Sea por restricciones físicas o económicas, hay factores de riesgo que hacen más vulnerables a los adultos mayores, y tanto la sociedad como las autoridades juegan un papel imprescindible para hacer un poco más fácil su diario vivir.
Cuando la vida sobrepasa los 62 o 65 años y los cambios afines repercuten en la calidad de vida, impera la necesidad de estar pendientes de quienes necesitan atención
Sea por restricciones físicas o económicas, hay factores de riesgo que hacen más vulnerables a los adultos mayores, y tanto la sociedad como las autoridades juegan un papel imprescindible para hacer un poco más fácil su diario vivir.
Ileana Herrera nació en Miami y año tras año, inmigración tras inmigración, alcalde tras alcalde, vio la ciudad crecer por doquier.
“Vi hacer Brickell, buena parte del Downtown, Coconut Grove y el aeropuerto. Toda la renovación y ampliación de Miami más allá de la avenida 42. A veces miro y sé que vivimos en una ciudad metropolitana, más preciosa, enorme y con más diversidad, pero para mí es el mismo Miami de siempre,”, señaló Herrera, vecina del distrito 4.
Sin embargo, el voluminoso crecimiento vino acompañado del encarecimiento de la vida, la falta de viviendas asequibles y la repercusión que ello tiene en la tercera edad.
“Trabajé toda mi vida en hostelería. Mi padre tuvo un negocio de comida por 28 años y trabajé con él. Luego fui mánager de cáterin en el Fontainebleau Hotel. Me jubilé y luego enviudé y desde entonces vivo en este complejo de edificios, donde la oficina del comisionado Manolo Reyes me ayudó, a mí y a muchos aquí, a rellenar las planillas de solicitud. Nos enseñaron, paso por paso, cómo solicitar vivienda porque hay muchas personas que necesitan vivienda y no saben ni cómo obtenerla”, destacó.
De hecho, el equipo del comisionado Reyes “nos tomó de la mano y nos enseñó cómo obtener lo que necesitamos”, recalcó.
Luego enfatizó: “Él no es como otros políticos que solamente visitan en tiempos de elecciones. Nos visita en cada festividad, sea el Día de las madres, de los padres, Acción de Gracias o Nochebuena. Trae música, cositas para picar, hace rifas. Nos hace el día agradable. La gente lo quiere mucho, mucho”.
Y dijo más: “Lo conozco hace más de 30 años. Es un hombre con un gran corazón. No es solo un buen político, sino un hombre con un muy buen corazón”.
Con lo mejor de dos mundos, “nací en un país libre y llevo el país de mi padre, Cuba, en el corazón. Y desde muy pequeña me enseñaron a hablar español. En la escuela, si quería aprender corte y costura o cocina, mi papá me decía ‘español primero’, y así fue. Y lo mismo transmití a mi hijo. Mis nietas son pelirrojas, preciosas, la madre es americana y la mayor de las dos, habla español también”.
Herrera recuerda como hace apenas cuatro años, durante la terrible pandemia de coronavirus, vivía en el barrio Shenandoah y los vecinos recibían alimentos y productos de higiene que el comisionado obtenía de las donaciones de empresas proveedoras.
“Tocaban a las puertas y preguntaban si necesitaban comida. Llevaban comida a las casas de personas necesitadas. Repartían alimentos en iglesias, parques, donde encontraran un lugar”, recordó.
Para las próximas elecciones, a Herrera le gustaría que Manolo Reyes fuese elegido alcalde para llevar las riendas de la Ciudad de Miami.
“Quisiera que fuese alcalde. Que tenga la oportunidad de llevar su obra a toda la ciudad”, resaltó.
La tercera edad, ese período de vida que sobrepasa los 62 o 65 años, conlleva a una serie de cambios que repercuten en la calidad de vida, y Fl lo vivió en carne propia.
Periodista, primero redactor del periódico Avance en Cuba y después reportero de The New York Times por 30 años, Martell es hoy fiel colaborador del órgano oficial de la Arquidiócesis de Miami La Voz Católica y redes sociales, e insiste en la ética tradicional del periodismo, la objetividad, lo que aplica a su pensamiento y vida diaria.
“Con los años que llevo en el periodismo y la relación que he tenido con los políticos, aprendí a comprender mejor la política. Y la actitud de Manolo Reyes es algo especial. Yo ni tengo amistad con él, pero he visto su actitud de ayuda con las personas mayores que viven en este edificio”, subrayó.
Luego añadió: “Otros políticos hablan hipócritamente de los viejitos. Vienen aquí alguna vez, sobre todo ahora que hay elecciones. Pero Manolo viene varias veces al año. Organiza fiestas, nos trae alimentos, artículos de limpieza. Cosas que los viejitos agradecen porque no tienen más dinero para comprar. Está pendiente si el elevador funciona. Atiende nuestras necesidades”.
En efecto, Martell recibe apenas 1.320 dólares de jubilación y paga 1.200 de alquiler, además de electricidad, por un pequeñísimo apartamento que ni dormitorio tiene.
Frente a su computadora, donde escribe textos que comparte a diario, el periodista que no se jubila reconoce: “Todo lo demás lo tengo garantizado: atención médica, transporte y comida, pero apenas me quedaban 120 dólares para pagar electricidad y alguna cosa que necesite. Pero Manolo me guio para obtener ayuda del Condado Miami-Dade”.
De esta manera, gracias al programa condal de ayudas, que fue establecido tras la declaración de emergencia por falta de vivienda asequible, y la orientación de la oficina del Distrito 4, Martell logró una ayuda suplementaria de 500 dólares para pagar el alquiler.
“Si no, tal estuviera viviendo en la calle”, confesó.
