miércoles 27  de  marzo 2024
los héroes de esta batalla

Un sueño que se construye entre pasteles

Un matrimonio venezolano, él chef y ella ingeniero le dieron forma a un sueño en medio de la pandemia

MIAMI. - Una de los lados positivos que pueden señalarse de la pandemia ha sido la proliferación de nuevos negocios de quienes, haciendo uso del exceso de tiempo que disponían, decidieron echar a andar algunos de sus sueños guardados.

El chef venezolano Agustín David Silva-Díaz Figueroa es uno de los que nada lo detiene, y que le cuesta quedarse quieto en un mismo sitio por mucho tiempo. En conversación con DIARIO LAS AMÉRICAS conocimos su historia, un excelente ejemplo porque es de aquellos que buscan su sueño americano a pesar de las dificultades y los obstáculos que aparecen en el camino.

Nació en una familia donde los postres eran uno de los sustentos económicos. Su abuela se especializaba en pasteles de matrimonio. Su mamá en grandes creaciones para cumpleaños y sus tías hacían las gelatinas tridimensionales en una empresa familiar que se convirtió en referencia en Caracas en los años 80.

Aunque su primera intención era ser administrador, la materia optativa Artes Culinarias le cambió la vida por completo, por lo que dejó los números y las cuentas para adentrarse en el mundo de la cocina.

“Siempre dije que jamás me dedicaría a la repostería, porque es un arte exacto. Con las medidas hay que ser riguroso para que los pasteles suban, para que las cremas tomen la consistencia perfecta. Me gusta lo salado porque se pueden corregir los errores y te permite crear más”.

En septiembre de 2019 adquiere un fondo de comercio de un restaurante que ya estaba funcionando, e inicia su nuevo proyecto con Chimu Peruvian Cuisine. Al entrar, él y su socio hicieron cambios para mejorar la imagen del restaurante y transformarlo en un sitio de referencia.

Cuando se comenzaban a ver los resultados por las modificaciones aplicadas, en menos de 6 meses, el comedor de su restaurante quedó vacío por la pandemia.

“Mis empleados son personas mayores, la esposa de mi socio dio a luz, la situación se fue agravando y pese a que podíamos vender [comida] para llevar, nadie venía. Tuvimos que cerrar”.

Tanto él como su esposa María Fernanda Navarro Arvelo se habían percatado de que había una especie de furor por las pavlovas (pastel de crujiente de suspiro, con relleno de dulce de leche o Nutella, cubierta con delgadas láminas de fresas que crean un mosaico hermoso y llamativo). Decidieron comenzar a probar a ver qué tal les salía; no para vender, sino para compartir con los amigos y familiares.

“Siempre he hecho postres para mi familia, mis amigos. Ellos son quienes me dicen cómo quedan y lo hacía solo para un grupo selecto, pero la cuarentena me cambió y comenzamos a plantearnos la idea de vender postres hechos desde la casa”.

Comenta que como no había una receta única tuvo que comenzar a buscar la mejor manera de que quedara como él quería. “Así que inicié a probar, a intentar el punto perfecto, a buscar los tiempos de cocción para que no se pasara, y para que el suspiro quedara crujiente. Al principio, como eran 3 horas en el horno me quedaba dormido en las noches y se quemaban. Dañé muchas, pero como no me rindo nunca, seguí probando hasta que logré el punto perfecto, el postre que deseaba entregar a los clientes”.

Comenta que así se creó Chirus Bakery, una marca de repostería que nació en pandemia a la que le pusimos el nombre, hicimos el logo y comenzamos a trabajar para hacerle el marketing en menos de una semana. “En la pandemia la gente pedía pavlova. Se iniciaron las ventas poco a poco, y llegaron algunos clientes. Fuimos mostrando nuestros productos. Decidí mandarle una pavlova a un amigo “influencer” @cesarcocinero de Miami, a quien le gustó y lo montó en su Instagram. En ese momento se dispararon las ventas. Fue una locura. Pasé de vender unos pocos pasteles a la quincena o al mes, a vender 10 o 20 semanales. El bakery fue mi salvavidas. Se que hay muchas pavlovas en el mercado, pero la mía es muy especial”.

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Seguir creciendo

Además de las pavlovas, el bakery ofrece tortas de chocolate, pudines y como seguían creciendo, María Fernanda sugirió replicar las recetas familiares de los mini alfajores y las polvorosas, y así han ido ampliando su carta de productos.

“Mi idea es montar un negocio para ofrecer nuestros productos a los restaurantes, a otros bakery. A gran escala. Pero por ahora lo seguimos haciendo desde la casa”.

Él volvió a abrir el restaurant, pero sigue atendiendo su negocio del bakery desde su propia cocina. “Me levanto temprano todos los días con mucho entusiasmo. Saber que tu producto le gusta a la gente y por eso también gano dinero me hace atender todos los pedidos con la ayuda de mi esposa. A media mañana salgo al restaurante y tres días a la semana trabajo de subchefs en el restaurante de un amigo. Hay poco personal y me pidió el favor por unos días, pero ya llevo varios meses. Allí me divierto y aprendo mucho”.

Ellos tienen claro su objetivo como familia. “Queremos llegar a las grandes ligas, tener comodidades, darles a nuestros futuros hijos todo lo que necesiten, pero para eso hay que trabajar. Lo que tenemos nos lo hemos ganado con trabajo y eso es gratificante. Mi familia ha sido de gran apoyo y aquí seguimos buscando nuestros sueños”.

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