@ElkisBejarano
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MIAMI. -Hace más de 17 años Aldenora Comeron decidió recolectar alimentos, ropa e insumos para hacer entregas mensuales en casas que ofrecen abrigo a mujeres víctimas de violencia doméstica en el condado Miami-Dade. Sin saberlo, inició una misión de apoyo a madres que se ven obligadas a buscar un refugio, y en ese esfuerzo por salvar sus vidas quedan indefensas, sin alimento, ni ropa, ni dinero. Simplemente quedan en la calle.
Esta brasileña de nacimiento sabe que no es fácil estar allí. Ella conoce muy bien el funcionamiento de estos lugares porque hace veinte años se vio obligada a buscar abrigo en uno de ellos, cuando el padre de sus hijos los abandonó y los dejó en la calle. Con hambre, amamantando a su hija de dos meses y con un hijo de año y medio, Aldenora deambuló durante cuatro días por las calles de Miami. Solo tenía lo que llevaba puesto y algunas monedas que usaba para llamar al shelter a ver si tenían lugar para albergarse. Consiguió un pequeño espacio con una cama y dos cunas, lo suficiente para poder estar protegida junto a sus dos hijos. No fueron tiempos fáciles. Solo hablaba portugués, no entendía ni inglés ni español. Estaba sola, desesperada, comiendo sopas enlatadas que ni siquiera podía calentar.
Estuvo en una casa de abrigo, luego en otra y por su buen comportamiento logró obtener un pequeño apartamento en el que podía estar a solas con sus hijos. “Allí logré ahorrar un poco. Trabajaba limpiando casas, cocinando, cuidando niños. Todo lo que se puede hacer, yo lo hice. Logré mudarme sola con mis hijos. Tampoco fue fácil porque no tenía reporte de crédito, pero una amiga brasilera me colaboró”.
Bondad desde el corazón
Con el propósito de ayudar a otras mujeres que estaban en la situación en la que ella una vez estuvo, comenzó a recoger insumos como comida y ropa para llevar a estas casas de abrigo. Meses más tarde una amiga se le unió para apoyarla; luego otra y otra, así nació una red que actualmente cuenta con más de 40 mujeres voluntarias, además del aporte de personas influyentes del sur de la Florida y destacados políticos.
“Cada mes llevamos comida preparada, entregamos ropa, productos de higiene personal, artículos
para bebés. Siempre tenemos un motivo, bien sea Día de San Valentín, Día de las Madres, o la fiesta de Pascua. Antes de la pandemia nosotras entregábamos las comidas y la servíamos a las personas de cada casa de abrigo que visitamos, pero ahora debemos entregarlo a los trabajadores sociales para evitar la contaminación”.
Durante estos 17 años son muchas las experiencias vividas por Aldenora y su grupo de apoyo a mujeres víctimas de violencia doméstica. Ya la conocen en estos lugares. Los miembros de su iglesia saben que es capaz de llamar a cualquier hora si se trata de alguna emergencia. Nada la detiene si sabe que en sus manos está ayudar a alguna mujer violentada y en situación de riesgo. Se ríe con desparpajo al recordar episodios donde pidió ayuda sin mirar la hora o el día de la semana, por lo que se ha ganado más de una vez la llamada de alguna esposa molesta. “Si sé de alguien a quien puedo ayudar, no espero. Enseguida busco, llamo, pido apoyo, alguien se activa porque sabe que es importante”.
Recuerda con alegría la última vez que acudió a uno de los shelter, y al abrirse la puerta los niños la esperaban con una sonrisa. “Como no saben mi nombre me llaman Brasil, me gritan: Brasil, Brasil, qué nos trajiste? Uno de los niños me dijo que soñaba con la comida que yo le había dado y esa alegría para mí no tiene precio”.
A pesar de que tiene tantos años haciendo esta labor social Aldenora no ha creado ni una fundación, ni una ONG. “Esas cosas son muy caras y yo no tengo dinero. Todo lo que puedo recoger es para ayudar a las mujeres. Son muchos sus problemas y a veces no puedo atender tantas solicitudes y eso me genera angustia. Una vez estuve protegiendo a una mujer y durante meses le llevé comida, conseguí que le extendieran su estancia en la casa de abrigo porque estaba esperando un bebé. Tuvo a su hijo y en un momento me llamó para decirme que le daría otra oportunidad a su agresor. Le dije que no lo hiciera, que él nunca cambiaría, pero no me oyó. No pasaron cuatro días cuando lo peor volvió a ocurrir”.
Mujeres capaces
El apoyo que brinda Aldenora con su grupo, o con su “ministerio” como ella lo llama, aunque no es religioso, va mucho más allá de lo material. “Ellas necesitan a alguien que las escuche, un abrazo que las consuele o simplemente que sientan una mano amiga que las comprenda sin juzgar”.
Destaca que la parte emocional es vital. “Muchas veces recaen y regresan con la persona que las maltrata porque no se sienten capaces de sacar adelante a sus hijos. Creen que necesitan una pareja para que las cuide, las mantenga y les cumpla sus necesidades. Tratamos de hacerles entender que no, que no necesitan sino sus manos y su voluntad para salir adelante junto a su familia. Y es importante que no se dejen maltratar. Ni verbal, ni físicamente. No hay nada que justifique el maltrato”.
Skarlett Araujo es una de las voluntarias que trabaja con Aldenora asegura que no lleva mucho tiempo siendo tan activa como lo hace ahora, pero que antes siempre recaudaba la ropa de su casa y se la entregaba para que fuesen donadas para las mujeres víctimas de la violencia doméstica. Para ella ha sido muy importante trabajar con Aldenora porque sabe que lo que hace lo hace con pasión y amor.
"Un amor que compartimos, aunque generalmente no sabemos a quien ayudamos de manera directa, pero estamos para alguien que sabemos que si lo necesita. Muchas mujeres viven situaciones difíciles mientras se mantienen en una relación, viviendo maltratos psicológicos o físicos, llegando a desdibujarse como personas, dejan de ser, comienzan a tener baja autoestima, razón principal por la que se quedan allí soportando cualquier cosa, y amén de decidir salir de allí se sienten menos, sienten que no pueden, se pierden en ellas, no saben que algo ocurre, se distorsiona el sentido del amor por querer mantener una historia,....hasta que todo se vuelve imposible y tienen que salir de esa relación que en el fondo está distorsionada por la forma en cómo percibe la situación. En ese momento que llega el quiebre no saben que hacer a donde ir, es donde me parece maravilloso que contar con un espacio, un lugar seguro donde puedan estar un tiempo para recuperarse y tener la oportunidad de un nuevo comienzo siento que es el mayor signo de amor y solidaridad con otras mujeres".
Ayuda sin medida
Aldenora se ha convertido en una recolectora en todo el condado Miami-Dade, y asegura que si es necesario va hasta Broward. “Todo lo que llevas a la casa de abrigo se usa. Desde ropa, lencería, platos, implementos para el hogar. Productos de aseo personal. Todo sirve, porque muchas veces ellas logran mudarse solas y no tienen ni una silla, por lo que yo recojo todo lo que me dan y se los llevo. Antes tenía un carro pequeño, ahora me compré una camioneta y hasta una lona tuve que comprar porque llevo tantas cosas para que no se mojen o se dañen”.
Aldonera no solo ayuda a mujeres violentadas, sino que antes de la pandemia acudía a centros donde viven niños sin padres. “Allí no piden ni alimentos, ni ropa, solo manos que arrullen, que cuiden, brazos que quieran”.
También asistía a un centro de ancianos donde cuidaba a una señora de 92 años que nunca recibía visita de sus hijos. “Ella ni sabía si ellos estaban vivos o no. Y yo iba y la cuidaba, le daba comida y estaba un rato con ella. Con eso ella era feliz”. También participa en jornadas de ayuda a personas sin hogar.
Atrás quedaron los años de sufrimiento y dificultades. Asegura que ha perdonado y su entusiasmo ilimitado demuestra que la bondad se ha convertido en su manera de vivir.
NOTA: Si alguna persona quiere hacer donativo puede contactarla al teléfono SMS (786) 2779933.