viernes 29  de  marzo 2024
MUNDO

El intenso duelo mientras dure la pandemia

Cientos de miles de personas no han tenido la oportunidad de despedir a sus difuntos y el dolor de la pérdida se acentúa y una sicóloga, un rabino y un sacerdote católico aconsejan qué hacer
Por JOSÉ JUAN BLANCO

MIAMI.- Mientras el mundo se resguarda del contagio de coronavirus, cientos de miles han sufrido la lamentable situación de perder un familiar y no poderlo velar acorde a las tradiciones. Otros tantos se han tenido que conformar con saludar o despedirse por medio de plataformas digitales, como FaceTime, con la ayuda del personal que trabaja arduamente en los centros de terapia intensiva o funerales vía Zoom para evitar la aglomeración de personas. Definitivamente los seres humanos no la estamos pasando bien.

Aunque no hay reporte sobre fallecimientos por otras causas, el ciclo de la vida continúa. Las cifras de fallecidos por COVID-19 siguen ascendiendo de forma alarmante. Hasta la fecha de publicación de esta nota se reportaban alrededor de 220.000 fallecidos. Solo en Latinoamérica la cifra supera las 9.000 personas, con Brasil, México, Perú y Ecuador en los primeros puestos de la funesta lista.

Estados Unidos no es la excepción, de acuerdo a cifras publicadas por The New York Times el país reporta más de 62.000 muertes, con más de 23.000 solamente en el estado de Nueva York.

Entretanto, Florida denota que alrededor de 1.300 personas han perdido la vida, con mayor incidencia en Miami-Dade donde se superan las 350 muertes.

Pero todas estas personas tienen algo en común y es que sus familiares, debido al claustro impuesto por la pandemia, no están guardando el debido luto necesario que ayuda a fomentar una salud mental favorable y esto puede acarrear serios problemas de depresión en la población mundial.

El duelo

La definición del duelo es básicamente una “pérdida”, así los describió a DIARIO LAS AMÉRICAS la psicóloga clínico Abril Rodríguez.

“En realidad el duelo es el proceso natural de aceptación de la perdida, si bien lo tenemos relacionado específicamente con las muertes, se puede tener un duelo por una disolución laboral, el fin de una amistad o de una relación de pareja. En este caso estamos hablando de la muerte de un ser querido ¿por qué es necesario? Porque de lo contrario las personas generarían una forma patológica porque no hay una elaboración natural (proceso de aceptación) de las etapas de ese duelo” explicó la experta.

Según Rodríguez, el duelo debe transcurrir a través de un proceso de seis meses y dependiendo de la cercanía del familiar, ya sean padres o hijos, se puede extender hasta un año.

Y aún “transcurrido ese tiempo se corre el riesgo de que se convierta en una patología”, una afectación sicológica o física, afirmó.

Pero el problema es que actualmente las personas no están teniendo la oportunidad de despedir a sus seres queridos, debido a las restricciones impuestas, cuando se plantea que más de 10 personas no pueden reunirse en funerarias ni en cementerios.

La historia se torna aún más oscura si la muerte se produjo a causa del virus, sin velatorio ni enterramiento con asistencia de familiares.

Cada ciudad del mundo a intentado disponer de los cadáveres de la forma más responsable, pero el colapso de los servicio fúnebres ha hecho que en ciudades como Madrid los restos humanos sean llevados a morgues provisoras, como el Palacio de Hielo, adonde los madrileños acudían a patinar, además de la pista de hielo en la localidad española de Majahonda y un edificio en el Campus de la Justicia, también en la capital española.

En Nueva York los cuerpos han sido enterrados en fosas comunes, que fueron dispuestas en la Isla Hart, frente a Manhattan, según comentaron varios medios de la ciudad.

“Normalmente la religiones y las culturas ayudan a que el proceso de duelo sea mucho mas tolerable porque favorecen los procesos de cierre” explicó Rodríguez.

Procesos

“Si embargo, el hecho de no poder participar en un sepelio puede generar un duelo patológico porque no estamos hablando solamente de la pérdida del ser querido, sino que adolecer no poder despedirse, de no poder ver a al ser querido físicamente y ni siquiera poder despedirse del cuerpo”, argumentó el rabino Mario Rojzman, del templo Beth Torah Benny Rok Campus, en Aventura.

“No estar en las últimas horas con un ser querido y ni siquiera ver cómo es enterrado, me lleva a pensar que esa situación va a hacer que el duelo se alargue mucho más en el tiempo”, reflexionó.

El rabino Rojzman recordó que desde que comenzó la pandemia ha oficiado “tres funerales, aunque ninguno vinculado al coronavirus, y en los tres hemos ejercido las nuevas modalidades impuestas”, lo que significa que cumplen como judíos la tradición de “al menos diez para ser comunidad y poder dar sepultura”.

Coincidentemente, esa es la cifra máxima que permiten las normas restrictivas en funerales: “Es decir, asisten nueve personas, incluyendo familiares dolientes y personal del velatorio o enterramiento, y el décimo es el rabino. Pero si una familia tienes más miembros dolientes, sencillamente no pueden participar”, se lamentó Rojzman,

“Independientemente de lo tétrico que es enterrar a un familiar cercano, imaginemos la partida de una matriarca o un patriarca (las personas de más edad en una congregación judía), que por lo general atraen de 200 y 300 personas, todas conectadas en Zoom para ver el sepelio”, alegó.

Luego indicó: “Si bien están haciendo sentir al deudo que su dolor importa y eso es bien recibido, una vez que la camarita se apaga el deudo queda solo y y eso tradicionalmente no sucede”.

El párroco de la iglesia católica Corpus Christi en Miami, padre José Luis Menéndez, coincide con ambas opiniones: “Yo creo que la muerte es un momento triste porque aunque se tengas fe es un momento de separación. Es un momento de ruptura en que el corazón duele porque no se va a tener nunca más a esa persona”.

Y resaltó: “Lo que ocurre ahora es que no vas a vivir el proceso que normalmente ocurriría, esto esta generando un sentimiento de culpa muy grande porque las personas están sintiendo que no cumplieron con sus familiares”.

Las etapas

Como bien expuso Rodríguez antes, durante los tiempos establecidos el doliente debe pasar por un proceso de cinco etapas a lo largo de seis meses.

Rojzman explicó cómo ocurre el proceso de duelos según la tradición del pueblo hebreo. “Los judíos tenemos tres etapas de duelo siete días, 30 días y 11 meses. Los primeros siete días es el único momento en el ciclo de vida judía en que no se espera que el deudo venga a la sinagoga, sino que la congregación va a la casa deudo. La comunidad judía busca compartir con esa persona el dolor y eso no está ocurriendo ahora, lo que significa que dentro de tres meses cuando veamos a esa persona y la vayamos a abrazar, la sensación de duelo va a volver porque le estamos recordando que es la primera vez que lo vemos luego de tres meses que pasó todo. La ventaja es que reaparece ese diálogo que primero ocurrió de forma electrónica pero no fue suficiente, lo que retrasa las cinco etapas del duelo” .

Rodríguez también explicó cómo sucede cada una de esas etapas: “La primera comprende el impacto de la pérdida o el shock. Después viene la segunda que es la negación inmediata, no poder comprender, aceptar y asimilar que la persona no está. Luego viene la rabia y es donde la persona comienza acusar a Dios, o cualquier persona que haya estado cerca, incluso hasta al mismo fallecido y aparecen frases como: ‘¿cómo me pudiste haber hecho esto?’ etc. en realidad es una frustración y una impotencia ante la pérdida”.

Más tarde “viene un proceso que muchas personas describen como una etapa. Yo no lo tomo como una sola porque están ancladas muchas partes del proceso, y se trata de la negociación, es la fase donde la personas se preguntan cómo y por qué ocurrió esto, y comienzan a entender y aceptar el hecho de que esa persona no está”.

Después, “viene la tristeza profunda o la depresión, y ahí es donde hay que trabajar con más ahínco con el paciente porque puede quedar mucho tiempo atrapado ahí”.

Finalmente “comienza la aceptación y la conciliación con que ya no está esa persona e incluso comienza un reacomodo emocional”.

Después de la tormenta

Tanto Rodríguez, Rojzman como Menéndez coinciden en que la prolongación de estos procesos puede traer problemas en el futuro. “El ser humano no está preparado para asumir una situación como esta” exclamó Rodríguez. “En los próximos meses vamos a ver muchos casos de depresión”

Además, duele la falta de “libertad de salir a la calle cuando quieres, la posibilidad de estar con otros que también se sienten mal, etc. Todo eso son pérdidas que por muy pequeñas que sean suman sensación de tristeza” aseguró la especialista.

Por otra parte, Rojzman advirtió: “La cicatriz va a ser muy grande porque la gente no está presente para dar apoyo, porque no hay ningún tipo de contacto físico que es tan importante durante esos momentos”.

Asimismo, Menéndez hizo hincapié en el deber que tienen todos con aquellos que están sufriendo un duelo. “Nosotros seguimos transmitiendo las misas desde nuestra página web y siempre hacemos mención de los nombres de las personas que han fallecido. Eso es importante porque los familiares sienten el apoyo” .

Dentro de las recomendaciones de Rodríguez está la de alentar a la familia a realizar algún tipo de ceremonia una vez que culmine esta etapa de aislamiento. “Acorde a la religión que profese o las tradiciones culturales que tengan. Eso sería muy beneficioso”.

Rojzman aseguró que ˝en el momento que el deudo vuelva a la sinagoga, la comunidad lo va a estar esperando. Cuando esto acabe convocaremos a toda la comunidad a decir el Kaddish (oración para santificar a Dios) y para ese día todos los dolientes serán invitados, Va a ser un momento de al menos un poquito de sanación para la familia”.

El padre Menéndez anticipó que oficiaría misas en las que la familia se reúna: “Una de las cosas que falta ahora es la presencia de todos y una ofrenda de este tipo permitiría que la persona tenga un pequeño cierre”.

Chaya Raphael Lerner quien es trabajadora social y forma parte de varios programas de ayuda comunitario, también hace algunas recomendaciones: “Si bien es muy difícil no estar físicamente presente con el deudo debemos estar emocional y espiritualmente presentes en ellos. Es necesario hacer llamadas, escribir algún correo o enviar tarjetas de condolencias. Todo eso contribuye enormemente a estar presentes durante el proceso por el que el familiar está pasando. Y si es necesario, es importante que la familia contacte a un experto en salud mental”.

Lerner asegura que varias denominaciones religiosas han formado redes de apoyo. “Yo recién descubrí que los musulmanes, al igual que los judíos, están uniendo a las personas con algún clero o experto clínico, Estoy segura que los católicos también están haciendo algo similar”, señaló Lerner.

“Que consulten su sinagoga, iglesia, mezquita o centro espiritual para buscar asesoría. Ellos están preparado para dar consejos y consuelo”, subrayó.

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