Nada les gusta más a Raúl y Fidel Castro que las divisas. Monedas extranjeras como el dólar y el euro son siempre bienvenidos en Cuba, el fundo de estos dos decimonónicos y demoníacos personajes que tienen preso a todo un país desde hace más de cinco décadas.
De ahí que Raúl, desesperado ante la falta de avance de la llamada normalización de las relaciones con Estados Unidos, haya pedido un auxilio lastimero a España, en específico a su presidente, Mariano Rajoy para sugerirle que dos de las corporaciones más emblemáticas de esa nación, SEAT y Roca, tengan una sede en la isla.
La idea es clara, tratar de producir los bonitos vehículos SEAT en Cuba y que de aquella repartición de dólares se aprovechen tanto los Castros como los españoles. El pueblo de la isla, entretanto, tendrá algún beneficio, porque se supone se abrirán plazas de trabajo y, en teoría, los habitantes deberían tener acceso a estos coches, siempre y cuando no tengan los precios sauditas a los que se están vendiendo los carros importados. Una vez pasado este oneroso paso, luego les tocará tratar de “alunizarlos” en los cráteres que hoy en día son las calles de Cuba.
España aún no ha dado respuestas al asunto, aunque dicen que lo están considerando. Está claro que el objetivo va más allá de la muy apocada capacidad adquisitiva del cubano, sino más bien de poder penetrar el poderoso mercado de Estados Unidos.
Toca seguir las incidencias de esta curiosa carta que le envió Raúl a Rajoy, y que sin dudas pudiera ser el primero de muchos mensajes que lanzará al mar a diferentes destinatarios del mundo en su desesperado S.O.S desde la isla, este náufrago multimillonario y sinvergüenza.