jueves 3  de  octubre 2024
ESCENA

Coconut Grove Playhouse: 13 años de silencio

La ciudad de Miami y el condado Miami-Dade se debaten entre restaurar completamente o renovar el histórico teatro ubicado en Coconut Grove
Diario las Américas | GRETHEL DELGADO
Por GRETHEL DELGADO

MIAMI.- Un manto de polvo cubre el escenario, hay programas de mano dispersados por el suelo, grafitis irreverentes, muebles destruidos, cajones saqueados, adornos rotos. El otrora lujoso Coconut Grove Playhouse, en Miami, Florida, lleva 13 años cerrado. Detrás de los tablones que cubren puertas y ventanas, reina el olvido.

Restaurar o renovar el Coconut Grove Playhouse parece un dilema shakesperiano. La ciudad de Miami apuesta por la restauración del teatro de 1150 asientos, construido en 1926, y el condado Miami-Dade propone un nuevo teatro de 300 capacidades. Entre indecisiones y papeleo, desde 2006 no se ha vuelto a abrir el teatro.

El futuro del Coconut Grove Playhouse on Twitter

“Si le pasan el bulldozer al Coconut Grove Playhouse y plantan un supermercado, esa será una gran derrota de los políticos. Porque el teatro es mucho más importante que todas esas individualidades juntas”, zanjó el director teatral Yoshvani Medina, uno de los teatristas que valoran el carácter histórico del edificio.

Según afirmó la dramaturga y directora Carmen Peláez, “lo que importa es lo que ocurrió dentro del teatro”, y justamente esa historia es la que quieren resaltar quienes piden la restauración del inmueble.

Más allá de la fachada, una historia

Como cuenta Carol Cohan en su libro Broadway by the Bay; Thirty Years at the Coconut Grove Playhouse, el teatro fue construido en 1926 por Irving J. Thomas & Fin L. Pierce, de Thomas-Pierce Holding Co., con diseños de estilo rococó español, del arquitecto Richard Kiehnel (Kiehnel & Elliott). Resistió los embates de un huracán que arrasó el sur de la Florida y abrió sus puertas en enero de 1927 como un cine silente.

“Los bahameños que establecieron el primer asentamiento negro en Miami, justo en Charles Avenue, construyeron el Coconut Grove Playhouse”, dijo la arquitecta Melissa Meyer en torno al papel de los bahameños en la mano de obra. Debido a la segregación, agregó, por muchos años los bahameños no pudieron asistir al teatro que habían construido justo en la puerta de entrada a su comunidad.

En la primavera de 1955 el empresario George Engle se excusó con sus acompañantes mientras almorzaban y abandonó la mesa por unos minutos. Al regreso les dijo: “acabo de comprar el viejo cine”.

Su idea era “traer Broadway a Coconut Grove”; y lo hizo. Contrató al arquitecto Alfred Browning Parker para rediseñar el auditorio, agregar una fuente con luces, un salón de eventos, un restaurante, apartamentos para los actores, y otras comodidades que convirtieron al teatro en uno de los más codiciados del país, tanto que Nueva York posó sus ojos en el sur.

El 3 de enero de 1956 el Playhouse acogió el estreno en EEUU de la obra “Esperando a Godot”, de Samuel Beckett, con Bert Lahr y Tom Ewell en el reparto. Entre diálogos crípticos Vladimir y Estragón esperaban a alguien que jamás aparecía.

Embed

El impulso emprendedor de Engle se desvaneció en los años 60. Le siguieron otros directores, más cambios a la estructura interna del teatro, obras de Broadway, alguna que otra bancarrota, y el florecimiento de otros teatros que venían a hacerle competencia al decano Playhouse. En 1977 el Players Repertory Theater compró el lugar y lo convirtió en el Players State Theater, para luego venderlo al estado de la Florida en 1980.

En 2006 el teatro tuvo que cerrar debido a una deuda de 4 millones de dólares.

Ahora, un dilema

El Playhouse lleva 13 años cerrado a cal y canto. Lo visitó Marlon Brando; una temperamental Tallulah Bankhead rectificó su maquillaje en sus camerinos; en sus habitaciones durmieron los actores que visitaban el lugar, y se amaron, y discutieron, y pidieron mejores camas.

Mientras afuera se debaten entre salvar una fachada o unas columnas, Vladimir y Estragón esperan, insisten en sus agonías sin rumbo, una humanidad que se repite más allá de las gruesas paredes del teatro.

En 2013, el condado Miami-Dade y Florida International University (FIU) firmaron un contrato de arrendamiento a largo plazo con el Estado de Florida para “rescatar” el Coconut Grove Playhouse.

Michael Spring, director del Departamento de Asuntos Culturales del condado Miami-Dade, contó que “la idea de que el Condado se involucrara con el Playhouse vino después de que el Estado retomó la propiedad e iba a venderla”.

El Estado tiene el requisito de que antes de vender una propiedad comercialmente, la tiene que ofrecer a otra agencia o departamento estatal, como ha explicado el condado Miami-Dade. De ahí que FIU llamara al alcalde condal Carlos Giménez y le ofreciera entrar en un arrendamiento conjunto entre el Estado, FIU y el Condado.

En 2015, tras un proceso de selección, el Condado contrató los servicios de la firma Arquitectonica para crear el plan de renovación del inmueble. Asimismo, realizó un acuerdo de operaciones con Miami Parking Authority para la gestión del estacionamiento que planean construir.

La tríada Condado-FIU-GableStage tiene una serie de intereses. Por un lado, el condado Miami-Dade, que cuenta con casi 24 millones de dólares en fondos para la demolición y construcción del nuevo teatro de 300 asientos, presenta un plan para restaurar “todo el área frontal histórica, la vista icónica en Main Highway, incluida la reconstrucción del diseño Kiehnel & Elliott de 1927 de la entrada de la esquina”, y devolver el color siena original del edificio, que actualmente está pintado de azul.

Otros elementos originales de Kiehnel & Elliott en el auditorio, como las columnas salomónicas, las fuentes, el arco de proscenio, las rejas decorativas y la cornisa, se incorporarían al diseño del nuevo teatro, según el Condado.

Vale resaltar que, como recordó el desarrollador de bienes raíces Andy Parrish, en 2005, la Junta de Preservación Histórica y Ambiental de la ciudad de Miami, que él presidía, “votó unánimemente, 8 a 0, para designar como histórico el exterior del edificio, no solo la fachada”, afirmó sobre la resolución HEPB-2005–60. De ahí que, como señaló Spring, el Condado no se ve obligado a restaurar todo el teatro, pues lo que se considera histórico es principalmente el edificio frontal y algunos elementos aislados al interior del teatro.

Por su parte, FIU planea desarrollar el primer programa de maestría en Bellas Artes en Teatro en el sur de la Florida. Para Brian Shriner, decano de la facultad de Comunicación, Arquitectura y Artes de FIU, el nuevo teatro será una oportunidad para trabajar junto a una compañía profesional, en este caso GableStage.

“También nos da la oportunidad de tener un espacio en Coconut Grove. En este momento, FIU es la cuarta universidad más grande del país en términos de inscripción, y tener a todos en el campus puede ser compresivo”, acotó Shriner.

Por último, GableStage, dirigido por Joe Adler y que actualmente tiene un espacio de 150 capacidades en el Hotel Biltmore, de Coral Gables, estaría a cargo de la programación teatral. Adler no accedió a ser entrevistado.

Como dijo Spring, todo está listo de parte del Condado para comenzar con la renovación. “Tenemos todos los diseños, todo el dinero y hemos completado los pasos necesarios con la ciudad de Miami para tener los permisos del proyecto, porque el edificio está dentro de la jurisdicción de la ciudad de Miami”.

A primera vista el proyecto del Condado ofrece un detallado recuento de los pasos, los fondos y el funcionamiento posterior del teatro. Sin embargo, a este plan se oponen varios políticos de la ciudad de Miami, residentes y artistas que defienden la preservación del inmueble.

El 23 de mayo de 2019, la Comisión de la Ciudad de Miami confirmó el veto del alcalde Francis Suárez a un voto anterior de esta comisión que apoyaba el proyecto entre el Condado y FIU.

El Condado indicó entonces que había “defectos y errores significativos en el mensaje de veto del alcalde Suárez. La solicitud del Condado para un Certificado de Idoneidad para el proyecto Coconut Grove Playhouse y el testimonio detallado proporcionado por expertos en preservación y arquitectura del Condado establecen un historial convincente para la aprobación del proyecto”.

De ahí que el Condado respondiera con una “apelación judicial del veto para resolver esta aprobación final y avanzar con el proyecto”.

Ante esto, el alcalde Francis Suárez repitió lo que en su momento había propuesto al Condado, pues su intención es “llegar a un acuerdo para restaurar la propiedad a su gloria, como dije en mi veto de la acción de la comisión, y eso se puede hacer francamente con el Condado y Miami trabajando en conjunto para llegar a un acuerdo”.

Para ello propuso al alcalde del Condado, Carlos Giménez, dividir los costos. “Dije que la Ciudad podía pagar 10 millones y ellos 10, entendiendo que ya la Ciudad bajo su plan está pagando la mayoría de los costos capitales. Queremos ver esta joya preservada, ver que se completa el vecindario de Coconut Grove con esta facilidad histórica y cultural”, recordó Suárez.

Mientras el caso espera su turno en la corte, de un lado y otro se argumentan justificaciones tanto en defensa de una renovación radical del teatro como a favor de un proyecto de preservación más fiel al carácter histórico del lugar.

Si bien el Condado recalcó que “los principios de preservación histórica fomentan la clara distinción entre la parte histórica de un proyecto y la nueva construcción” y que un teatro de 300 asientos sería más viable económicamente, otros, como el comisionado por el distrito 2 de Miami, Ken Russell, han destacado los efectos que tendría borrar gran parte del valor histórico del inmueble.

En 2018 el teatro fue listado en el Registro Nacional de Lugares Históricos. Como afirmó Russell, “de demoler ese teatro, sería eliminado del registro, y esto debería ser lo primero que nos alerte que vamos en la dirección equivocada. Debemos salvar el edificio”.

Spring ha defendido el carácter histórico del plan condal aduciendo que se van a incorporar “piezas antiguas del interior del teatro, como las columnas”, en el nuevo teatro. Pero estos fragmentos no resultan suficientes para el arquitecto Richard Heisenbottle, quien diseñó otro plan para el Playhouse incluso antes de que el debate se hiciera público.

“Donde no estamos de acuerdo es en materia de preservación”, explicó Heisenbottle, de ahí que el caso haya escalado a nivel local. “No se trata de derribar el teatro, o más del 50% del teatro, y luego pararse frente a la gente y decir que lo están restaurando. Eso es falso”.

Según afirmó Ken Russell, los planes del Condado y la Ciudad “no son tan diferentes”, pues están de acuerdo con salvar el frente del edificio y construir un estacionamiento. Aunque el plan del Condado le parece razonable en tanto propone un teatro moderno y comercialmente viable, “pierde la historia completa, la esencia y el alma de la estructura”, agregó Russell.

Al hacer una comparación entre ambos proyectos, según los diseños que sugieren, en torno al espacio, el del Condado plantea un nuevo teatro de 300 asientos, lo que representa un 26% de la capacidad actual del inmueble, de 1150 butacas. Por su parte, el de Heisenbottle y Coconut Grove Playhouse Foundation sugiere un teatro de 700 asientos (un 61% del auditorio principal actual), además de un black box studio de 200 espacios.

planes de restauración del Coconut Grove Playhouse- grethel delgado.jpg
Infografía con detalles de los planes de restauración del Coconut Grove Playhouse.

Infografía con detalles de los planes de restauración del Coconut Grove Playhouse.

Ambos coinciden en la restauración del edificio frontal, con colores similares en la fachada. En cuanto al uso y distribución interna de ese edificio hay algunas diferencias: el Condado proyecta instalar negocios en la tercera planta, y Heisenbottle planea ubicar allí cinco apartamentos, como los que solía tener el teatro para recibir a artistas de otros lugares del país.

En cuanto al estacionamiento, ambos proyectos concuerdan en la construcción de varias plantas para aparcar autos. Las diferencias radican en que el Condado diseñó cinco plantas con 421 espacios de parqueo, áreas para ventas en la planta baja, y 32 apartamentos para renta; y Heisenbottle proyectó tres plantas de estacionamiento con 373 espacios de parqueo, un restaurante en la planta baja, un conservatorio en la segunda planta, y oficinas en la tercera.

Otro punto a resaltar entre los oponentes al plan condal es el presupuesto. El Condado asegura que tiene todo el presupuesto para el proyecto: casi 24 millones de dólares, como explicó Spring. Y Heisenbottle afirma que su plan de ejecución costaría alrededor de 42 millones.

En 2004 residentes de Miami-Dade votaron por destinar 15 millones a la restauración del teatro, monto al cual se agregaron luego otros 5 millones. En esa línea, Peláez agregó que “ellos dicen que pueden hacer eso por 20 millones. No es así. No hay un proyecto del que Michael Spring haya sido el jefe, que no se haya sobresalido del presupuesto por millones, no por un poco. Ha sido un fracaso tras otro”.

El futuro del Coconut Grove Playhouse on Twitter

El mejor legado del Playhouse es la historia, coinciden los entrevistados. Esa historia, justamente, va más allá de un estilo arquitectónico y de la identidad de Coconut Grove; son las pasiones y las desdichas humanas representadas durante décadas en este teatro. Pero a veces la historia es un animal circular que se repite, tedioso, sobre nuestros propios fallos.

Para Carmen, “esa historia inspira”, y el Condado comete un error con su plan. “Si tú no eres artista, no te va a inspirar; si eres burócrata, no te va a inspirar. No voy a tumbar una parte de nuestra historia por la ineptitud de un departamento. No quiero perder uno de los únicos lugares históricos que tenemos porque Michael Spring no le tiene fe al teatro en Miami, no tiene imaginación y se niega a mirar el pasado como era, no como le convenga”, aseveró.

En la opinión del director y dramaturgo Eddy Díaz Souza, “es un gran pecado que una ciudad pierda sus espacios teatrales. Los espacios que son habitados por la cultura guardan una memoria que es propia de esa comunidad, de esa sociedad”.

Otros se refieren al impacto del teatro en la comunidad. Marcelo Fernandes, presidente del Consejo de Coconut Grove, resaltó que los tiempos han cambiado y que un teatro mayor que el propuesto por el Condado traería mucho tráfico a la zona. “Ya no es físicamente la ubicación correcta para un teatro de ese tamaño”, dijo a nombre del Consejo.

Heisenbottle piensa lo contrario: “El Playhouse tiene otros impactos en la comunidad más allá del teatro. Impactos económicos. ¿Qué significa el cierre de este teatro para los comerciantes de Coconut Grove? Queremos restablecer la emoción, la vida en la calle de Coconut Grove”.

“Este teatro era el motor económico de Coconut Grove”, recordó Max Pearl, al frente del grupo Save The Coconut Grove Playhouse. “Las personas que iban a ver los espectáculos, también comían en los restaurantes, iban a las tiendas”, añadió.

Una encuesta solicitada por GableStage y realizada por Bendixen & Amandi International en febrero de 2018 arrojó datos de la opinión pública en torno al futuro del teatro. Estas cifras son el resultado de un sondeo de 400 votantes registrados de Miami que viven en Coconut Grove (zona que cuenta con 15,183 votantes, según Miami-Dade Elections).

La encuesta, realizada entre el 20 y el 25 de enero de 2018, con un margen de error de +/- 4.8 %, indicó que un 78% de esas 400 personas apoya el plan del condado Miami-Dade. Por su parte, el proyecto de Coconut Grove Playhouse Foundation para crear un teatro de 700 asientos y un black box de 200, obtuvo un 39% de apoyo entre los encuestados.

La espera

A medida que pasan los años, el edificio deja ver los estragos del tiempo. Ese abandono preocupa a quienes no desean que llegue al extremo de la demolición por negligencia, como el alcalde Suárez, quien señaló que el Condado tiene “una obligación de mantenerlo”. Asimismo, recordó eventos climáticos como los huracanes “que pueden afectar la propiedad, y veo que no se está manteniendo”.

Embed

En ese sentido, Carmen Peláez señaló que “cada vez que viene un huracán ellos no protegen ese edificio, ellos no ponen maderas, ellos esperan que ese edificio se desaparezca por sí mismo”.

Max Pearl fue más tajante: “Ni una sola vez el Condado, que se hizo cargo del contrato de arrendamiento en 2013, se molestó en proteger las ventanas. Cuando llegó el huracán Irma, no pusieron ni una sola protección en estas ventanas. Son responsables de cuidar la propiedad”.

En torno a la diversidad en el ámbito teatral de Miami y el espacio que tendrían los artistas locales en el futuro Playhouse, el director teatral José Manuel Domínguez dijo que valora mucho que el teatro sea parte del registro de lugares históricos, “pero al final van a llegar a un acuerdo en el cual obviamente los artistas locales no vamos a tener nada que hacer”.

Carmen, por su parte, denunció que “el Condado quiere tumbar el teatro, ponerle otro nombre, dárselo a un señor [Joe Adler] que tiene 80 y tantos años. Le están dando un contrato de 99 años a una compañía de teatro que en 20 años solamente ha hecho una o dos obras por un escritor latino en Miami. Eso me parece muy problemático. Él no ha tenido un año que no haya necesitado ayuda del gobierno”.

Y añadió que no cree “que lo que está detrás de eso lo hacen de buena fe”. Por el contrario, opina “que es el dinero, los developers, que no les importa el arte. Creo que no tienen interés en el teatro latino, en el teatro negro; quieren el teatro blanco, americano. Para mí es muy cínico lo que está pasando. El plan entero me parece muy racista”.

Para Tom Falco, editor del medio Coconut Grove Grapevine, y que ha sido testigo del acontecer del área, esta situación “se debe a la codicia”.

Falco achaca el estado de la zona a “los desarrolladores que tomaron un pequeño pueblo de artes y navegación y lo convirtieron en Brickell South. Las mismas personas que han destruido gran parte del Grove ya tienen en sus manos el Playhouse y parece que no estarán contentos hasta que un nuevo edificio tome el lugar de la antigua estructura”.

Embed

Las cartas están sobre la mesa. Según indica el Condado, hay regulaciones estatales que rigen el uso de una propiedad excedente como esta. El estado de la Florida puede ceder el teatro solo a agencias estatales, como universidades, o venderlo a ciudades o municipios a valor de mercado. Si ninguna de las opciones anteriores fuese viable, el Estado puede subastar el inmueble.

¡Recibe las últimas noticias en tus propias manos!

Descarga LA APP

Deja tu comentario

Te puede interesar