martes 26  de  noviembre 2024
ENTREVISTA

El arte de Asahel Rosales: “la afirmación de un ejercicio constante”

Para el creador Asahel Rosales el arte no tiene límites, y parte de una libertad gestual que se desliza entre la danza, la pintura y las artes marciales

Diario las Américas | GRETHEL DELGADO
Por GRETHEL DELGADO

MIAMI— Su cuerpo se desliza entre la nada, como una palabra en una caja negra. Baila, pero también pelea, vuela, dibuja. Asahel Rosales es una montaña, es fuego, es una pradera nevada. La manera en que se expresa es caleidoscópica: su corpus creativo abarca las artes plásticas, la danza, la caligrafía china, las artes marciales y la terapia física.

En una entrevista con DIARIO LAS AMÉRICAS, Asahel, nacido en La Habana, recordó que desde joven se acercó al arte con el asombro de quien abre las puertas a un espacio inasible. “Fue mi padre el que decía que yo tenía que dibujar”, afirmó. Con ese apoyo, realizó estudios en la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro, donde se especializó en Grabado y Dibujo. Además, estudió chino mandarín en la Escuela Abraham Lincoln, en el Vedado habanero.

“Estoy muy orgulloso de ese proceso”, dijo sobre esos años de estudio profundo de técnicas y artistas, al tiempo que se adentraba en el ballet y las artes marciales. Destacó también que la labor de muchos maestros “trascendía los créditos que quiere adquirir la ‘revolución’ [castrista]. Ellos, en sí, constituían las instituciones, y fueron los que me dieron seguridad por el resto de mi vida, entre ellos el maestro José Antonio Pérez Olivares”.

Si bien buscaba una unidad, Asahel quería dominar varias aristas: “Terminé aprendiendo kinesiología, masaje, actuación, pero estaba disperso, y ahora creo que fue una inversión fructífera porque me va a permitir llevar a la pintura todas estas sensaciones que experimenté, que creo que de otra manera no lo pudiera llevar con esa vividez. Orgánicamente viví como bailarín y ahora puedo dibujar lo que siente un bailarín prácticamente en un gemelo o en un pie”.

Adiós a la isla

En 1989, antes del inicio del llamado ‘periodo especial’ que llevó a la isla a una profunda crisis tras el colapso de la Unión Soviética, Asahel supo que su destino estaba lejos de Cuba. Todo partió de una amarga experiencia. Gracias a su conocimiento del chino mandarín y de la cultura china en general, ese año recibió una invitación para viajar a China, pero unos cambios de última hora por los dirigentes de Cultura (entidad regida por el oficialismo castrista), echaron por tierra sus sueños.

“Me entero por una carta de que el viaje se había cancelado porque estaban las manifestaciones de Tiananmen; pero los hijos de otras personas, mayimbe [dirigentes comunistas], como decíamos en Cuba, habían podido ir. Dije: me tengo que ir de Cuba porque me están bloqueando por donde quiera”, zanjó.

“Yo ensayaba irme en balsa. Me iba literalmente hasta las aguas internacionales sin patas de rana. Aprendí a nadar en el malecón y no tenía absolutamente ningún miedo al enfrentarme a esas aguas oscuras”, contó.

Pero su madre sí temía. Con el corazón en la mano, desde una ventana en un edificio en pleno malecón, donde vivía la familia, ella lo miraba alejarse hasta que su figura se perdía en el horizonte. Fue su madre quien gestionó la salida de su hijo, y la opción era ir a Moscú, “a una supuesta boda que nunca ocurrió”.

El camino del exiliado

Allí comenzó una peligrosa travesía que lo llevó a saltar de un vagón de tren de Rusia al vagón de un tren que iba a Alemania. “Salté con mi maleta porque los vagones se estaban separando y este tren tenía que ir a Hannover (Alemania) donde me tenía que reunir con una pareja”.

En Alemania, Asahel vivió un episodio que nunca olvidará. “Hay un momento que fue cumbre. Me quedé solo en una pradera nevada, con una maleta llena de libros, y dije: ¿qué hago? Y ahí ocurrió una meditación que siempre tengo conmigo, es lo que me protege, dije: peor que esto no va a haber”.

Los libros que llevaba eran en su mayoría diccionarios de chino, libretas de estudio y algunos dibujos.

Tras vivir por un tiempo en una estación de metro en Alemania, obtuvo un parole para viajar a Estados Unidos. Una vez en Miami, el periodista Luis Franco le enseñó inglés, idioma que perfeccionó también en las aulas del Miami Dade College, y que recuerda con mucha gratitud.

De ahí se mudó a Chicago, Illinois, donde continuó sus estudios en Northeastern Illinois University, y siguió trabajando no solo en las artes visuales, sino también en la danza, con la mentoría de la bailarina Ann Newlin Holmes. Luego trabajó con el instructor de ballet Homer Hans Bryant, exdirector del Dance Theatre de Harlem. En Chicago vivió unos 17 años, hasta que se instaló en el sur de Florida.

Como bailarín, ha participado en el Festival Internacional de Ballet de Miami, el Ballet Hispano de Miami, Maximum Dance Company, y la Florida Grand Opera, compartiendo con Vladimir Issaaev y la Maestra de Ballet Magaly Suárez.

Además, su sed de conocimiento le llevó a estudiar en el Instituto Soma de Chicago, donde obtuvo un diploma en Terapia de Masaje Clínico en 2003.

“Tenía mucho interés en el masaje. Había visto a un masajista actuar en un gimnasio y me impresionó. Me dediqué a estudiar el masaje a un nivel de detalle, y con el apareamiento de la danza fue fenomenal. Cuando los bailarines se dedican al masaje son los mejores porque establecen un contacto con el cuerpo, llegan a dominar el dolor y a controlar cómo la persona percibe el dolor”, reveló.

En este punto hay que destacar que Asahel ha sido terapista de figuras del ballet clásico como Lorena Feijóo, Adiarys Almeida, Carlos Acosta, Taras Domitro, la directora de ópera Sarah Coburn, entre otros.

Pintar el movimiento

Asahel prefiere no decantarse por una línea estética, pues disfruta moverse entre diferentes lenguajes visuales. “No me contento con un estilo”, puntualizó. Y añadió: “Fui muy influenciado por las láminas que veía de los expresionistas, dibujantes y grabadores alemanes. La caligrafía china para mí fue como la afirmación de un ejercicio constante del pulso, es un hábito que te crea una destreza para contrarrestar, digamos, el trabajo físico del masaje”.

Al ahondar en su visión, declaró que “la misma expresión danzaria me obliga a ser no un pintor de plumilla solamente, navego entre esto y las cosas más gestuales, producto de la danza, que me obliga a soltarme y hacer algo que tenga que ver con la gestualidad. La misma adicción o costumbre de ser físico me obliga a viajar de una obra detenida a una obra más suelta”.

Pero hay un aspecto en su creación que merece un punto aparte: “Desde el punto de vista estilístico podría hablar de algo que hemos llamado Loose Ink (o tinta suelta), que ha sido como una especie de confabulación entre la caligrafía china, el expresionismo alemán y el dibujo”.

Echappe, una pieza de Asahel Rosales, dentro de su tecnica loose ink. Cortesía del artista
Echappé, una pieza de Asahel Rosales, dentro de su técnica loose ink.

Echappé, una pieza de Asahel Rosales, dentro de su técnica loose ink.

En el Loose Ink conviven lo gestual y ciertos trazos de la tinta china. Es también el resultado de décadas de trabajo sobre el cuerpo, de ejercicios de disciplina mental y un dolor domesticado en el gesto y el trazo. Por eso, adentrarse en su universo es constatar que “el hombre superior ama su alma”, en palabras del filósofo y escritor Lin Yutang.

Su obra plástica se ha exhibido en espacios como The Chicago Cultural Art Center y el Museum of Science and Industry. Además, varias de sus piezas son parte de colecciones privadas, como las del abogado de inmigración Wilfredo Allen, el bailarín Taras Domitro, el arquitecto Ron Zriny, entre otros.

En 2007 fue invitado a participar en la exposición Killing Time, en Exit Art, Nueva York, donde personificó a Fidel Castro en una polémica interpretación que aún muchos recuerdan.

Tras las protestas del 11 de julio de 2021 en Cuba, Asahel realizó una obra de gran formato titulada “José Martí, El Apóstol”, que llevó a las calles de Miami para participar en las actividades del exilio.

José Martí, El Apóstol, obra que hizo el artista para llevar a las protestas del 11J en Miami. Cortesía del artista

"José Martí, El Apóstol", obra que hizo el artista para llevar a las protestas del 11J en Miami.

El arte, para Asahel, “es una adicción, es una pasión, una obsesión”. Como indicó, “estoy casi seguro que uno nace con una dirección, independientemente que uno haga lo que quiera hacer por probar lo contrario, tú tienes ciertas inclinaciones. Se trata de un interés genuino por seguir en la búsqueda de un lenguaje pictórico, que siempre está evolucionando”.

En torno a sus proyectos futuros y posibles exposiciones, el artista adelantó que piensa seguir desarrollando sus obras enfocadas en el estudio del cuerpo del bailarín, así como trabajos que reflejan las vicisitudes de los cubanos en busca de la libertad.

Sus piezas inspiradas en la danza serían perfectas para una exhibición en el teatro de su sede principal del Miami City Ballet. Y por otro lado, sus piezas relacionadas con la travesía del cubano exiliado tendrían un espacio perfecto en el Museo Americano de la Diáspora Cubana, un centro de visita indispensable para no olvidar la historia de los cubanos fuera de la isla.

“Nunca he estado conforme con creer que he encontrado algún camino y creo que eso es justamente lo que me ha mantenido trabajando”, acotó el artista.

Para conocer más sobre su trabajo puede visitar la página web: asahelarts.com

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