“Sentí una especie de depresión. En mi cabeza una sola pregunta martillaba: ¿Por dónde empezamos a recuperarnos?”, así recordó Penelas, tres décadas después, los primeros instantes de la tragedia.
“Tengo fresco en la memoria, cuando me trasladé al sur del condado, en mi papel de comisionado. Era imposible llegar en automóvil. Entonces, nos reunimos en el Aeropuerto Internacional de Miami, desde donde volamos en helicóptero a las áreas afectadas”.
Según Penelas, la carretera US-1 se convirtió en línea divisoria de dos corredores aéreos. “Por la parte este volaban los helicópteros que iban al norte, y por la parte oeste los que viajaban al sur. Por ahí volábamos y aterrizamos cerca del ayuntamiento de Homestead”.
Una gran demostración de solidaridad
A lo largo de estás décadas se ha hablado mucho sobre la destrucción ocasionada por Andrew, pero por lo general, se hace poca referencia a la solidaridad que afloró. “Al principio, la respuesta federal fue pésima y la ayuda del Gobierno estatal tampoco fue inmediata. Por necesidad, los vecinos se unieron y se ayudaron los unos a los otros”, señaló.
“Mientras se pudo organizar los recursos que permitieran distribuir agua y alimentos, fueron los propios residentes quienes respondieron a las carencias de sus vecinos. Vi casas con los techos totalmente destruidos, donde no había nada de comer y los vecinos de al lado compartiendo la comida que acababan de hacer en una improvisada barbacoa”, subrayó.
“La gente ayudaba a sacar los escombros de las casas, a socorrer damnificados, hasta que con el paso de las semanas, vino el refuerzo masivo”, mencionó.
Líderes en la zona cero
El trabajo de los líderes era cuantificar los destrozos e informar las urgencias. “Al regresar de nuestros recorridos, nos reunimos en el aeropuerto de Miami con el administrador del Condado y los oficiales federales que comenzaban a llegar. Compartimos las experiencias que recogimos. Era muy difícil, sobre todo, porque en aquellos tiempos, no existía el sistema de comunicaciones que tenemos ahora”, apuntó.
A partir de las vivencias se desarrollaron “las prioridades, para canalizar el dinero federal. Nosotros nos convertimos en las voces que indicaban dónde urgía distribuir y qué necesidades debían ser cubiertas primero. La principal preocupación era ayudar a la gente a sobrevivir”, subrayó.
Retomar la vida
A pesar de la tremenda devastación de la zona, la vida debía continuar. “Planificamos la apertura de las escuelas, cómo llevar a cabo las elecciones [presidenciales 1992]. Donde antes había un colegio electoral, se pusieron carpas para que la gente fuera a votar”, recordó.
Dos años después del paso de Andrew, Alex Penelas fue elegido alcalde del condado: “El tema que dominó los primeros años de mi alcaldía, fue el proceso de desarrollo y revitalización económica del sur del Miami-Dade”.
Según Penelas, Andrew provocó un éxodo significativo de Miami-Dade. “Muchas personas emigraron hacia el norte, se perdieron muchas empresas y empleos. Pero en la zona quedaron atrapados los más pobres, que no tenían a dónde ir. La revitalización económica y la creación de nuevos códigos de construcción fueron vitales en los primeros años de mi administración”, apuntó el político, que reconoció el gran papel que jugaron las aseguradoras en ese momento de angustia. “Muchas de las cuales quedaron en quiebra”, apuntó.
Protagonista
Mucha gente considera a Dennis Moss un hombre brillante. Fue el primer comisionado elegido en el sur de Miami-Dade, al constituirse los distritos. En 1993, una vez en el cargo, su gran iniciativa estrella fue el plan integral de desarrollo económico para la región afectada, conocido como The Moss Plan.
“Después del paso de Andrew, yo me movía por toda la comunidad, para ayudar a las personas. Parecía que había explotado una bomba atómica. No eras capaz de reconocer tu propia calle, ni tu propio vecindario con tanta devastación”, sostuvo Moss.
“Al principio, la gente quedó en shock. Después, antes de que llegaran los recursos del Gobierno, las propias comunidades comenzaron a reaccionar. Incluso vinieron personas desde otros sitios a traer ayuda. Llegaron de otras partes del país, desde otros condados a brindarnos los recursos que necesitábamos para que nuestra comunidad pudiera atravesar un momento tan difícil”.
Pionero en resiliencia
“Cuando me asignaron encargarme de la reconstrucción de South Dade, parte del plan consistía en trabajar con varios arquitectos, ingenieros, y nos reunimos con la comunidad para abordar, no solo la reconstrucción, sino los esfuerzos necesarios para que las cosas quedaran mejor de antes de la destrucción”, señaló.
Entre las necesidades identificadas como primordial por Moss estaba desarrollar el transporte en South Dade: “Era uno de los elementos clave para la revitalización económica del área”.
“En las zonas afectadas había muchas casas pobres, muy endebles que carecían de las condiciones básicas. La idea era hacerlo todo nuevo. Los nuevos proyectos tuvieron en cuenta la infraestructura necesaria, los tipos de casas a levantar, los caminos y carreteras que debíamos hacer y los negocios que necesitaba la comunidad”, subrayó.
“Así se desarrolló el plan, que uno de los comisionados tuvo la idea de llamarle The Moss Plan por el liderazgo que desempañé a lo largo del proceso”, afirmó quien representó por 27 años a su comunidad.
Durante el proceso de ejecución del plan, Moss recuerda haber trabajado junto a Charles Danger, director del Departamento de Construcción del Condado para modificar los códigos de construcción de Miami-Dade.
“Nuestra preocupación no era si iba a venir otro huracán, sino estar preparado ante la certeza de que vendrían más huracanes. Así desarrollamos los códigos de construcción más estrictos de EEUU y mejoramos ampliamente las infraestructuras existentes”, recalcó.
Actualidad
En 1992, unas 25.000 personas en Homestead vivían. En la actualidad, el área es habitada por más de 80.000 residentes.
Según Moss, Andrew dejó cuatro lecciones fundamentales: la primera fue, que “durante un período tan difícil, a pesar de las diferencias existentes, tuvimos la tenacidad de empujar juntos, como vecinos y ayudarnos los unos a los otros”.
“La segunda lección fue que teníamos que mejorar nuestra infraestructura para que fueran más resistentes frente al próximo huracán”, declaró.
La tercera fue la oportunidad que el huracán creó: “Andrew sirvió para abrir la comunidad del sur de Miami-Dade a los ojos de otras personas, compañías y grupos que nunca habían mirado a esta zona. Cuando ellos llegaron al sur, descubrieron que era un área única, con un gran potencial de desarrollo. Tal vez fue la causa, de que tantas empresas escogieran este lugar para poner sus sedes y un elevado número de personas empezaran a ver a South Dade como una oportunidad de inversión”.
“Gracias a la exposición que nos dio Andrew”, sostuvo Moss, “se construyeron en el área unas 10.000 viviendas nuevas y grandes y modernas infraestructuras”.
“Cuando miras alrededor, la diferencia con el pasado es más que evidente. Ves las viviendas construidas, -muchas asequibles- las calles, los comercios, las instalaciones culturales, las paradas de autobuses, los hospitales públicos. El resultado es una gran expansión y crecimiento en el sur de Miami-Dade. Estoy orgulloso de lo logrado sin olvidar que no fui yo, fuimos nosotros, toda la comunidad la que contribuyó en hacer posible el proyecto”, señaló.
Para concluir, le preguntamos a Penelas si en la actualidad estamos mejor preparados para enfrentar un huracán de iguales proporciones que Andrew y si las aseguradoras responderían de la misma forma.
El exalcalde condal respondió: “La preparación que existe hoy es superior. Los pronósticos del tiempo son más precisos. Eso ayuda al Condado a disponer los recursos en lugares muy específicos. Todos estos avances nos permiten estar mejor preparados que hace tres décadas”.
Después añadió: “Desafortunadamente, no puedo decir lo mismo de la segunda parte de la pregunta. No creo que las compañías de seguro respondan de la misma manera. Las pérdidas de entonces fueron tan cuantiosas, que una de las consecuencias es que las aseguradoras son más estrictas a la hora de intervenir. Por otra parte, es más difícil encontrar compañías de seguro que quieran asumir ciertos riesgos en el sur de Florida. En resumen, 30 años después, estamos mejor preparados y peor asegurados”.