La también exembajadora de Naciones Unidas durante el gobierno de Trump jamás ha estado siquiera cerca de ser una oponente de peso frente a su exjefe. Y en este momento muchos dentro del Partido la observan como una figura impertinente, testaruda, con poco sentido común y un ego infundado.
Bajo todos los cálculos, resulta improbable que Nikky Haley pueda vencer a Donald Trump, después de perder en Iowa y New Hampshire y ser cuarta en sondeos previos a las primarias republicanas.
Ahora su desventaja es mayor cuando el expresidente acaba de convertirse en el primer candidato republicano en la historia en ganar dos "estados termómetros" con un amplia ventaja: Iowa y New Hampshire. Ni los más grandes conservadores pudieron llevarse ambos triunfos. Matemáticamente para Haley es improbable derrotar a Trump, moralmente es destrutivo y desaconsejable para ella, en especial si desea continuar con éxitos su senda política en el futuro.
Una derrota pronosticada
La derrota anticipada en su propio estado, la dejaría con el sabor más amargo de su carrera política y quedaría bastante desmoralizada para futuras campañas republicanas. La opinión de los electores no cambia de la noche a la mañana, excepto si ocurre un grandilocuente suceso, que no debe ser el caso en estos momentos.
"Cara a cara, Trump no vence a Joe Biden. Yo derroto a Biden", dijo la exgobernadora de Carolina del Sur a sus partidarios, cerca de un buffet que ofrecía pollo frito y carne de cerdo.
Si el objetivo es darse a conocer a nivel nacional o demostrar sus garras de luchadora con vista a nuevos proyecciones, Haley y sus asesores deberían mirar hacia DeSantis y Vivek Ramaswamy con mejores posibilidades que ella, pero también sin el respaldo necesario por encima del que ostenta el exmandatario entre los conservadores. Ambos se dieron cuenta tras su primera gran derrota en Iowa.
Ni con el apoyo de un súper PAC llamado Never Back Down, que recaudó 145 millones de dólares, el gobernador de Florida -el más cercano oponente frente a Trump- pudo vencerlo. La campaña de DeSantis se gastó 130 millones sin el resultado que esperaba. En todos los sondeos, DeSantis -el mejor posicionado- se ubicaba 50 puntos detrás.
La exembajadora de la ONU, de 52 años, es ahora la única rival frente a su antiguo jefe y espera ganar las primarias en su estado el 24 de febrero, con más sueños que realidades.
Su mensaje va dirigido a los republicanos más moderados y a los demócratas indecisos. Basa sus críticas en el "caos" del primer mandato de Trump y le ataca tanto a él, de 77 años, como a Biden, de 81, por considerarlos demasiado viejos para una segunda gestión.
Una campaña destinada al fracaso
La estrategia de campaña de Haley es más fallida aún cuando habla de "un caos" en el primer mandato de Trump. Sus favorables resultados están en cifras y en las condiciones de prosperidad y antibelicista que disfrutaron decenas de millones de estadounidenses en sus cuatro años.
El verdadero CAOS está ahora, bajo la administración de Joe Biden. Sólo una mirada en derredor y sin detalladas estadísticas es suficiente para demostrarlo.
Los únicos que ven una batalla son los seguidores de la exfuncionaria junto algunos de los grandes medios de izquierda en EEUU, cuyo propósito siempre es deslucir la imagen del expresidente. La mayoría, los votantes y los analistas lo ven como una paliza a una víctima empecinada.
Una encuesta del Washington Post y de la Universidad de Monmouth publicada el jueves mostró que Trump aventaja a Haley por 58% a 32% en la intención de voto.
Pero los partidarios de Haley en el restaurante Doc's Barbecue de Columbia, la capital de Carolina del Sur, creen que todavía ella puede ganar.
Trump arrasó en las dos primeras votaciones en Iowa y en Nuevo Hampshire, donde Haley esperaba apelar a sus votantes más independientes. Los votos para que exinquilino de la Casa Blanca sea el candidato republicano es sólo cuestión de tiempo. Hasta el presidente Joe Biden lo reconoció públicamente como su contrincante, después de su segunda y contundente victoria en New Hampshire.
A diferencia del gobernador de Florida, Ron DeSantis, y los demás oponentes, Haley se niega a retirarse para que Trump se centre en su regreso a la Oficina Oval.
Trump, sin confiar en su clara ventaja y favoritismo, se ha visto obligado a emplear recursos que preferiría para su campaña nacional.
Exdemócratas ahora votan por Trump
Regina Sidik, de 56 años, sale ahora como muchos exdemócratas a hacer campaña a favor de Trump y es parte de una muchedumbre de republicanos locales pro-Trump que dieron una rueda de prensa en las escalinatas del parlamento de Carolina del Sur.
Vestida con una camiseta del "Equipo Trump", Sidik reconoce haber votado por los demócratas durante 20 años, pero se pasó al bando de los conservadores junto a Trump porque quiere que Estados Unidos sea "Grande Otra Vez".
Las esperanzas de Haley de obtener una ventaja en casa parecen esfumarse por día, pero desde el principio los sondeos afirman que ella no ganaría ni en su propio estado.
"No es la buena. No ha hecho nada por ninguno de nosotros en Carolina del Sur", agregó Sidik.
Haley también se ha visto envuelta en una serie de polémicas durante la campaña, como cuando evitó decir que la esclavitud fue la causa de la Guerra Civil estadounidense.
Un tema importante en Carolina del Sur, con una gran población afroestadounidense que los demócratas, que celebran sus primarias en el estado el sábado, también intentan seducir.
Su persistencia en seguir en la carrera incomoda al exmandatario y a muchos republicanos, que le han pedido su retirada de forma insistente, sin resultado alguno.
En un discurso de victoria en New Hampshire, Trump se rodeó de líderes de Carolina del Sur, incluido el actual gobernador, en una demostración de fuerza y criticó el empecinamiento de Haley por negarse a abandonar.
Haley insiste en que no tiene "ningún problema personal" con Trump, pero seguirá luchando por Carolina del Sur y más allá, siempre y cuando siga acercándose a la cuota de votos de Trump.
"Este es un estado en el que hemos trabajado muy duro", dijo a los periodistas después del mitin.
Al parecer, la tozudez de Haley no tiene límites o simplemente se ha convertido en la persona, que por venganza moral o motivaciones políticas externas, seguirá tratando de lacerar el sólido liderazgo de Trump, mientras los demócratas avanzan en sus estrategias electorales con el respaldo -hasta el momento- a Biden.
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