MIAMI.- JOSÉ J. BLANCO H.
[email protected]
MIAMI.- La Florida Grand Opera asume la célebre pieza operística con maestría escenográfica y precisión musical
MIAMI.- JOSÉ J. BLANCO H.
[email protected]
Hay una inagotable lista de palabras para plasma todos los sentimientos que Puccini colocó en su célebre Madama Butterfly. Resistencia, esperanza y por su puesto amor son algunos de los baluartes que dibujan la trama de esta gran pieza que la Florida Grand Opera presentó en el Arsht Center el pasado fin de semana y volverá a interpretar el 4 y el 6 de diciembre en el Broward Center, en Fort Lauderdale.
De hecho, la compañía asume la presentación de este título por duodécima vez. La escenografía, si bien es sencilla, fue diseñada por David P. Gordon para la Ópera de Sarasota y logra el propósito de transportar al espectador al Lejano Oriente, a Japón, donde se desarrolla la trama.
Ramón Tebar está al mando de la batuta de una orquesta bien timbrada y equilibrada que denota un perfecto tempo, capaz de lograr los más espectaculares pianisimos y fortes cuando la pieza lo requiere, siempre sin hacer resentir las voces de los cantantes, donde la acústica lo es todo.
Pikerton, interpretado por el tenor uruguayo Martín Nusspaumer, es de un carácter bien timbrado y logra salir victorioso del Si de pecho del Addio, Fiorito asil que le valió una lluvia de aplausos del público.
Si bien su contraparte, la soprano Kelly Kaduce, hizo un trabajo histriónico increíble, sobre todo al finale, su bel di vedremo, al que quizás le faltó ligereza y drama, no tuvo el mismo efecto en el público que en su mayoría asiste a la función para disfrutar de esta obra sólo por esta aria.
Quien sí se roba el espectáculo definitivamente es la interpretación de la mezzo soprano Caitlin Mc-Kechney en su papel de Susuki, quien acompaña estoicamente a Butterfly en su sufrimiento.
Antecedentes
Cuentan los historiadores que el autor, Puccini, presenció una versión corta de Madame Chrysanthème, de Pierre Loti, realizada por David Belasco en 1900, de la cual quedó prendando.
Luego de un desastroso primer intento, en la Scala de Milán, en 1904, Puccini optó por escribir cinco versiones para evitar otra catástrofe.
Tres meses después, Madama Butterfly regresó a escena, en Brescia, norte de Italia, y se catapultó al sitial de honor que hoy ostenta.
De esta manera, la historia de la madame de Nagasaki, que le da la espalda a sus costumbres culturales por el amor de un joven militar estadounidense, que luego la abandona, es hoy la sexta ópera más interpretada en el mundo, según la base de datos Operabase.