Volver a Salinger siempre es maravilloso. Aún cuando te sorprende el amanecer del domingo con las dos historias cortas de estos hermanos, Franny y Zooey.
Volver a Salinger siempre es maravilloso. Aún cuando te sorprende el amanecer del domingo con las dos historias cortas de estos hermanos, Franny y Zooey.
Del escritor norteamericano todo es inspirador, inclusive su rara forma de aislarse del mundo que lo admiraba, (se largó a Inglaterra justo antes de que se publicara su obra maestra, El guardián en el centeno para no “sufrir” el éxito.
Su obsesión porque lo publicaran en The New Yorker y la obsesión de esta revista por cerrarle la puerta durante 5 años.
Su guerra con el actor Charles Chaplin, que le “tumbó” la novia de 16 años cuando el escritor estaba de voluntario en la Segunda Guerra Mundial.
O la traición de una "amiga" que publicó su epistolario para ganar espacio y dólares a su costa.
Jerome David Salinger (1919—2010) es sobre todo sus personajes, una gorra a cuadros preocupada por patos en invierno, un pez plátano en la mente de un suicida, una familia recurrente en varios cuentos.
Estas dos historias se beben como el café de la mañana que recién me preparo.