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MIAMI.- El gobierno que preside el demócrata Joe Biden anunció una amplia batería de sanciones contra Rusia, en represalia por lo que considera intromisión en intereses estadounidenses a través del ciberespionaje y otros asuntos, y la respuesta de la jefatura rusa nos hace pensar que la esperada nueva guerra fría acaba de comenzar.
Las nuevas medidas de EEUU apuestan por castigar, entre otros asuntos, la mencionada “interferencia de Moscú en las elecciones presidenciales de 2020, amén de la que fue planteada en la contienda 2016; así como el reciente ataque cibernético a la empresa SolarWinds y la supuesta oferta de los talibanes para que atentaran contra tropas estadounidenses en Afganistán”, explicó el secretario de Estado Antony Blinken .
Las sanciones, que están dirigidas al flujo de la economía rusa, afectan a 16 entidades y 16 miembros de la jerarquía del Kremlin e incluyen la expulsión de una decena de empleados de la Embajada rusa en Washington DC, que son vistos como funcionarios de inteligencia.
Asimismo, las directivas prohíben a las instituciones financieras estadounidenses comprar deuda pública del banco central ruso a partir del 1º. de junio.
Amenaza
La Casa Blanca también emitió una carta al Congreso que indica que el Presidente emitió "una orden ejecutiva que declara una emergencia nacional con respecto a la inusual y extraordinaria amenaza a la seguridad nacional, la política exterior y la economía de los Estados Unidos por parte de países específicos y dañinos ".
La carta plantea que Rusia ha tenido como objetivo "socavar las elecciones democráticas libres y justas" con "actividades maliciosas habilitadas por el ciberespacio".
Esto, continúa la misiva, constituye "una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional, la política exterior y la economía de Estados Unidos".
Y entretanto, la Unión Europea, sin dejar de negociar la compra de gas y vacunas contra el COVID a Rusia, mira desde lejos y plantea ciertas medidas contra Moscú por el intento de envenenamiento y el encarcelamiento del líder opositor Alexei Navalny, así como la represión contra manifestantes que pedían la liberación del dirigente.
Tensiones
La dura postura de la administración Biden se produce cuando las tensiones entre Estados Unidos y Rusia se intensificaron después de que Biden ‘calificara’ al jefe del estado ruso, Vladimir Putin, de asesino al contestar “sí” a la pregunta de un periodista, durante una entrevista en televisión nacional.
Según los informes, Putin estaba tan molesto por el comentario que dejó su cuarentena, se vacunó contra el COVID-19 y trasladó a 28.000 soldados rusos a la frontera con Ucrania.
Los bombarderos Russian Bear entraron en acción, lo que obligó a la OTAN a lanzar 10 aviones de combate para interceptar los aviones militares rusos que volaban sobre el océano Atlántico Norte a principios de este mes, una inusual demostración de fuerza cerca del Ártico.
Hace apenas unos días, Putin logró el visto bueno final del poder legislativo ruso para permitirle optar por el poder hasta dos mandatos más, hasta 2036.
A finales de marzo tres submarinos rusos, que pueden transportar hasta 16 misiles, atravesaron las aguas heladas del Ártico en un ejercicio sincronizado.
"Estamos monitoreando esto muy de cerca. No queremos ver el Ártico convertido en región militarizada", comentó el secretario de prensa del Departamento de Defensa, John Kirby, a los periodistas en el Pentágono.
Las tensiones entre Estados Unidos y Rusia tienen a los expertos preocupados por una nueva guerra fría.
En otras palabras, la mesa está servida para una escalada de palabras y medidas de ambas partes.
Antecedentes
Durante la llamada Guerra Fría (1947–1991) entre Estados Unidos y la extinta Unión Soviética, que entonces conformaba el territorio ruso y países aledaños, ninguno de los bandos peleó contra el otro de forma directa, debido a los temores de una guerra nuclear.
Por ello, los historiadores consideran que fue una guerra entre dos sistemas opuestos de gobierno. Estados Unidos y Occidente representaban al capitalismo y apostaban por la democracia, mientras la Unión Soviética aplicaba la ley del totalitarismo, sobre la base del comunismo.
Ambos bandos exponían que el otro trataba de propagar sus creencias e intereses en el mundo, y pruebas de lo que hacían, y siguen haciendo, hay.
Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, en la que ambos países fueron aliados militares frente a un enemigo común, la Alemania nazi, las relaciones volvieron a su punto gélido tras la liberación y división de Europa en este y oeste, o sea bando occidental y bloque soviético.
Esto provocó una feroz rivalidad y congelamiento en las relaciones a medida que ambas potencias competían por la dominación.
Los dos grupos se organizaron en grandes alianzas militares. Estados Unidos y Occidente formaron la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y la Unión Soviética formó el Pacto de Varsovia con países de Europa oriental, como Polonia, Rumanía, Bulgaria y Hungría, ente otros.
Un lado temía al otro y por ello comenzaron a reunir armamentos, incluyendo misiles nucleares intercontinentales.
Expertos aseguran que faltó poco para que estallara una guerra nuclear con la Crisis de Misiles de Cuba en 1962.
Las llamadas guerras subsidiarias, realizadas por terceros, enfrentaron a Estados Unidos y la Unión Soviética.
El llamado a la apertura económica y política del entonces jefe de Estado de la Unión Soviética Mijaíl Gorbachov, la denominada perestroika, que reestructuración, puso fin al imperio soviético en 1991 y el consiguiente fin de la Guerra Fría.
"La Guerra Fría nunca fue realmente tan fría", señaló Malcolm Craig, profesor de historia de Estados Unidos de la Universidad John Moores en Liverpool, Inglaterra.
"Millones de personas murieron en conflictos que fueron subvencionados en parte por ambas potencias. Para camboyanos, congoleses, coreanos, etíopes, somalíes y muchos más, la Guerra Fría fue una guerra muy caliente", sustentó.