MIAMI.- La final de la Copa América entre Argentina y Colombia, que prometía ser un espectáculo deportivo, se convirtió en un caos que retrasó el inicio del partido una hora y 22 minutos.
Los fanáticos, especialmente colombianos, según las imágenes que trascendieron, desbordaron los controles de acceso al Hard Rock Stadium de Miami Gardens, Florida, provocando un descontrol que obligó a la Conmebol a retrasar el inicio del partido.
Videos difundidos en redes sociales mostraban la desesperación de los aficionados, quienes saltaron las vallas de seguridad e intentaron ingresar al estadio corriendo y gritando. La policía y el personal del estadio, abrumados por la situación, intentaron contener la avalancha de personas.
Según reportes extraoficiales, al menos 7.000 personas sin tickets ingresaron al estadio. También se informó que el recinto no tenía espacios ni en los pasillos y que su capacidad estaba en un 120%.
El incidente generó gran preocupación entre los jugadores de ambas selecciones, quienes habían expresado su temor por la seguridad tras un incidente similar en la semifinal con aficionados uruguayos.
Lionel Scaloni, entrenador de Argentina, y varios jugadores de ambos equipos solicitaron mayor seguridad antes del partido.
Medidas fallidas
La Conmebol, ente rector del fútbol sudamericano, intentó controlar la situación con un comunicado en el que aseguraba que solo los aficionados con entradas válidas podrían ingresar al estadio.
Sin embargo, la situación se mantuvo caótica, con varios fanáticos, muchos con boletos, sin poder acceder al estadio. Algunos incluso relataron haber sufrido dificultades para respirar y haber necesitado atención médica en medio del calor sofocante.
La policía del condado Miami-Dade reconoció la "revoltosa" conducta de los aficionados y advirtió que se tomarían medidas contra aquellos que no respetaran las reglas de seguridad.
A pesar de los esfuerzos para restablecer el orden, las puertas del estadio siguieron siendo un punto de conflicto hasta poco antes del inicio del partido.
La alcaldesa del condado Miami-Dade, Daniella Levine Cava, y el jefe de Seguridad Pública, James Reyes, se pronunciaron sobre la situación, y afirmaron que la seguridad del público era su prioridad. Se desplegaron más de 550 agentes para asegurar la seguridad en el estadio, según las autoridades.
El partido finalmente dio inicio, pero el incidente dejó una mancha negra en la organización del evento. La Conmebol dijo que deberá analizar y mejorar la seguridad en futuros torneos para evitar que situaciones como esta vuelvan a repetirse.
