajo en economía del presidente Donald Trump e introdujo inmediatamente a EEUU en la peor inflación en las últimas cinco décadas, que se elevó al 9,1%. Analistas independientes coinciden en que la cifra fue mucho mayor.
Biden ha roto todos los récords negativos
El gobierno de Joe Biden a roto todos los récords negativos en los índices económicos de la nación. Sólo puede hablar de las cifras bajas de desempleo, gracias a los más de 6 millones de puestos de trabajo que crearon las medidas del gabinete de Trump y luego la pandemia de COVID-19, cuando cientos de miles de estadounidenses dejaron sus empleos para vivir de las ayudas masivas e innecesarias entregadas por la administración Biden, muchos otros se fueron a trabajar desde sus hogares en plataformas y redes sociales.
Ahí comenzó otra enorme crisis que se extendió por dos años: la escasez de mano de obra y la cifra que llegó a 11,9 millones de puestos de trabajo vacantes que las empresas no han podido cubrir hasta ahora, a pesar de que la cantidad ha bajado a menos de los 9 millones.
Y a esto se sumaron las históricas caídas consecutivas en las ventas de viviendas por más de 14 meses y la tendencia sigue, una inédita contracción que aún persiste en la actividad manufacturera al igual que la crisis bancaria en 2023. El déficit comercial de EEUU en el 2021, 2022 y 2023 se elevó a cifras récord y llegó en el 2022 a casi un billón de dólares (trillion en inglés), junto a la deuda pública actual de 34 billones de dólares (trillions en inglés).
La guerra a la industria del petróleo emprendida desde que se sentó Biden en la Casa Blanca disparó los precios de los combustibles y por ende una escalada de precios y de inflación. El precio promedio del galón regular de gasolina sobrepasó los 5 dólares y algunos estados los conductores pagaron hasta 8 dólares el mismo producto.
El gobierno de Biden culpa a la pandemia, cuando al llegar al poder la pandemia estaba en declive y la economía estadounidense -gracias a las urgentes medidas de Trump- se hallaba en plena y asombrosa recuperación económica de una recesión temporal a causa de la crisis sanitaria.
Biden hizo retroceder la economía estadounidense a propósito y generó los mayores gastos federales de una administración -con la excepción del 2020 por la pandemia- en la historia de EEUU.
Trump al frente de las encuestas
Desde el principio de su intervención, Biden no dejó de atacar al expresidente Trump. Tampoco se esperaba algo diferente ante los resultados de los sondeos y su nivel de impopularidad entre los estadounidenses. Esta vez, Biden sí tiene todas las de perder y casi nada para resaltar de sus tres años de gobierno, a no ser la cifra de desempleo.
El expresidente Trump, además de ser el protagonista de las elecciones primarias que se celebran en el país y arrasar en el Supermartes donde aseguró su nominación republicana, puntea en todas las encuestas nacionales con 6 y 8 puntos de ventaja sobre Joe Biden, quien ahora también enfrenta el masivo escrutinio por su salud mental y física después de un informe hecho público por el fiscal especial Robert Hur.
En las conclusiones de su investigación sobre los documentos clasificados y ultrasecretos halladas en distintas propiedades de Biden se reveló que el actual inquilino de la Casa Blanca no pudo mencionar la fecha en que fue vicepresidente durante la administración de Barack Obama (2008-2016) ni la fecha de muerte de su hijo en el 2015.
Días después, Biden llamó al presidente de México por el nombre del mandatario egipcio Abdelfatah al Sisi, en vez de Andrés Manuel López Obrador. Confundió al líder francés Emmanuel Macron con el fallecido en 1996, Francois Mitterrand y se refirió a la frontera entre EEUU y México como la Franja de Gaza, además de confundir a su hermana con su esposa, Jill Biden, en un discurso en plena campaña electoral en 2020. Eso demuestra que los problemas cognitivos de Biden datan desde antes de llegar a la Casa Blanca.
En otro de los puntos de su discurso, Biden habló de "un futuro basado en los valores fundamentales que definen a Estados Unidos: honestidad, decencia, dignidad, igualdad" para criticar los anuncios de revancha electoral de su ya seguro contrincante en noviembre, Donald J. Trump.
Sobre la libertad y la democracia
El mandatario como ha dicho en varias ocasiones para intimidar al electorado, igual al 2020, se refirió a que "la libertad y la democracia están bajo ataque" por la eventual nominación de Trump.
Los estadounidenses han visto en los últimos tres años una lluvia de ataques a la democracia, la estabilidad del país y a la utilización de la Justicia con fines políticos y e intereses partidistas.
Todas las acusaciones que ahora enfrenta Trump y sus más cercanos seguidores son algunos de los ejemplos del asalto abierto a la democracia. El caos de seguridad en la frontera sur es otro de los exponentes del incumplimiento de las leyes migratorias y de la Constitución del país junto a los intentos hasta de sacar al expresidente de las boletas electorales en diversos estados gobernados por la extrema izquierda.
Biden, como era también de suponer en el camino a su otro gran fiasco que es la guerra en Ucrania, exhortó una vez más al Congreso a votar otro paquete de ayuda a Ucrania -por más de 60.000 millones de dólares- para supuestamente "detener a Putin". Otros tres paquetes anteriores no han detenido el avance del ejército ruso ni los bombardeos en Ucrania, lo que hada hace pensar que más ayudas harán la diferencia.
Durante dos años el ejército ucraniano, como afirman los republicanos ha recibido todo tipo de armas, drones, municiones y medios antiaéreos. Nada ha detenido la guerra y menos ha dado señales de una eventual victoria de los ucranianos sobre Rusia.
Para demostrar algo de fuerza y firmeza frente a la Casa Blanca, Biden le dijo al presidente de Rusia Vladimir Putin: "Yo no me inclinaré".
Biden siguió en la misma cuerda floja sobre Israel: por un lado lo defiende y por el otro lo ataca en una clara posición de ambigüedad en aras de quedar bien con todos.
En su discurso pidió un "alto el fuego inmediato" de seis semanas entre Israel y Hamás y acto seguido fustigó a Tel Aviv: Israel no puede utilizar la ayuda a Gaza como "moneda de cambio".
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FUENTE: Con información de AFP y otras fuentes.