MIAMI.- REDACCIÓN
Sobre la mesa tendrán dos asuntos fundamentales que resolver: por un lado, el interés republicano por derrumbar el pacto nuclear con Irán y la siempre difícil negociación sobre el presupuesto que discutirse antes de final de este mes.
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Tras el receso estival, los congresistas de Estados Unidos vuelven a sus bancas este martes, y sobre la mesa tendrán dos asuntos fundamentales que resolver: por un lado, el interés republicano por derrumbar el pacto nuclear con Irán y la siempre difícil negociación sobre el presupuesto que discutirse antes de final de este mes.
La mayoría republicana en las dos cámaras pretende sacar a flote una resolución en contra del acuerdo alcanzado con Teherán por las potencias del G5+1 (EEUU, China, Rusia, Reino Unido y Francia más Alemania), aunque los apoyos demócratas al mismo que han tenido lugar en las últimas semanas en el Senado garantizan al presidente Barack Obama poder vetarla.
No obstante, los conservadores llevarán previsiblemente al límite sus opciones de rechazar el pacto, y tratarán al menos de lograr una mayoría simple para aprobar el texto en contra, de manera que Obama se vea obligado a utilizar su derecho a veto presidencial, algo que les permitiría en parte minar su legitimidad, según explicó la agencia EFE.
El debate, por tanto, estará garantizado desde el primer día del regreso de los congresistas, ya que además solo tienen hasta el 17 de septiembre para poder emitir su opinión al respecto.
Pelea de Obama
Durante los meses de verano, la Casa Blanca ha estado haciendo una firme campaña, sobre todo entre los legisladores demócratas, para convencerlos de que el acuerdo es la mejor opción para evitar que Irán desarrolle un arma nuclear, lo que le ha permitido lograr los 34 respaldos mínimos para poder frenar cualquier rechazo.
No obstante, el Gobierno de Obama no quiso lanzar las campanas al vuelo y pretende seguir conversando con otros congresistas para obtener el mayor apoyo legislativo posible para el pacto, pilar fundamental de la agenda del presidente de cara a su recta final como inquilino de la Casa Blanca.
"Seguiremos hablando con los legisladores y pidiéndoles que atiendan a los detalles del acuerdo. (...) Cuanto más conozcan los contenidos, más posibilidades hay de que lo respalden", aseguró esta esta semana el asesor de Obama para Seguridad Nacional, Ben Rhodes.
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Por otra parte, el otro gran reto de los legisladores planea sobre la partida presupuestaria para el año fiscal 2016, un texto que debe ser aprobado antes del 1 de octubre si no quieren que se produzca un cierre parcial del Gobierno, como ocurriera en 2013.
Aunque el liderazgo republicano no quiere repetir aquel episodio, algunos de sus miembros más conservadores ya han insinuado que podrían bloquear la aprobación de los fondos si no se retira de los mismos específicamente la financiación a la organización de planificación familiar sin ánimo de lucro, Planned Parenthood, implicada en una polémica en las últimas semanas.
La controversia tiene su origen en cuatro vídeos grabados con cámara oculta y editados por un grupo antiabortista, en los que miembros de Planned Parenthood hablan sobre la venta a investigadores médicos del tejido de los fetos abortados en sus clínicas.
Señalamientos de la oposición
Los republicanos acusan a la organización de lucrarse con la venta de tejido fetal, algo ilegal en Estados Unidos, y ya han tratado de eliminar la porción federal de los más de 500 millones de dólares que el grupo recibe al año de fondos públicos, pero ese primer intento fracasó en una votación en el Senado.
Así, el precandidato republicano y senador por Texas Ted Cruz, quien protagonizó el cierre del Gobierno en 2013 por bloquear el debate legislativo para tumbar la reforma sanitaria impulsada por Barack Obama, podría emular lo ocurrido hace dos años, sobre todo para no perder a sus acólitos ultraconservadores ante las primarias de su partido de cara a las elecciones presidenciales de 2016.
Si Cruz, y otros senadores como Rand Paul, también precandidato republicano a la Presidencia, bloquean el debate para complacer a sus votantes antiabortistas, existe un riesgo real de que el Gobierno de Estados Unidos se quede parcialmente sin fondos para continuar funcionando.
Ante esta perspectiva, el líder de la mayoría republicana en la Cámara Alta, Mitch McConnell, está planteando la posibilidad de que los senadores expresen oficialmente su apoyo a retirar los fondos para la organización sin supeditarlo a la aprobación del presupuesto.
Se trata de una situación compleja, ya que en los últimos años los republicanos han tratado de presionar al Gobierno de Obama para acabar con las principales líneas de su agenda política, pero muchos piensan que repetir otro cierre gubernamental tendría serias consecuencias políticas para los conservadores.
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