Este 20 de enero, con las banderas en alto, como debe ser, Donald J. Trump, presidente 45 y 47 de los Estados Unidos, comenzará oficialmente su segundo mandato. El Partido Demócrata y toda la izquierda woke y globalista hubieran celebrado que ese día la bandera de este gran país, herido por perversas políticas de raíz e intenciones socialistas, no ondeara en todo su esplendor y a toda su altura. La jugada comunicacional en favor de los demócratas y en contra de Trump se deshizo rápidamente.
¿Cuáles podrían ser los objetivos y la lectura de que un presidente preste juramento e inicie su administración con la bandera a media asta? Impedir que el 20 de enero la bandera del pueblo americano estuviera a toda asta, sin dudas hubiera sido usado por los enemigos del presidente Trump y de este país como un símbolo negativo de su retorno al poder y a la vez desvirtuaría el significado de la importante ceremonia de este lunes, que desde el momento de su victoria electoral constituye una especie de reinicio de la era Trump.
No nos dejemos engañar: los demócratas no deseaban que las banderas permanecieran a media asta por homenajear al recién fallecido Jimmy Carter, sino para enlutar el regreso triunfal a la Casa Blanca del republicano Donald Trump. No sólo el presidente 45-47 y sus seguidores, sino una buena parte del pueblo estadounidense se dio cuenta y así lo expresó en las redes sociales. No faltaba más.
De ahí que las banderas de Estados Unidos ondearán en alto en el Capitolio durante la segunda toma de posesión de Trump, desestimando la orden ejecutiva del presidente saliente Joe Biden de mantenerlas a media asta con el pretexto de honrar la memoria del presidente demócrata Jimmy Carter. Biden bien pudiera haber declarado que el 20 de enero las banderas ondearían a su altura habitual y que al día siguiente continuarían a media asta. Pero a su poco sentido común se impuso su mala intención de seguir atacando al vencedor Trump, el mayor contrincante de su partido y líder del rejuvenecido movimiento MAGA y conservador.
En consecuencia, Mike Johnson, dio la buena y sabia noticia a la unión americana. El presidente de la Cámara de Representantes explicó en un comunicado que la decisión de izar a su altura habitual las banderas que ondean sobre el edificio del Congreso tiene como objetivo "saludar la unidad de nuestro país en torno a la toma de posesión" de Trump. Un argumento que abraza el buen juicio.
La resolución de Biden exigía que las banderas en los edificios federales ondearan a media asta durante 30 días, hasta principios de febrero, en honor al presidente 39 de Estados Unidos, fallecido el 29 de diciembre a los 100 años de edad. Un período que incluía el 20 de enero, fecha de la segunda investidura de Trump, quien venció con una gran ventaja a la vicepresidente de Biden, Kamala Harris, dejándola al final de la cola, uniendo votos de republicanos, demócratas e independientes en busca de un mejor camino para la nación.
El republicano Dwight David Eisenhower, presidente 34 de Estados Unidos, en 1954 decretó que cuando muriera un presidente las banderas deben ondear a media asta durante 30 días. El decreto de Eisenhower, por supuesto, no se refiere a mantener las banderas a media asta durante la inauguración presidencial. De ahí que Mike Johnson aseguró: "Las banderas se bajarán a media asta al día siguiente para seguir honrando al presidente Jimmy Carter".
Antes de las declaraciones de Johnson, varios gobernadores republicanos habían anunciado que en sus estados las banderas serían izadas a toda asta el día de la ceremonia de investidura de Trump. Kay Ivey, gobernadora de Alabama, dijo en sus redes sociales que en su estado las banderas serían izadas a media asta el 21 de enero en honor a Carter, pero que el 20 se mantendrían toda asta. Greg Abbott, gobernador de Texas, dictaminó lo mismo. "Mientras honramos el servicio del presidente Carter, también celebramos al presidente entrante y nuestro brillante futuro", aclaró Abbott.
Donald Trump, quien desde el comienzo se mostró inconforme con una investidura a media asta, expresó: "Nadie quiere ver esto (...). Ningún estadounidense puede estar feliz al respecto. Veamos cómo se desarrolla. ¡Devolvamos la grandeza a Estados Unidos!”. Finalmente, ha vuelto a ganar el sentido común.
Esta especie de reinicio de la era Trump promete estar a la altura de las circunstancias. De cualquier modo, nadie debe perder de vista que, a la par del rescate económico, mantener a toda asta el principal de los sentidos, con estrategias, políticas, órdenes ejecutivas y acciones que urgen ponerse en práctica, con un segundo término superior al primero en varios planos: será en buena medida uno de los grandes retos de Trump en los próximos 4 años, cardinales para el futuro del país y el mundo.
Publicado originalmente en El Nuevo Conservador.
FUENTE: El Nuevo Conservador