LA HABANA.- IVÁN GARCÍA
Especial
Pero de momento, el Secretario de Estado John Kerry deberá izar la bandera de las barras y las estrellas en el edificio que ocupa desde 1953, diseñado por los arquitectos estadounidenses Max Abramovitz y Wallace Harrison, de la firma Harrison&Abramovits. De estilo minimalista-brutalista, es similar al Lincoln Center y la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, de los mismos arquitectos
LA HABANA.- IVÁN GARCÍA
Especial
Por ahora, la impresentable mole de concreto de la antigua embajada soviética, hoy sede de la Federación Rusa, emplazada en la hermosa Quinta Avenida de Miramar, al oeste de La Habana, seguirá siendo la mayor edificación de una cancillería extranjera en Cuba.
Puede que en el futuro, cuando el Congreso de Estados Unidos apruebe fondos, la Casa Blanca subaste entre arquitectos de vanguardia la iniciativa de diseñar un edificio singular y estupendo para su embajada en La Habana.
Pero de momento, el Secretario de Estado John Kerry deberá izar la bandera de las barras y las estrellas en el edificio que ocupa desde 1953, diseñado por los arquitectos estadounidenses Max Abramovitz y Wallace Harrison, de la firma Harrison&Abramovits. De estilo minimalista-brutalista, es similar al Lincoln Center y la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, de los mismos arquitectos.
El edificio, de seis pisos, tiene amplios ventanales a un costado del malecón habanero. Los cristales son verdiazules, para que la luz solar no moleste. Tiene aire acondicionado central, pero las ventanas se pueden abrir y disfrutar de la brisa marina.
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Las paredes fueron revestidas con piedra de Jaimanitas color rosa-gris. Los jardines son obra del arquitecto californiano Thomas D. Church. En 1997 el edificio recibió una reparación capital.
La futura embajada se ha quedado pequeña para atender a las más de 50 mil personas que cada año acuden a solicitar visas para reunificación familiar o de turistas.
Los vecinos que residen en los alrededores de la SINA han emplazado un racimo de pequeños negocios que van desde gastronomía, hospedaje hasta rellenar formularios electrónicos de visa.
En el sótano de un edificio de tres pisos, a tiro de piedra de la embajada, funciona una hamburguesería donde con frecuencia acuden funcionarios y diplomáticos estadounidenses.
Pensando en los nuevos tiempos que se avecinan, su dueño tiene previsto ampliar la oferta y cambiar el look del lugar. “Pondré banderas de Estados Unidos y videos de jazz en un televisor de pantalla plana”.
Antes del 17 de diciembre de 2014, ya la bandera estadounidense formaba parte de las prendas de vestir de no pocos cubanos. Leggings, jeans y camisetas con el águila y la bandera roja, blanca y azul de las 50 estrellas matizaban la capital y ciudades del interior. Es habitual ver en los bicitaxis y los parabrisas de taxis colectivos y autos privados, las banderas de Cuba y Estados Unidos.
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La apertura de embajadas el próximo 20 de julio no fue sorpresa para la los cubanos de a pie. Era una jugada cantada.
“Solo se esperaba la fecha. Algunos pensaban que sería el 4 de julio, por ser el día de la independencia en Estados Unidos. En la recogida de la bolita (lotería clandestina) muchísimas personas apuestan por números y cábalas que tienen que ver con lo que está pasando entre los dos países”, afirma un recogedor de bolita.
Aunque las expectativas de los cubanos de café sin leche se han enfriado, tras la apatía del gobierno deRaúl Castro a implementar una hoja de ruta que permita a emprendedores privados acceder a microcréditos e importar insumos de Estados Unidos, la gente mayoritariamente aprueba el deshielo.
Se percibe un sentimiento de simpatía y admiración hacia todo lo que viene de la 'yuma'. Un móvil inteligente, una tableta, computadora u electrodoméstico Made in USA tiene garantizada su venta a buen precio en el mercado subterráneo.
“Siempre fue así. Antes de la revolución y después, cuando éramos aliados de los soviéticos y cuando se derrumbó el muro de Berlín. Los cubanos seguimos siendo fanáticos de los productos yanqui. Aquí no caló la comida rusa, ni sus modas y costumbres. Quedaron algunos nombres y los autos Lada, Volga y Moskovich, incomodísimos. Hasta el himno americano nos gusta ”, comenta un bodeguero de la barriada habanera de Lawton, y tararea una estrofa de The Star-Spangled Banner.
Ha sido una pirueta de 180 grados. Del pueblo gritar, azuzado por el régimen, consignas contra Estados Unidos, a ser objeto de una infructuosa campaña mediática del partido comunista contra la sociedad de consumo norteamericana.
“Todos los días en el periódico aparecían titulares sobre el aumento de la pobreza o los sin techos en ciudads americanas. En los años 70 llegué a pensar que el Ku Kux Klan linchaba a los negros en cualquier esquina de Nueva York. Hasta Fidel alardeaba que en una década, Cuba iba a tener un nivel de vida más alto que el de Estados Unidos. ¡Qué manera de atracarse!”, señala Eulogio, jubilado.
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Si el nuevo panorama ha pillado descolocado al gobierno, sin una estrategia coherente, ya los cubanos se venían preparando para el día D. Filmes, series y musicales piratas se ven por toneladas en los hogares de la Isla.
Las escuelas de inglés, privadas o estatales, se han multiplicado y el destino favorito de un futuro emigrante sigue siendo Estados Unidos. De la otrora URSS solo queda en pie una economía que hace agua, planificación estatal, burocratismo y el manicomio ideológico.
Un reguero de autos antiestéticos y una edificación horrorosa en Miramar que es la antípoda de la arquitectura. Además de un puñado de ancianos que se aferran al poder. Y para de contar.