MIAMI.-La bancada republicana del Condado Miami-Dade en Washington vuelve a ser sorprendida por las palabras incendiarias del presidente Donald Trump.
MIAMI.-La bancada republicana del Condado Miami-Dade en Washington vuelve a ser sorprendida por las palabras incendiarias del presidente Donald Trump.
Y no es para menos: sus supuestas declaraciones fueron confirmadas por los senadores Dick Durbin (demócrata) y Lindsey Graham (republicano) pero negadas por los otros dos republicanos presentes en la reunión (Tom Cotton y David Purdue) y con una salida neutra de Mario Diaz-Balart, el quinto republicano del grupo que estaba con el Presidente.
En su cuenta en Twitter, Díaz-Balart escribió: “Hay cerca de 800.000 jóvenes beneficiarios de DACA quienes enfrentarían una inminente deportación en marzo si no logramos un acuerdo. No me voy a apartar de todos los esfuerzos posibles para continuar las negociaciones que detengan las deportaciones. Nada va a distraerme del foco de evitar las deportaciones de esos jóvenes cuyo futuro está en juego”.
A pesar de los esfuerzos de este congresista cubanoamericano –el único hispano de la delegación que discutía con el Presidente temas migratorios– lo concreto es que en cuestión de segundos Trump atacó de manera directa, con palabras desobligantes, a varias de las nacionalidades que conforman el tejido social, económico y cultural del condado Miami-Dade.
Y que ya tienen un evidente poder electoral en este año 2018 en el que Florida será escenario de contiendas muy reñidas, como la del distrito 26 (el republicano Carlos Curbelo defiende su escaño), el distrito 27 (en el que aún no hay una figura republicana fuerte para competir) y el senado federal: el demócrata Bill Nelson busca la reelección y su más seguro oponente sería el gobernador republicano Rick Scott.
Gobernación
El mismo estado tiene una pelea muy dura para ver quién se queda con la gobernación. En el Partido Republicano hay dos pesos pesados –Adam Putnam y Ron De Santis– desconocidos en el sur de la Florida.
Por el Partido Demócrata están Gwen Graham –quien tiene un importante ascendente en el condado Miami-Dade–, Philip Levine, exalcalde de Miami Beach y ahora en gira por el estado tratando de darse a conocer –entre noviembre y diciembre ha invertido más de un millón de dólares en publicidad–, y por último Andrew Gillum, alcalde de Tallahassee, el más débil del grupo.
Scott, quien ha sido un fiel aliado y amigo de Trump, buscó deslindarse de las palabras del Presidente con plena conciencia de que del centro de la Florida, hacia el sur, el estado es muy diverso. Y con la certeza de que los puertorriqueños que están llegando por miles verán que hay un líder en Estados Unidos que en definitiva es cuestionado porque, bajo su mandato, ha puesto en una situación muy difícil a haitianos, salvadoreños, nicaragüenses, cubanos, hondureños, y a 800.000 jóvenes indocumentados que siguen en un limbo migratorio.
Carga negativa
Las encuestas tampoco favorecen a Trump en el Estado del Sol y lo que se ha dicho varias veces, y por distintas voces del Partido Republicana, es que el llamado “líder del mundo libre” podría convertirse en una carga negativa.
Una reciente encuesta de la Universidad del Norte de Florida con electores registrados encontró que el 59% desaprueba la gestión del actual presidente de Estados Unidos, y apenas el 37% la aprueba.
A pesar de que la administración lo ha negado, ha habido airadas protestas de gobernadores de los estados de la costa este ante la decisión sorpresiva del Gobierno de Trump de sacar a la Florida de sus planes de excavación petrolera y gasífera en las costas.
Algunos expertos en la política del Estado del Sol dijeron que abrir la exploración de crudo en la Florida, después de la tragedia de la BP en el golfo de México en 2010, era entregarla en bandeja de plata a Nelson, argumentos de peso para atacar a Scott.
La contienda es tan delicada que los hermanos Koch, a través de la fundación Libre –que propende por una reforma migratoria integral– están patrocinando cursos de inglés y otro tipo de acciones para disminuir el impacto de la llegada de los puertorriqueños al centro de Florida.