MIAMI.-SERGIO OTÁLORA
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@sergiootalora
Una encuesta, contratada por el sindicato de la Policía del Condado Miami-Dade, pone el dedo en la llaga sobre el tenso ambiente que se vive en Departamento de Policía de Pinecrest.
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La Villa de Pincrest, convertida en municipio del Condado Miami-Dade en 1996, es a primera vista un lugar silencioso, de casas enormes con autos de lujo en sus entradas, y calles semidesiertas donde de vez en cuando se ve una jovencita paseando a su mascota, a una pareja otoñal caminando al final de la tarde, o a un puñado de adolescentes jugando tenis en el Coral Reef Park.
Nadie se imaginaría que ese mismo territorio, casi paradisiaco, tenga a un cuerpo policial tocado al parecer, según sus integrantes, por una profunda inconformidad por la manera cómo es manejado por sus jefes, es decir, la administradora de la ciudad (Yoselin Galiano) y el jefe del departamento de policía (Samuel Ceballos, Jr.).
Este departamento –que tiene una fuerza de 51 agentes contratados y cinco plazas disponibles en la actualidad- acaba de afiliarse a la PBA (Miami-Dade Police Benevolent Association), es decir, al sindicato de la Policía del Condado. De ahí que esa organización hubiera contratado el pasado mes de agosto una encuesta, llevada a cabo por la empresa JMS Associates de Tallahassee, para auscultar la opinión de los uniformados sobre su situación y cómo sus líderes dirigen la institución.
En la actualidad la ciudad y sus oficiales están en difíciles negociaciones de un nuevo contrato laboral. Ya ha habido una reunión de conciliación (impasse meeting) en la que no se llegó a ningún acuerdo sobre tres puntos en discordia: establecer una jornada laboral de cuatro días y diez horas por día; permitir que los policías puedan llevar sus patrullas a la casa y un alza salarial de, en promedio, más del 35% en los primeros tres años.
Hay pendiente una segunda reunión para tratar de llegar a un acuerdo. Si no hay “humo blanco”, habrá una especie de árbitro que deberá plantear una alternativa que será aprobada, como última etapa del proceso, por la comisión de la ciudad. Ninguna de estas reuniones de conciliación está abierta al público o participan los comisionados. Sólo están los abogados de las dos partes en conflicto.
Por otro lado, hay una investigación interna por parte de la institución policial sobre la supuesta alteración de los reportes de los oficiales, según lo informó la directora de comunicaciones de la ciudad, Michelle Hammontree, quien precisó que se están mirando los reportes desde la creación del departamento, en 1997. Al parecer varios de los robos a los inmuebles no habrían sido catalogados como tales sino como vandalismo, es decir, daños a la propiedad.
De acuerdo con Hammontree, esa sería la razón por la cual, en estos momentos, no existe una estadística consolidada sobre el tema de la seguridad ciudadana en ese municipio. Además, los resultados que arroje esa indagación tendrán que ser revisada por la Policía de la Florida (FDLE, Florida Department of Law Enforcement).
La encuesta
El sondeo se hizo a 34 agentes del departamento de policía. Una copia del cuestionario se le envió al jefe de la Policía de Pinecrest, a la alcaldesa (Cindy Lerner) y a la administradora de la ciudad. De acuerdo con quienes realizaron el estudio, no hubo respuesta por parte de ninguno de estos funcionarios a las preguntas formuladas. Se buscaba que ellos hicieran sus comentarios u observaciones.
Además del cuestionario, que los agentes respondieron de manera anónima, también hubo la posibilidad de que ellos dejaran consignados, de manera más amplia, sus comentarios.
John Rivera, presidente de la PBA, dijo en conversación con DIARIO LAS AMÉRICAS, que “cuando fuimos al jefe, a la administradora y a la alcaldesa a contarles los problemas, ni pusieron atención. Los oficiales empezaron a sentir una frustración, a sentir que no debían jugarse su carrera o tener el riesgo de caer preso por lo que hacían otros”.
Los resultados
Algunos de los resultados hablan por sí mismos: el 82% de los agentes expresan una insatisfacción con sus salarios; el 88% no sienten que haya posibilidad de promoción, de entrenamiento (76%) ni que estén bien equipados (94%).
Uno de los puntos más críticos es el de la moral de las tropas. El 100% de los encuestados dijeron tenerla baja. Además, el 97% cree que es muy alto el nivel de miembros que salen de la institución debido, según los encuestados, a los limitados beneficios y las condiciones de trabajo. Y frente al jefe de la Policía, el 79.4% cree que no actúa de una manera abierta y ética, y un 85.3% piensa que Ceballos no está empapado de los problemas que enfrentan los oficiales ni apoya al equipo.
La vocera de la ciudad, quien fue la que respondió a los pedidos que DIARIO LAS AMERICAS hizo para hablar con la alcaldesa y el jefe de la policía, subrayó que “la PBA y John Rivera son conocidos porque tienen tácticas bien agresivas cuando llegan a negociar. Vi la encuesta de ellos, sé lo que dice, y tengo información incontrastable que la contradice. Y tengo una encuesta que se hizo hace dos años con los empleados, incluidos a los policías, y nunca hubo ninguna queja sobre los temas de los que ahora se están quejando”.
Según Hammontree “el sindicato está llevando a los policías a hacer ciertas cosas para poder presionar a la comisión, a la administradora, para lograr lo que ellos quieren en su negociación”. En relación con la percepción negativa que tienen sus subordinados del jefe de la policía, la vocera explicó que desde la llega de Ceballos, en 2012, creó varias unidades especiales para motivar a los oficiales, en una comunidad donde no hay delitos graves, como los que ocurren en otros municipios. Y aclaró que sólo ha habido dos agentes que se han ido desde el año en el que se posesionó el actual jefe.
“Hemos llegado a un punto, como le sucedió a los Miami Dolphins, que se debe buscar un nuevo coach. Porque Ceballos ya perdió la confianza de los oficiales”, puntualizó Rivera.
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