LAURA RIVERA
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@lauritrw
El acercamiento a Cuba, el tratado nuclear con Irán y el acuerdo TPP fueron pasos históricos del Gobierno estadounidense, mientras la economía progresaba y comenzaba la campaña presidencial, al mismo tiempo que el terrorismo asechaba y los tiroteos golpeaban a la población
LAURA RIVERA
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El balance del año 2015 en la realidad de Estados Unidos será bueno o malo de acuerdo a la perspectiva de quien lo haga pero, en líneas generales, fue un año movido y estuvo marcado por grandes acontecimientos que seguro ocuparán un lugar en los libros de historia y en la memoria de la gente.
El acercamiento a Cuba, el tratado con Irán y el acuerdo TPP fueron grandes pasos para el Gobierno, la economía tuvo progresos y comenzó la campaña presidencial, mientras que el terrorismo y los ataques masivos golpearon duramente a la población.
Uno de los hechos históricos del año, en el ámbito político, fue el acercamiento diplomático entre el Gobierno de Barack Obama y el de Cuba -regido todavía por los hermanos Castro-, después de más de 50 años de aislamiento y enfrentamiento.
Aunque el anuncio del “deshielo” entre ambas naciones tuvo lugar el 17 de diciembre de 2014 -con los discursos de ambos presidentes-, el 2015 fue el año en que se concretó esa intensión y se inició una nueva era entre ambos países.
Los dos vecinos reabrieron sus embajadas y establecieron mecanismos de diálogo bilateral para avanzar en la normalización plena de sus relaciones, proceso donde el principal escollo sigue siendo el embargo económico y comercial de EEUU sobre la isla.
Cuba, por su parte, consiguió una de sus tradicionales reivindicaciones frente a EEUU: su salida de la lista de países patrocinadores del terrorismo, una decisión que Washington hizo efectiva el 29 de mayo y que supuso un impulso definitivo para el proceso de acercamiento.
Acuerdo con Irán y terrorismo
Otro hecho significante para el Gobierno de EEUU fue haber logrado –junto con otras cinco potencias mundiales- que Irán firmara un acuerdo para limitar su programa nuclear. Esto significó poner fin a 35 años de enfrentamiento entre Washington y Teherán y una reconfiguración de los equilibrios geopolíticos en Medio Oriente, una región sacudida por la violencia extremista.
El tratado firmado en Viena puso restricciones al plan nuclear iraní a cambio de un levantamiento de las sanciones sobre ese país. Con este paso, el presidente Obama ganó su apuesta internacional más arriesgada desde que en 2009 llegó a la Casa Blanca.
Pero mientras este acuerdo abrió la posibilidad de lograr mayor cooperación en la región de Medio Oriente en la lucha contra el yihadismo y los grupos terroristas, meses después, Estados Unidos sufrió uno de los atentados mayores de su historia.
El ataque armado a un edificio en San Bernardino, California, el pasado 2 de diciembre, en el que murieron 14 personas, por parte de un matrimonio simpatizante del grupo yihadista Estado Islámico (EI), conmocionó al país y al mundo.
Este hecho, sumado al pánico que generaron los atentados en París del mes anterior –también vinculados al EI-, disparó el miedo y la sensación de inseguridad en la población estadounidense.
Las autoridades tomaron nuevas estrategias de control nacional y reforzaron el ataque contra el yihadismo en Siria, donde la coalición internacional de 65 países –que lidera EEUU- incrementó los bombardeos aéreos, mientras que Obama envió un equipo de fuerzas terrestres especializadas, de refuerzo.
El presidente dio varios discursos con amenazas a los líderes yihadistas y puso acento en el sentido de urgencia del combate a los terroristas. Sin embargo, admitió que la lucha es “difícil” porque éstos usan a gente inocente como escudos humanos o utilizan los llamados “lobos solitarios” –personas aisladas que atacan imprevistamente-.
Promesa climática
Aunque no tuvo gran repercusión en la nación, el Gobierno de Obama se comprometió por primera vez, junto con China y otras 200 naciones, a reducir los gases de efecto invernadero y tomar otras medidas contra el calentamiento global.
Esta decisión era esperada por gran parte del mundo desde hace años, ya que nuestro país es uno de los más contaminantes y con mayor responsabilidad en el calentamiento del planeta.
El reciente acuerdo climático de París, podría no ser cumplido completamente por todos los países, pero probablemente sea un punto de inflexión en la historia de la crisis climática global.
Visita del Papa
Uno de los hechos más conmovedores de 2015 fue la primera visita del papa Francisco, que incluyó un discurso en el Congreso de Estados Unidos, lugar al que ningún otro Pontífice había asistido, otro ante la ONU y el paso por la Casa Blanca, grandes misas y movilizaciones de gente.
Un hecho que siguió a la visita del Pontífice y llamó la atención de todo el país fue la renuncia de quien ocupaba la presidencia de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, quien lloró durante el discurso del Papa y admitió que sus palabras lo impulsaron a tomar la decisión –que ya estaba pensando hacía un tiempo-.
Avances económicos
Uno de los pasos importantes que se dieron en 2015 en materia comercial fue la firma del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), un tratado comercial histórico que el Gobierno estadounidense firmó junto a Japón, Australia, Canadá, México, Perú, Chile y otros cinco países del Pacífico.
El acuerdo, que reducirá las barreras arancelarias y establecerá estándares comunes para aumentar el comercio y contrarrestar el poderío económico de China en la cuenca del Pacífico, afectará al 40% de la economía mundial.
Fue motivo de controversia en los países firmantes debido a que podría afectar a determinados sectores productivos y a que las conversaciones se hicieron en estricto secreto.
Mientras tanto, la economía de EEUU tuvo varios progresos y después de mucha espera subieron las cifras de empleo y de crecimiento del producto interno bruto, datos que animaron a la Reserva Federal a tomar las primeras medidas de ajuste después de la crisis de 2008.
Carrera presidencial
El año político estuvo marcado por el comienzo de la campaña electoral antes de las presidenciales del 2016, donde la exsecretaria de Estado Hillary Clinton, se mantuvo como favorita entre los demócratas, y el magnate Donald Trump, como un inesperado bastión republicano.
Como un secreto a voces, la también exprimera dama hizo oficial su candidatura por el Partido Demócrata a través de un vídeo emitido por las redes sociales a mediados de abril, pero no fue hasta junio cuando celebró su primer gran evento de campaña en Nueva York, donde tiene su sede.
Pese a enfrentarse a altibajos, principalmente por las acusaciones vertidas sobre ella tras descubrirse que había utilizado su correo electrónico privado para asuntos públicos mientras estaba al frente de la diplomacia estadounidense, Clinton se mantuvo como preferida en los sondeos de intención de voto frente a sus rivales en las primarias.
Junto a ella, se sumaron a la carrera demócrata el exsenador por Virginia Jim Webb y el exgobernador por Rhode Island Lincoln Chafee, quienes ya abandonaron sus aspiraciones, mientras que aún quedan en el ruedo el exgobernador por Maryland Martin O'Malley y el senador por Vermont Bernie Sanders.
En el otro lado del ring, el escenario republicano fue totalmente opuesto, y mientras que la lista de candidatos demócratas fue corta, la de los republicanos llegó a sumar hasta 17 rostros diferentes para luchar por su nominación presidencial.
Nombres como Jeb Bush o Marco Rubio, incluso el ya retirado Scott Walker, encabezaron las quinielas, sin embargo fue Trump quien con su discurso provocativo y polémico irrumpió en las encuestas con fuerza para quedarse.
Apenas lanzada su carrera, el multimillonario hizo duras declaraciones contra los inmigrantes mexicanos que llegan a EEUU, acusándolos de "violadores" y "criminales".
Aquella afirmación, lejos de granjearle rechazos, le supuso una catapulta a la primera línea del debate político y mediático, además de un gran número de seguidores que aún hoy siguen dándole su apoyo, según los sondeos.
Primero Trump, y luego el neurocirujano Ben Carson, encarnaron así la figura del "outsider", el candidato ajeno al aparato tradicional del partido, con más éxito del esperado, haciendo dudar a los analistas sobre quién será el elegido entre los conservadores para luchar por la Casa Blanca en noviembre de 2016.
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