Según el documento, operan en Bejucal, Calabazar y Wajay, próximo a La Habana, y una última, en construcción desde 2021, en El Salao, muy cerca de la Base Naval de EEUU en Guantánamo.
La “expansión agresiva” de China en América Latina y el Caribe, patio trasero de Washington, a través de la política exterior de Xi Jinping de la Franja y la Ruta, ha sido denunciada durante años por analistas como el Dr. en Economía, Rafael Marrero, y el coronel retirado de la Fuerza Armada de EEUU y exoficial de Inteligencia, Octavio Pérez.
Ambos analistas, consultados por DIARIO LAS AMÉRICAS, advirtieron sobre los riesgos que representan las bases de espionaje chino para la seguridad de EEUU.
Esos centros de espionaje han sido situados en posiciones estratégicas: cerca de la Bahía de Guantánamo, a escasas millas del Golfo de México; del Puerto de Nueva Orleans, unos de los principales puntos de intercambio mercantil, de abastecimiento de petróleo y otros insumos importantes para el consumo nacional; además de las costas y cayos de Florida, donde opera el Comando Sur de EEUU, en Miami.
El estado del sol alberga, entre otros, la Base de la Fuerza Aérea MacDill, sede del Comando Central de Operaciones Estratégicas de EEUU, en Tampa; la Estación Naval de Mayport, en Jacksonville; el Centro de Operaciones Espaciales, en el Cabo Cañaveral, que maneja información clave para el desarrollo de misiles; y a más de 40 contratistas del Departamento de Defensa.
De acuerdo con el CSIS, las bases de espionaje chino se utilizan para interceptar señales y comunicaciones militares estadounidenses, además de vigilar las actividades de otras naciones.
“Están estratégicamente ubicadas para monitorear las actividades en la región del Caribe y el sureste de EEUU. Estas actividades refuerzan la presencia militar y de inteligencia de China en el hemisferio occidental, por lo que representa un desafío a la seguridad de Estados Unidos”, sostiene Marrero, autor del libro América 2.0: la guerra de independencia de EEUU contra China.
Una afrenta
Pérez, experto en materia militar, considera que la osadía de China comunista de introducirse en Cuba, a 90 millas de las costas floridanas, para realizar operaciones de espionaje militar es “una afrenta” en contra de la Administración Biden y del país, principalmente.
“No se atreverían con otro Presidente, porque saben que enseguida les frenaba “el caballito”, pero han aprovechado estos años y vamos sacarle el máximo de información, en el tiempo que podamos”, indica.
Marrero, por su parte, resalta que la presencia en la Casa Blanca de un presidente que, por primera vez, “responde a intereses extranjeros”, es algo insólito como demuestran las denuncias sobre el tráfico de influencias de Hunter Biden, cuando su padre era vicepresidente de Barack Obama (2009 - 2017). En ese entonces le permitieron realizar inversiones al principal financista del Partido Comunista de China.
“Este señor (Biden) representa a todos, menos a los intereses de EEUU, por eso tenemos fronteras abiertas, globos chinos que violan la soberanía nacional, y una flotilla rusa que atenta contra la soberanía marítima y pone en peligro la seguridad nacional”, resalta.
Esto, sumado a la política “débil, inconsistente e incoherente” de EEUU hacia América Latina ha permitido el avance de China en la región, en donde implementa una “política social de imperialismo”, con el claro propósito de apoderarse de puertos marítimos, plantas de agua y recursos naturales que garanticen su presencia en el continente americano.
“EEUU se ha hecho de la vista larga, porque ha estado muy pendiente a intereses comerciales en el extranjero y ha descuidado su propia trastienda. América Latina es un área de alta prioridad, deberíamos desarrollar alianzas con países hermanos, que es la única forma de poder combatir al narcoterrorismo, la delincuencia del Cártel de los Soles, entre otros, y del narcorégimen de Maduro”, apunta.
Daño a largo plazo
El coronel Pérez explica que los chinos se hicieron con las bases de espionaje en Cuba, antes ocupadas por Rusia, entre 2017 y 2019, e instalaron un sistema de antenas parabólicas capaces de interceptar diversas emanaciones electrónicas, con información clasificada o industrial, “que pueden hacer daño a largo plazo”.
En el ámbito de las comunicaciones, señala, estas captaciones son “muy peligrosas” porque les permite obtener un “sinnúmero de información” de la población, mediante la cual pueden “cambiar el sentimiento o las necesidades de un pueblo”, con el fin de controlar al público.
En defensa, además, existe la amenaza de un ataque satelital que afecte al sistema eléctrico o a una estación nuclear, situación para la que se han preparado el Ejército estadounidense, con la creación del Comando Cibernético en 2009. “Tener otro agente externo, en especial al saber que no quiere nada bueno y, tan cerca de ti, es un peligro inminente en todos los aspectos. No tenemos únicamente a los rusos, tenemos a los chinos y a toda esta gente monitoreando las costas de la Florida, que es un estado bien importante para el Departamento de Defensa”, subraya Pérez.
Un nuevo campo de batalla
El área cibernética es el nuevo campo de batalla a enfrentar en el siglo XXI, que Cuba facilita al prestar su territorio para labores de espionaje. Un ejemplo de eso, es el globo espía chino que atravesó el espacio aéreo americano en febrero de 2023, transmitiendo a través de las bases de espionaje chino las señales del Sistema de Comando, Control, Comunicación, Computadoras, Inteligencia, Vigilancia y Reconocimiento (C4ISR, por sus siglas en inglés), que utilizan para avanzar su política y tomar “un dominio tecnológico en comunicaciones satelitales, espionaje cibernético y guerra electrónica”, señala Marrero.
“Hace un par de semanas teníamos en Cuba una flotilla rusa a nivel naval, el año pasado vimos por aire una invasión del espacio aéreo con los chinos y, ahora, en cualquier momento nos pueden lanzar un ataque de pulso electromagnético y desactivar por completo las redes cibernéticas y tomar toda la banca y los puertos marítimos a través de un ataque sorpresa, que es lo que yo llamo un Pearl Harbor del siglo XXI”, advierte.
Hoy, EEUU afronta una gran amenaza con las alianzas importantes que han hecho sus principales enemigos (China, Rusia, Irán) con las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela, mediante las cuales intentan posicionar al BRICS para crear un nuevo orden mundial, que desplace a la OTAN y desbanque a EEUU.
Ante esto, los analistas consideran que se necesita un gobierno fuerte que revierta las políticas de Biden, que retome los temas de seguridad con los aliados, frene la migración ilegal que pone en riesgo al país; que llegue a un punto de negociación con China y con Rusia, respecto a Taiwán y Ucrania, respectivamente, para que “ponga las cosas en su lugar” y “vuelvan las aguas a su cauce”.
“Nosotros ya estamos en guerra. De hecho, de cierta forma, estamos en el umbral de una tercera guerra mundial. Y la posición de EEUU en todos estos conflictos, el vacío de poder que existe en Washington, la falta de liderazgo en el Partido Demócrata y en la imagen de este señor débil que tenemos en la Casa Blanca, nos ha llevado a una posición de inferioridad porque no se puede ser líder ni inspirar fuerza y una imagen de poder, con una actitud tan débil como la que Biden ha expresado a nivel mundial”, enfatiza Marrero.
@ebritop22