MIAMI.- Las constantes noticias que involucran a exaltos cargos chavistas en operaciones de lavado de dinero en el exterior son el último quebradero de cabeza para la maltrecha presidencia de Nicolás Maduro. Suena como una torpe huida hacia adelante la solicitud del gobernador del estado de Táchira, José Gregorio Vielma Mora, de incluir en el marco de la Ley Habilitante, por la que Maduro se ha atribuido poderes especiales, una Ley de Repatriación de Bienes, para que todo el dinero que tengan en el exterior sin justificar los venezolanos sea llevado de vuelta a las lastimosas arcas del chavismo.
Si hay alguna responsabilidad clara en la penosa situación de la economía venezolana es la de Maduro y su antecesor Hugo Chávez, que han jugado con el dinero de todos los venezolanos, regalándolo por un lado en forma de petróleo a sus aliados ideológicos del continente y permitiendo la corrupción generalizado de sus subordinados, quienes han hecho ingentes fortunas en el extranjero, que ahora están saliendo a la luz.
Los expertos coinciden en que esta amenaza -¿contra sí mismo?- de la cúpula del poder chavista sólo es una torpe reacción frente a la firmeza de Estados Unidos, que con sus medidas contra algunos funcionarios venezolanos está dejando sin excusas a un régimen cimentado sobre un subsuelo de corrupción.
Un Gobierno que se ha distinguido por la improvisación, las ocurrencias y la invención de conspiraciones ha sido puesto a prueba con las contundentes investigaciones judiciales y periodísticas que lo están dejando en evidencia. Esperamos ansiosos el próximo invento de Cabello y Maduro para justificar que sus hombres de confianza tengan inmensas fortunas en el exterior. Es improbable que sus excusas convenzan a los venezolanos que subsisten a duras penas mientras sus gobernantes se enriquecen groseramente.